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«Era el sueño que tenía desde pequeña»
Las veinte cantineras del Alarde vivieron una jornada para recordar, cargada de nervios, risas, alguna lágrima y muchos momentos emotivos
Todos los 8 de septiembre son especiales en Hondarribia, pero el de este año más si cabe para las veinte jóvenes que desfilaron como ... cantineras en la compañías del Alarde. Muchas de ellas subrayaron los pasos por la calle Mayor como los momentos más destacados del día, aunque sin dejar de lado otros también singulares y emotivos.
A Nagore Ramos Sagrado (Tanborrada) le tocaron la diana a las 06.30 en su casa. Hay momentos en los que Tanborrada no toca «pero escuchamos la música de la Banda y eso también es muy especial», reconocía. Todos los años «veo el Alarde en la calle Mayor y me pierdo el paso por La Marina; este año ha sido muy bonito porque estaba mi abuelo».
La Banda es otra de las compañías particulares y a Amane Adin Bidaurre también le correspondió que fueron a tocar a casa. «Vinieron a buscarme, me tocaron la alborada y la diana. Fue lo que más me gustó del día».
Nahia Oliveri Lorea (Gora Gazteak) no pudo aguantar las lágrimas «cuando vi a mi gemela. Ojalá pueda ser cantinera también»La madrileña Patricia Maldonado, de la compañía Mixta, era «la típica chiquitita que iba vestida de cantinera»
Para Itxaso de Miguel Bandrés (Caballería), salir de cantinera «era el sueño que tenía desde pequeña». También desde pequeña monta a caballo «pero las últimas semanas he practicado más y con 'Patri', que ya había hecho más Alardes y se ha portado muy bien».
Jaizubia es la compañía que más lejos está del pueblo y por eso quedaron a las 06.15. Aunque estaba lloviendo en ese momento, Igone Pagadizabal Amunarriz aseguró que «fue un momento muy especial y que disfruté mucho. Pero luego fueron llegando muchos otros momentos súper bonitos también».
«Desde que tengo uso de razón he estado cogiendo sitio en la calle Mayor, haciendo turnos», reconocía Idurre Lecuona Artano (Arkoll), a quien «las subidas se me pasaron demasiado rápido». Su compañía es la encargada de llevar la bandera y la recogida resultó «impresionante».
El poso que tiene la compañía Pueblo lo sintió plenamente Miryam Bald Garate. «Vivo en la calle Mayor, siempre veo ahí el Alarde. Pasar por ahí fue una pasada». Volverá a desfilar mañana, para la misa de difuntos, pero ayer aún «no me ha dado tiempo a pensar en eso».
Otra compañía que tuvo que caminar bastante antes de empezar el Alarde fue Montaña. «Salimos a las 06.30 de al lado de la playa», contaba María Basterra Zunzundegui, «y fue bonito el camino, por Sokoa y Muliate». Le costaba quedarse con un momento. «Guadalupe, Zapatero... ¡Todo!»
A Ane Alzaga Zubillaga (Semisarga) le faltó poco para llorar porque «fue súper emocionante. Suelo estar en la calle Mayor y ya sé que hay ese ambiente, pero vivirlo desde dentro, no se puede describir. Es un día de mucha emoción, de mucha alegría».
Por su parte Oihana Sagarzazu Gutiérrez (Kosta), apreciaba que «esto no tiene que ver con los ensayos. Se multiplica todo por mil. La gente apoya mucho».
El aitona que volvió a desfilar
En el caso de Euri Tife Arregi (Gora Ama Guadalupekoa), uno de los instantes más bonitos lo vivió cuando «mi aitona ha desfilado un tramo conmigo. El año pasado fue el primero en el que no desfiló, porque tiene 84 años, pero quiso acompañarme y ha sido muy emocionante para él». También destacó «el momento en el que pasamos por la calle San Pedro, porque estaba mi abuela en el balcón».
Estamos en el tramo de compañías de La Marina, por lo que las cantineras barren para su casa. Como Tamara Naval Díaz (Ama Guadalupekoa), a la que le gustó «desfilar por la tarde por La Marina». Eso sí, no podía ocultar que «lo de la calle Mayor ha sido una locura. Al entrar, estaba en shock. He solido estar allí y ya sé lo que es, pero desde dentro es mucho más intenso». Normalmente las cantineras llevan a su lado a familiares pero en este caso su padre, Luis, tenía otro cometido porque es el capitán de la compañía.
Nahia Oliveri Lorea (Gora Gazteak) no pudo aguantar las lágrimas «cuando vi a mi hermana gemela. Ojalá ella también pueda salir de cantinera», decía con anhelo. Del día también se queda con Guadalupe, donde es habitual. «Siempre acudo, es el mejor momento para estar con la familia».
Precisamente en el monte hablamos con Maialen Emazabel Arostegi (Beti Gazte), que cambió de abanico. «Tengo tres y uno es especial para Guadalupe, con un dibujo de la ermita». Este año la lluvia ejerció de molesta compañera pero ella lo tenía claro. «El tiempo no se puede cambiar, pero sí tu actitud. Así que vamos a tope».
«Sorprendente» fue la palabra que utilizó Angela Alcain Fernández (Gora Arrantzale Gazteak), para describir lo que estaba viviendo. «Conozco muy bien la fiesta, pero vivirla desde dentro es otra sensación. Con la emoción ni me daba para llorar». A Guadalupe «venía de pequeña y hacía muchos años que no. Estoy muy emocionada por estar aquí», aseguraba.
Patricia Maldonado Velasco (Mixta) es de Madrid pero su unión con Hondarribia se remonta muchas años atrás. «Llevo veraneando aquí desde pequeña, ya lo hacían mis abuelos». Reconocía que «yo he sido la típica chiquitita que iba vestida de cantinera, pero también que «no me hubiese esperado nunca lo que he sentido».
En el tramo final del desfile, en otra compañía de las afueras como es Mendelu, Goizeder San Román Extremo aseguraba que «la lluvia es un fastidio, pero hay que olvidarse». Para ella fue especialmente emotivo el inicio de la jornada, llegando desde el barrio aún de noche.
Inés La Casta Aranburu (Olearso), por su parte, vivió un alarde muy diferente, y no solo por su papel como cantinera. «Normalmente me pongo en otros lugares más tranquilos, pero esta vez he podido vivir todo lo que pasa en la calle Mayor».
A las 03.00 se despertó Maialen Trevijano Manterola (Done Pedro Itsas Gizonen Kofradia) para prepararse para el gran día. «Vinieron a buscarme a las 6.30. Me encantó la subida a la calle Mayor por la mañana, pero la de la tarde, más todavía».
Y cerró el desfile Irene Altuna Fachado (Batería de Artillería), «feliz aunque el tiempo no acompañó». Disfrutó especialmente de la misa «Me acordé mucho de mi abuelo, que falleció, lo llevo en el corazón».
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