Eibar
Eibar honra a la historiadora Elena BarrenaLa Diputación de Gipuzkoa le otorga a título póstumo el Premio Ondare por su contribución decisiva al estudio de la historia del territorio
El Ayuntamiento, lleno de familiares, amigos, colegas y antiguos alumnos, fue el escenario escogido para rendir homenaje a una de sus hijas más ilustres, Elena ... Barrena Osoro. La Diputación Foral de Gipuzkoa celebró allí la entrega del Premio Ondare 2025 a título póstumo a la historiadora eibarresa, en reconocimiento a su extraordinaria aportación a la investigación y a la difusión de la historia de Gipuzkoa y del País Vasco.
El acto, al que asistieron Iñaki y Nora Esnaola, viudo e hija de la homenajeada, tuvo un marcado tono emotivo: la ciudad que la vio nacer en 1953 se convirtió por una tarde en lugar de memoria compartida y gratitud pública hacia quien dedicó su vida a estudiar y explicar el pasado del territorio. Era una deuda de la ciudad con una persona que fue calificada como «educadora, rigurosa, maestra, mentora, exigente..., una persona que supo crear Escuela».
En un vídeo intervinieron colaboradores y familiares que hablaron de su vida y su aportación académica, junto con una representación teatral infantil, además de la interpretación de una canción a cargo del Trío Medianoche.
En su intervención, la directora de Cultura, Mari José Telleria, subrayó el carácter ejemplar de la galardonada y la trascendencia de su legado académico y humano. «Elena Barrena encarna una manera de entender la cultura como bien común y la investigación como un servicio público. Fue una mujer que abrió puertas, que investigó con rigor y sensibilidad, y que ayudó a que muchas jóvenes investigadoras ocuparan espacios que antes les estaban vedados. Este premio es también un reconocimiento a su compromiso con un conocimiento accesible y útil para la ciudadanía», destacó Álvarez, recordando no solo a la especialista rigurosa, sino también a la docente cercana y a la intelectual comprometida.
Barrena desarrolló una larga trayectoria en la docencia universitaria y en la investigación histórica, con aportaciones esenciales al conocimiento de la Gipuzkoa medieval, la formación de las villas y la evolución de las estructuras sociales y territoriales. Su tesis doctoral, titulada Las transformaciones en la organización social de un territorio cantábrico durante la época medieval: la reforma histórica de Guipúzcoa, se ha convertido con el paso de los años en obra de consulta obligada para comprender los procesos que dieron forma al territorio actual. Desde archivos y fuentes muchas veces poco transitadas, supo reconstruir cómo se articularon las comunidades, qué tensiones definieron la vida en las villas y cómo se construyó, paso a paso, la Gipuzkoa contemporánea sobre un entramado medieval complejo.
También divulgadora
Barrena fue una investigadora respetada en los ámbitos especializados, pero también una divulgadora que entendía que el patrimonio y la historia debían estar al alcance de la sociedad. Sus clases, conferencias y publicaciones combinaron siempre la precisión académica con un lenguaje claro, accesible, que permitía a cualquier lector acercarse a la historia de Gipuzkoa sin necesidad de grandes conocimientos previos.
Durante la ceremonia, diversas intervenciones recordaron el papel pionero de Barrena en un tiempo en el que no era frecuente ver a mujeres ocupando espacios de liderazgo académico en el ámbito de la historia. Sus colegas destacaron su capacidad para acompañar a nuevas generaciones de historiadores e historiadoras, animando especialmente a las jóvenes a seguir adelante en un mundo universitario que no siempre les fue fácil. Para muchos estudiantes, su figura fue la puerta de entrada a la historia medieval vasca, pero también un ejemplo de cómo la investigación puede ser una herramienta al servicio de la sociedad y no solo una tarea encerrada en los despachos.
El acto, sobrio y cálido a la vez, sirvió también para subrayar la importancia del patrimonio histórico como elemento de cohesión. La Diputación insistió en que premios como el Ondare buscan precisamente poner en valor la tarea de quienes dedican su vida a investigar, catalogar, preservar y difundir la memoria colectiva. En el caso de Barrena, ese trabajo se ha traducido en una mejor comprensión de la estructura de las villas, del papel de los concejos, de las relaciones entre el territorio y sus habitantes, y de los procesos que han hecho de Gipuzkoa lo que es hoy.
La concesión del VI Premio Ondare a Barena suponía, en palabras de Telleria, «un compromiso renovado con una forma de hacer cultura que no se conforma con acumular conocimiento, sino que lo pone a circular, que lo devuelve a la ciudadanía». En Eibar, la ciudad en la que nació y a la que siguió vinculada a lo largo de su vida, el reconocimiento tuvo un eco especialmente emotivo. La imagen de la historiadora estuvo presente en todo momento, a través de fotografías, de referencias a su obra y de anécdotas que familiares y colegas compartieron al finalizar el acto.
El legado, bien público
Al cerrar la ceremonia, la sensación era unánime: la entrega de premio no solo honraba la memoria de una historiadora que consagró su vida a la investigación y la enseñanza, sino que invitaba a seguir su estela. El legado de Elena Barrena —sus libros, sus clases, su manera de entender el patrimonio como un bien público— queda ahora ligado para siempre a un galardón que, con su nombre, refuerza su razón de ser: reconocer a quienes hacen posible que Gipuzkoa conozca, cuide y valore su propia historia.
El Premio Ondare, creado en 2009 por la Diputación Foral de Gipuzkoa, distingue a personas e instituciones que han contribuido de forma destacada a la investigación, preservación y transmisión del patrimonio cultural del territorio. Desde su primera edición, que recayó en el etnógrafo Fermín Leizaola Calvo, el galardón ha reconocido trayectorias diversas pero unidas por un mismo hilo: el compromiso con la memoria y la cultura compartidas. A lo largo de estos años han sido distinguidos nombres como los de Juan Garmendia Larrañaga, la propia Euskaltzaindia, el músico e investigador Juan Mari Beltran Argiñena o el colectivo Ikerfolk-Argia.
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