«Empecé a coleccionar radios con 12 años y ahora tengo 73, son mi pasión»
Javier Soler expone a partir del lunes en Kultur Etxea 'Sonidos en el recuerdo' un viaje al pasado radiofónico a través de curiosas piezas
La pasión por la radiodifusión y los transistores y receptores antiguos del donostiarra Javier Soler, hace que atesore un centenar de 'joyas', muchas de ellas ... restauradas por él mismo, que a partir del lunes y hasta el 19 mayo, podrán disfrutarse en la sala de exposiciones de Kultur Etxea bajo el título 'Sonidos en el recuerdo'.
Soler invita a través de radios antiguas de mesa y de suelo, radiotransmisores, magnetófonos, tocadiscos ... y un buen número de voltímetros para la alimentación, así como válvulas o lámparas, tanto para aparatos de recepción, como para los centros de transmisión, a echar la vista atrás. A viajar a tiempos en los que la radio era el medio de comunicación y entretenimiento cultural por antonomasia, un artículo esencialmente doméstico, pero también social. Y es que la radio revolucionó los sistemas de comunicación y la cultura de masas del siglo XX.
A las personas más mayores les evocará su infancia y los más jóvenes podrán descubrir la evolución que ha experimentado este medio, colaborando en ambos casos a visibilizar la importancia de preservar un patrimonio que revolucionó las comunicaciones humanas y dio pie al desarrollo de tecnologías posteriores como la televisión, el sonar, el radar o incluso internet.
A Javier su afición por las radios le llegó a temprana edad. «Me gustaba tanto escucharla que empecé a interesarme por su funcionamiento y a desmontar aparatos. Inicié mi colección con 12 años y ahora tengo 73. Me llamaban la atención sus formas, sus cajas, y como los de alrededor sabían de mi hobby, me daban las que se estropeaban y yo las arreglaba. Otras las he cogido incluso de la basura y obviamente hay piezas que también he comprado o me han regalado» relata.
La más antigua, de 1931
Le tiene especial cariño a una que le obsequió su hijo, que vive en Alemania. «Sabía que le tenía echado el ojo a una que se ve en todas las películas de nazis y viajó hasta Austria para hacerse con ella. Es un aparato con mucha historia que conserva la persuasiva pegatina que Hitler obligaba a incorporar en todas las radios» explica.
Otra de sus predilectas es una Marconi que le regaló un amigo. «Me gusta por su estética. La desmonté, la limpié, la restauré y a día de hoy funciona», sostiene. Originales son asimismo una empleada en los carros de combate de la Segunda Guerra Mundial y otra marina, para radar y rescate sumergible alimentada con una manivela.
La mayoría de las radios datan de «los años cuarenta hasta los sesenta más o menos, siendo la más antigua una Philips tipo capilla de 1931» señala en vísperas de la inauguración. «Buena parte de ellas funcionan a pesar de que no es fácil encontrar piezas» concluye invitando a la muestra que podrá visitarse de 18.00 a 20.00 horas en Kultur Etxea.
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