Ha llegado el circo a la ciudad
JAVIER SADA
Viernes, 31 de julio 2009, 05:48
Cualquier tiempo pasado no fue mejor... o sí. Para el mundo del circo la memoria nos indica que sí fue mejor. Cuando se acercaba el mes de agosto San Sebastián llegaba a contar hasta con tres circos. Circos de los de antes, instalados en Amara, en Gros y en el Antiguo. Circos con grandes figuras como la trapecista Pinito del Oro, el domador Ángel Cristo o los payasos Hermanos Tonetti... que por sí mismos llenaban las gradas.
Era cuando las orquestas eran de verdad, en vivo y en directo, cuando el presentador no era una voz en off sino el clásico señor que sombrero de copa en mano acompañaba a los artistas que eran eso: artistas y sólo artistas, sin que antes de comenzar la función tuvieran que hacer también de taquilleros, de porteros, de acomodadores y de vendedores de números para la rifa.
Cuando las plantillas del circo eran numerosas y no se reparaba en gastos... Desde el Berlín Circus con sus tres pistas y profusión de figurantes en Sagüés hasta el Amar en la plaza de Pío XII o el Price y el Gran Circo Americano cuyas estrellas todavía decoran algunas caravanas de los circos actuales.
Lo recordaba EL DIARIO VASCO de hoy hace medio siglo: ¡Ya viene el circo! Y la noticia se vivía como un acontecimiento y las colas para conseguir una entrada daban y redaban vueltas al recinto. ¡Una ciudad sobre ruedas se acerca a San Sebastián! ¡Qué ilusión! «El Circo Hungría, de Budapest, ha traspasado el telón de acero para actuar en la Europa Occidental».
No estaba lejana la también noticia de que «El Circo Price, que dirige Circuitos Carcellé, se ha instalado en el Kursaal»... medio centenar de palomas amaestradas, siete leones bravos y feroces, el trío de payasos Tony Diaz y las muchachas del conjunto...
El Circo Chino de Pekín, los osos polares y los elefantes desfilarían en vistosas y coloristas carrozas por las calles más céntricas... y el húngaro, el que había traspasado el telón de acero, ofrecería un espectáculo «como jamás se ha conocido en San Sebastián».
¡Ya viene el circo!, publicaba EL DIARIO VASCO, «y el trepidar de sus motores se oye en Amara»... los inverosímiles saltadores, los exóticos animales, los arriesgados trapecistas maestros de los saltos mortales... Era el milagro del Circo de ayer cuando, al parecer, había presupuesto para la contratación de personal, cuando existían figuras internacionalmente conocidas con tanto poder de convocatoria como los protagonistas de cualquier película y cuando la fantasía, el derroche de color y el buen gusto todavía figuraban como Norte del Mundo del Circo.