Jorge Madejón Canosa, Dibujante irunés y profesor de cómic
Lápiz y tinta para crear universos paralelos sobre papel y para mostrar los caminos a seguir a los nuevos dibujantes
Que lo suyo es el dibujo está claro porque no deja de sonreír mientras saca una pequeña libreta y un lápiz Staedtler Noris con la ... parte de arriba negra, de trazo blando. Jorge Madejón Canosa (48 años, Irun) sigue dibujando a diario y también da clases de cómic.
–¿Desde cuándo dibujas?
– Recuerdo estar en la sala de mis padres, viendo pelis de piratas y luego tratando de dibujar los barcos, intentando hacer las sombras, o los paisajes que se veían desde mi casa... También que iba a las clases de dibujo del barrio y que me ponían dieces por mi imaginación, el profesor de entonces. Siempre me ha enganchado. Me recuerdo dibujando desde siempre. Como jugar, otra de las maneras de pasar el tiempo divirtiéndome, era dibujar.
«Fue clave conocer a Joseba Basalo de Aleta Ediciones y comenzar a trabajar juntos en un garaje»
–¿El paso importante fue decidir que te dedicabas al dibujo de forma profesional?
– Sí. No se entendía tan bien lo de ser dibujante y uno mismo ni siquiera sabía por dónde tenía que ir. No existía internet y no había forma de contactar con profesionales del gremio. Por eso cuando empecé a dar clases (como profesor), lo enfoqué mucho a eso. En su momento yo me formé en academias de dibujo. Te daban la lámina y te decían que copiases. No sabías ni por qué, ni si lo hacías bien, ni qué necesitabas para hacer cómic. Para mí hubo un par de momentos claros. Uno de ellos fue en Tinta Cómic cuando llevaba la tienda Edu. Le vi entintando, empezamos a hablar y me puso en contacto con Joseba Basalo de Aleta Ediciones. Entonces eran sus comienzos con fanzines. Nos juntamos, estábamos en un garaje metidos.
–¿Todo lo bueno empieza en garajes o qué?
– (Ríe). ¡Parece! Con él aprendí un montón. Aleta fue creciendo desde los fanzines hasta publicar autores internacionales. Llegamos a publicar Invencible, la serie que es ahora tan famosa. Tuve que dar todos los pasos, aprender a dibujar, a entintar, hasta cómo se hace editorialmente el cómic. Había épocas que había que dejarlo y dedicarse a otros trabajos, pero fue cuando me hice la pregunta y decidí claramente qué era lo que quería hacer.
–Y lo que era sólo cómic ahora puede ser también para un personaje de un videojuego...
– Perfectamente. Con Aleta en su momento estuvimos en empresas francesas de cómic, de juegos... Esos comienzos fueron fascinantes, en Play Station veías trabajar a los diseñadores de personajes, cómo creaban. Fuimos a eventos de cómic, a salones, ves a gente de animación, que aquí entonces no había... Llegué incluso a hacer prácticas allí, colaboras muchísimo.
–¿Cuando creas cómic, cómo es el proceso?
–Normalmente son colaboraciones. Es muy raro el autor que haga todo. Muchas veces me pasan la historia ya escrita, aunque hay de todo. desde que te dan el guión con una serie de instrucciones, otros que te dan un esquema o storyboard, en otras ocasines lo tienes que crear tú con el autor para decidir y luego te lo van aprobando poco a poco.
–Nadas cómodo en el mundo de los vampiros... (Publicó Grimorio vampírico)
– (Ríe). Me encanta, siempre me han fascinado. En la época de hacer el libro habían salido otras versiones como muy edulcoradas que se alejaban del mito vampírico que a mí me gustaba tanto. En esa época conocí a Óscar Manrique que también le encantaba y fue apasionante hacerlo juntos. Fue mucha documentación y reflejar todo lo que habíamos mamado nosotros durante toda nuestra vida. Fue bonito salsear en toda la mitología europea, para no repetir y ver cómo había crecido el mito del vampiro pasando por distintos países y a partir de todo eso, crear nuestra versión.
–¿Cómo es dar clase de cómic?
–Surgió de forma espontánea, mi editor de Aleta daba clase y me propuso que diera alguna yo. Después tuve la oportunidad de dar en centros culturales como en Gazteleku de Irun. Me encanta. Ves llegar a todos los jóvenes ilusionados, queriendo crear sus personajes, sus dibujos... Ayudarles a poder plasmarlo es maravilloso. Enseño lo que a mí me hubiera gustado que me hubieran podido enseñar.
–¿Y ahora dónde estás?
–En Artean en Hondarribia, en una escuela de arte donde se mezclan distintas disciplinas. Me ha gustado mucho siempre ese concepto. Y luego también el Kabigorri, donde llevo muchísimos años dando clase. Es un sitio de encuentro para los chavales, donde comparten aficiones. Es muy distinto verlo en un tutorial y copiarlo tú sólo en casa, que estar con un profesor y compañeros. Bueno y también estoy colaborando mucho con Lotura, empresa de animación de Donosti haciendo ilustración más infantil y de colorista de cómic... Y se acaban de abrir un par de proyectos de posible cómic, así que a tope.
–¿Autores favoritos?
–Va por temporadas, porque vas descubriendo formas de dibujar diferentes. Me acuerdo de Bill Sienkiewicz, que cogió los Nuevos Mutantes, El Caballero Luna, que dibujaba de una manera no habitual, muy ilustrador, no hacía anatomías normales... Yo de niño pensaba: si está mal dibujado..., pero luego entendí por qué me atrapaba. Y luego me sigue encantando Daniel Warren Johnson que es muy dinámico, con una línea muy suelta y Mike Allred que es de estética muy pop, muy de pincel... Incluso dentro de mis propios alumnos hay veces que dices: ¡Ostras!
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