«Somos asquerosamente ricos y tiramos demasiadas cosas a la basura»
El científico y divulgador ofrecerá esta tarde una conferencia en San Sebastián
JAVIER PEÑALBA
Jueves, 24 de junio 2010, 03:58
Manuel Toharia (Madrid, 1944), director del complejo Ciudad de las Artes y de las Ciencias así como del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia, apuesta por la reutilización y el reciclaje como herramientas para poner freno a tanta basura. El científico y divulgador ofrecerá hoy, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de San Sebastián, a las 19.00 horas, una conferencia titulada 'Acabar con la civilización del desperdicio'.
- Acabar con la civilización del desperdicio. Un poco complicado, ¿no le parece?
- Sí, pero es una necesidad. Bueno es que vayamos siendo conscientes de que, efectivamente, vivimos en una civilización basada en el desperdicio. No hay más que ver un dato que es muy curioso y a la vez terrible. Si se quiere conocer el nivel de desarrollo o riqueza de un pueblo, basta con medir su basura. La cantidad de desperdicios por día y habitante constituye un índice de desarrollo mucho más preciso que el de los números de teléfono, televisores o camas de hospital. Esto significa que cuanto más rica es una sociedad más tira las cosas que tienen valor.
- Lo lógico sería pensar que los países más desarrollados son especialmente cuidadosos con la basura.
- Es ciertamente paradójico. La riqueza debería conllevar que seamos capaces de utilizar de la mejor manera los recursos que consumimos. Y cuando hablo de recursos me refiero al agua, energía, comida, medicamentos, coches... Y, sin embargo, sucede lo contrario: cuanto más ricos, más desperdicio.
- No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia.
- Así es. Recuerdo que una vez salí de Barajas con una huelga de limpiadores, con las instalaciones llenas de papeles y porquería. Iba a Helsinki y cuando llegué le conté a la persona que fue a recibirme cómo había dejado el aeropuerto de Madrid y lo limpio que estaba el suyo. Se extrañó de que tuviéramos limpiadores en el aeropuerto. Me dijo: 'nosotros no podemos permitirnos el lujo de ensuciarlo'. Claro, Finlandia es un país muy educado en valores que aquí no se han fomentado nunca.
- ¿Cuáles son los primeros pasos que hay que dar para contribuir a esa reducción del desperdicio?
- Lo primero que hay que hacer es reconocer que tenemos un problema con los residuos, de todo tipo, industriales y domésticos. Este problema hay que enfocarlo de una manera racional porque no va a desaparecer por arte de magia. En segundo lugar, hay que reducir al máximo nuestros consumos superfluos. Esto que suena muy bien, es muy difícil de aplicar. Fíjate que contrasentido. Ahora podemos consumir frutas exóticas en cualquier época del año. Cuando era niño, en Madrid sólo comíamos fresas en mayo. Los ajos que compramos en los supermercados vienen de China. Curiosamente, en Cuenca tenemos los mejores ajos del mundo, pero son más caros. Por algún sitio, algo está fallando. Hay que reducir consumos superfluos y, en lo posible, consumir lo que está más cerca. De esta manera se reduce el impacto de los transportes y otros.
- También hay que reutilizar más.
- En efecto, hay que reutilizar al máximo. Y vuelvo a poner un ejemplo. De pequeño iba a la bodega de debajo de mi casa y allí compraba el sifón que luego mi padre le echaba al vino. Pues bien, yo iba con el casco vacío y me daban otro lleno. O llevaba la botella de vino y me la llenaban de la barrica o el garrafón. Ahora todo es de usar y tirar, hasta los pañuelos. Antes eran de tela y se lavaban. Al final, la política de usar y tirar va en contra de la reutilización. Es cierto que hay cosas que no se pueden volver a emplear, pero otras muchas sí. Y esto reduce en gran medida el volumen de los residuos.
- Hoy en día todo se vende envasado y embalado.
- ¡Anda que no nos dan envases cada vez que compramos algo! Hay que reducir al máximo esos 'packs' que llevan papel y plástico y no sé cuántas cosas más, claro está sin perder las ventajas respecto a la preservación de las cualidades del producto.
- Ha comentado usted en no pocas ocasiones que otra de las palabras clave es la de reciclar.
- En efecto, los materiales de los que están hechas las cosas que no nos sirven podemos reciclarlos. No todo es fácil o incluso útil o rentable, pero lo que se puede hay que reciclarlo.
- ¿Y qué hacemos con los residuos que no se pueden reciclar?
- Antes se tiraban en cualquier lugar, en vertederos..., y si era aceite de coche usado, en las cunetas. Ahora se buscan otras soluciones para obtener valor a eso que queda.
-¿De qué manera?
- De muchas formas. Hay plantas en las que los objetos estropeados o usados que no sirven para nada se arreglan y luego se revenden a países pobres o a personas con bajos recursos. Esto, por ejemplo, se hace en una planta modélica que hay en Palma de Mallorca. La última solución, si el objeto es combustible, es quemarlo a altas temperaturas de tal manera que se obtenga una energía que luego puede ser utilizada, bien para producir electricidad o calentar el agua. Hay una serie de soluciones que ya se aplican en otras muchas partes, principalmente en el mundo desarrollado. El país más puntero en este aspecto es Dinamarca, también Alemania y Holanda.
- Ha hablado usted de quemar la basura que no puede ser reutilizada ni reciclada. ¿Es partidario de las plantas incineradoras?
- No estoy a favor ni en contra de nada. Observo las cosas con racionalidad. Incinerar, quemar, combustión... Yo soy hincha de nada. Lo que tengo claro es que esta solución se aplica de manera racional en todo el mundo. Ahora se hacen cosas lo más modernas y tecnológicamente desarrolladas posibles. Si se hace en otras partes,¿ por qué aquí no? ¿Porque no les gusta a unos señores? Nunca entenderé las posturas que no se basan en la concreta racionalidad. Yo no pienso convencer a nadie.
-¿Cómo ve la recogida puerta a puerta?
- Lo ideal es la separación de la basura en origen, en casa, y la recogida puerta a puerta. Es decir, separación y reciclado de todo lo que se puede separar y reciclar e incineración última de la fracción que sobra, si es combustible. Si no lo es, se lleva a algún depósito inerte. Ahora bien, la recogida puerta a puerta y la separación en origen presentan gravísimos errores. Primero porque hay gente que no colabora; segundo, porque también hay personas que se equivocan, y, tercero, porque falta una clara conciencia de la gente que antes tiraba todo a un sólo cubo y ahora lo tiene que depositar en los cuatro o cinco que tienen en casa. Por lo tanto, casi lo más eficaz es la separación en puntos limpios, donde hay contenedores para vidrio, orgánicos, papel.. aunque ahí también se cometen errores. Con lo cual, lo adecuado es la separación en destino, en el centro de tratamiento de residuos. De todas formas, yo no renunciaría a lo anterior porque tiene un poder didáctico, concienciador, muy importante. Aunque puede haber errores y gamberradas, por su poder educativo mantendría la separación en origen. Es costosa, pero es muy útil desde el punto de vista educativo. Esto ayuda a que la gente se dé cuenta de que somos asquerosamente ricos y tiramos demasiadas cosas a la basura.