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Emilio García y 'Dudosito', héroes de la tarde
Ondeaba la bandera de la nobilísima y santísima sociedad Atzeberetatzu en la plaza cuadrada. Triunfaba el novillero castellano y el toro negro veía, vaya si veía
Sucedió como en las plazas de primera donde toreros que hace nada eran niños deciden asumir la lidia de cuatro toros, cuatro, los del maestro ... corneado y los suyos. En la plaza de Deba hubo un aprendiz de maestro que se rajó. Ignacio Garibay tiene por nombre. Es mexicano, luce maneras y su padre fue matador. Él ha aprendido con lidiadores buenos tal que Fernando Robleño y cortado orejas de peso. En Valencia, por ejemplo. Pero en la mañana del lunes, en el reconocimiento de los erales, el veterinario (y ganadero de reses de casta navarra, Albara es el nombre de su hierro) Asier Albite detectó una nube en uno de los ojos de 'Dudosito', el número 100, el primero que en la finca de la ganadería de Puerto de San Lorenzo (Tamames, Salamanca) habían elegido los 'veedores' de la feria de Deba, por tan buena planta que tenía, por sus aires de bicho que mostraría, seguro, bravura y casta sobre la arena. Una nube. Una nube tenía en un ojo 'Dudosito' en la mañana gris del encierro en Deba. Y dijeron los Garibay, padre e hijo, que ciego estaba el morlaco que en sus genes llevaba antigua sangre de Parladé. Y se negó Ignacio hijo a torear. Y como el otro novillero anunciado, Fernando Vanegas, venezolano, se había caído del cartel porque había sufrido percance grave el día 14 en Roquefort (fue aplastado contra las tablas) solo quedaba alguien para defender la tarde del lunes, con casi las 1002 localidades vendidas: Emilio García. Y el salmantino, ganador el año pasado del Bolsín Taurino Botijo de Filigrana, aceptó el desafío. Acompañado de una exquisita cuadrilla que le aconsejaba desde las tablas con mesura y donosura, arropado también por el sobresaliente Daniel Sancho Galán, que lo hizo bonito en todos los quites que le ofreció Emilio para su lucimiento, García Torres conquistó Deba, cortó las dos orejas a 'Langosto', su tercer toro y salió, lógicamente, a hombros mientras los invitados de la ciudad hermana de Kanbo, las autoridades locales y algunos aficionados de raza y casta brindaban por el triunfo del esbelto, valiente y estiloso novillero con champagne Rothschild, regalo del alcalde de la villa labortana, Christian Devèze.
Que no, que no estaba ciego 'Dudosito'. Que vio bien claro que él también tenía que darlo todo en la cuadrada. Como lo dieron el alguacilillo Arkaitz Arakistain, los areneros Ekaitz y Eñaut. O la banda, que abrió la tarde con 'Puerta Grande' y siguió tocando maravillas como 'Nerva', 'Manolete' o 'Club Cocherito'.
Darlo todo por Deba y su afición. Como lo ha hecho durante 25 años el torilero Aiert Zalba, que ayer recibió merecido homenaje. Todos fueron valientes en la tarde. 'Bilbaino', por supuesto pues vendió cara su muerte y le rasgó la taleguilla a Emilio. El otro 'Langosto', que era negro pero muy salpicado, listón y hasta bragado. Como Lucía Fraile, la ganadera. Como el artista que osó pintar un cartel de fiestas donde San Roque era mujer. No ganó, pero hay pegatinas que demuestran osadía tal. Hubo héroes en Deba el lunes. Y santos de carne y hueso tomando café. Sí, pues uno de los socios de Atzeberetatzu ha servido de modelo al pintor J. Ignacio. Trecu, 'Xiku', para el rostro del santo patrón en el cuadro de la calle que lleva a la plaza. Hubo héroes y santos en Deba.
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