Arrasate-Mondragón
La memoria de los alumnos de 1965Antiguos estudiantes del colegio San José plasman sus vivencias de hace 60 años en un libro con fotos y documentación relativa a aquel año
El testimonio de 13 compañeros narrando sus experiencias personales y una ingente labor de documentación han alumbrado un documento que radiografía la vida del ... Mondragón de 1965 desde el recuerdo de los alumnos que en junio de aquel año terminaban sus estudios de Bachillerato Elemental en el colegio San José.
Se trata de un trabajo admirable de 153 páginas de extensión que recopila, al cabo de sesenta años, las vivencias escolares, deportivas, familiares, vacacionales y, sobre todo de amistad. Todo ello aderezado con fotografías que recorren las seis décadas transcurridas, y un surtido de actas municipales, anuarios industriales y comerciales, programas festivos y una relación de acontecimientos fechados en 1965.
Testimonios
Pero sin duda el corazón de este ejercicio de memoria que nos retrotrae sesenta años atrás yace en los testimonios aportados por los alumnos Ángel María García, Fernando Laspiur, Calixto Olabe, Fernando Zubillaga, Iñaki Gorospe, Jesús Oyanguren, José Antonio Ajuria, José Luis del Campo, Juan José Zabala, José Pablo Urtubi, Juanjo Zabarte, Luis Sagasta y Santi Aranbarri.
La transcripción de las 8 horas de grabación audiovisual realizada por Dragoi Produkzioak transmite las vivencias de unos chavales que, más allá de la actividad escolar y religiosa, en época vacacional «estábamos todo el día en la calle». Como cuenta Calixto Olabe, «andábamos en la calle, íbamos al monte con el tiragomas a cazar, también solíamos ir a la presa de San Prudencio a bañarnos. Allá a medio tarde robabas, si le puede llamar robar, una o dos manzanas para merendar y punto. Una vida, digamos, un poquitín salvaje».
En tren a Deba
Las salidas estivales familiares que se estilaban por la época consistían «para la mayoría» –cuenta Jesús Oyanguren– en que «un día te llevaban a Deba en el tren, transbordo en Maltzaga, dos horas en ir, te bañabas, comías la tortilla de patatas o el filete empanado en la playa, y otra vez a coger el tren».
Tampoco faltan algunas de las tropelías cometidas por aquellos chavales inquietos. Sin nombres, desde el anonimato, se relatan las inevitables trastadas, como las relativas una 'visita nocturna' a una tienda local, la fabricación de cachimbas con cañas de bambú o la peligrosa voladura de latas con carburo.
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