La escultura de Navarro Baldeweg, en el museo Oteiza
CRISTINA AGUINAGA
Viernes, 1 de julio 2011, 05:25
'Grávido o liviano' es el título de la nueva muestra temporal que se expone en la fundación museo Jorge Oteiza de Alzuza (Navarra). Obra del arquitecto, pintor y escultor Juan Navarro Baldeweg, supone el primero de los «encuentros» que la fundación ha querido hacer para «confrontarlos» con el trabajo del artista oriotarra. Incluye el proyecto denominado La Mesa, trabajado por Navarro entre 1973 y 2006 y propiedad ahora del museo Reina Sofía. Está conformado sobre un gran escenario sobre el que se disponen un conjunto de piezas que forman una singular propuesta artística y muestran el «equilibrio, la gravedad y la tensión estructural».
En total, en el museo de Alzuza se pueden ver las 31 obras que a su vez componen 'La Mesa', una estructura de 130 x 220 x 950 centímetros. El conjunto actúa como un laboratorio, «un continuum en el que las combinaciones estructurales y formales se multiplican sobre la extensa superficie de la mesa, generando espacios dinámicos cargados de significación».
Juan Navarro Baldeweg presentó ayer en el museo Oteiza esta exposición. Allí explicó su preocupación por lo experimental, «más allá de lo arquitectónico» y tan del gusto de Oteiza, según reconoció. De hecho, se mostró «honrado» por exponer su escultura (ha enseñado más su obra pictórica, además de la conocida obra arquitectónica como el museo de la evolución humana de Burgos o los museos del Canal en Madrid) en el museo Oteiza. «Lo conocía con anterioridad y es uno de los más bellos, por el continente y por el contenido. Su interior es muy bello y único y refleja el gran maestro que lo diseñó. Respecto a la obra, todos nos rendimos ante la maestría y genialidad de Oteiza, que trabajaba como nadie sobre la capacidad de expresar el espacio, una noción difícil. Sigue la tradición de los grandes escultores españoles y es un honor muy grande que se acoja mi exposición en este espacio y en compañía de Oteiza», reflexionó ayer.
La muestra se completa con 160 dibujos. «Es la parte en la que se ve el proceso creativo desde 1973 a 2006 recogido en cuadernos. Se ve cómo parten las ideas, algunas no realizadas pero en las que se ven las posibilidades y el proceso de investigación. Tiene carácter experimental, como le gustaba a Oteiza», añade este santanderino nacido en 1939. Navarro destaca que la obra no se caracteriza por su belleza singular, sino que invita al deleite y a cuestionar la materialidad de las cosas.