La fiesta se impone a la tensión en el Alarde de Hondarribia
El Alarde y Jaizkibel desfilaron en una jornada sin incidentes pero divididos en cuanto a la forma de entender la celebración
La tensión vivida en los días previos se diluyó en el sirimiri y el ánimo festivo, y Hondarribia disfrutó ayer de su gran día en un clima de concordia pero de división en cuanto a las diferentes sensibilidades en torno al Alarde. El devenir de la jornada no dejó a todos, sin embargo, igual de satisfechos: desde la compañía Jaizkibel aseguraron que el Alarde incumplió el decreto de Alcaldía que regulaba los horarios establecidos y que situaba a la agrupación mixta y a las tropas del Alarde en el mismo espacio, las campas de Gernikako Arbola, justo antes de iniciar sus respectivos desfiles: «Prefieren no cumplir la tradición que tanto reivindican que juntarse con nosotras allí», acusó la capitana de Jaizkibel, Nora Ferreira.
El alcalde, Igor Enparan, apuntaba a que el decreto «no se ha cumplido del todo», pero valoraba lo que calificó como «un gesto» por parte del Alarde: al contrario que el año pasado, cuando las tropas evitaron por completo la coincidencia con Jaizkibel, ayer una pequeña representación de las compañías (capitanes, cantineras, banderines) acudieron a Gernikako Arbola a la hora establecida por el decreto, que «por nuestra parte, damos por cumplido», apuntaba después el burgomaestre, Gregorio Alkain. En Gernikako Arbola también estuvieron cerca de medio centenar de soldados del Alarde que, a título personal, aplaudieron a Jaizkibel cuando emprendió la marcha.
Jaizkibel entregó una carta
La compañía integrada por hombres y mujeres desfiló con normalidad por la calle Mayor, entre gritos de ánimo y aplausos de sus seguidores. En el pórtico de la iglesia parroquial les esperaba la representación institucional, con el alcalde, la vicelehendakari, Ibone Bengoetxea; la diputada general, Eider Mendoza, y concejales de Abotsanitz, EAJ-PNV, EH Bildu y PSE. En este punto, Nora Ferreira le entregó a Igor Enparan una carta en la que reclamaba «pasos adelante» y que «no siga poniendo al mismo nivel a las dos partes: nosotras estamos en una lucha por los derechos de la mujer a participar en igualdad, y la otra parte tiene como único fin impedir que la mujer participe».
Tras recorrer la calle Mayor hasta Arma plaza y hacer el camino inverso, Jaizkibel puso rumbo a Saindua, liberando Harresilandia kalea minutos después de las 8.30 (el decreto establecía que debían hacerlo, como tarde, a las 8.45). A las 8.57, sólo dos minutos después de lo fijado en el decreto, el Alarde se ponía en marcha: la escuadra de Hacheros cruzó el arco de Santa María a las 9.03 y la calle Mayor, abarrotada, prorrumpió en vítores y aplausos.
El calor que transmitía el público se impuso a la llovizna que en algunos momentos acompañó al desfile, y las veintiún compañías y unidades ascendieron hasta Arma plaza. Las más aplaudidas, y también emocionadas, fueron las veinte cantineras. El público también arropó al burgomaestre, Gregorio Alkain, quien mostraba su satisfacción por «ver a tanta y tanta gente aplaudiendo, las caras de alegría y emoción».
Al paso del Alarde se repitió la presencia institucional en el pórtico de la iglesia, aunque en este caso con la ausencia de los dos concejales de EH Bildu. Tras completar el ascenso hasta Arma plaza, los capitanes de las compañías volvieron a bajar a la parroquia para recibir allí la réplica de la bandera de la ciudad elaborada por Hondarribiko Alardea: el abanderado de la compañía Arkoll, Mikel Galarza, recibió la enseña de manos de Nekane Lasa y Marian Chaparro, en representación del colectivo Hondarribiko Emakumeak.
Una vez incorporada la bandera al Alarde, la tropa descendió la calle Mayor con una parada frente a la iglesia para que cada compañía efectuase las preceptivas descargas de fusilería. El Cabildo Eclesiástico se incorporó al final, tras la última compañía, y también lo hicieron los representantes de la Corporación municipal que habían asistido al desfile. Sin embargo, los concejales de Abotsanitz y PSE se retiraron tras cruzar el arco de Santa María, mientras que los de EAJ-PNV completaron el recorrido hasta Saindua. A continuación, en la ermita de Guadalupe, se realizó el cumplimiento del voto. La fiesta continuó por la tarde, con nuevos desfiles tanto del Alarde como de Jaizkibel, que concluyeron con los respectivos 'zapateros' (una festiva bajada de la calle Mayor tras el rompan filas).
Gregorio Alkain reconocía que «han sido unas semanas complicadas», pero su valoración de la jornada de ayer fue «positiva. Hemos desfilado y realizado el voto, que es nuestra obligación». El Alarde había recurrido el decreto de Alcaldía y, aunque las medidas cautelares se desestimaron por falta de tiempo para cumplir los plazos legales, el burgomaestre señaló que el procedimiento «de momento, sigue su curso».
Desde Jaizkibel, la valoración era agridulce: aunque «hemos pasado un buen día», la capitana apuntó a que «hemos estado 25 años del lado del diálogo, a favor de juntarnos» con el Alarde. Visto el resultado, valoró que «es el momento de cambiar de estrategia» y reclamó «un Alarde organizado por el Ayuntamiento».