ETA intenta una matanza de ertzainas con dos bombas trampa en un repetidor de Hernani
Estaban listas para estallar contra los agentes que debían investigar una explosión previa. El plan se desbarató gracias a las medidas de seguridad que tomaron los policías
JORGE SAINZ
Sábado, 17 de enero 2009, 04:12
DV. La Ertzaintza volvió a escapar ayer de la trampa mortal de ETA. La organización terrorista buscó una masacre de ertzainas con dos bombas trampa escondidas en un monte de Hernani en el que previamente había hecho estallar a la una de la madrugada un artefacto contra un repetidor de televisión para atraerles al lugar. Pero los agentes actuaron con cautela, esperaron a que amaneciera y con la luz del día pudieron hallar y desactivar los explosivos.
Las dos bombas trampa estaban ocultas entre la hierba junto al pequeño camino de acceso a la antena y en ambos casos estaban conectadas a un fino cable de pita que atravesaba el camino y que hubiera explotado si los agentes hubieran tropezado con él. La primera, que estaba cerca del repetidor, contenía ocho kilos de amonitol. La segunda, colocada en la misma zona, tenía diez kilos de este explosivo, dos de metralla y estaba programada con un temporizador para estallar a las 3.30 de la madrugada, aunque el mecanismo no funcionó. El departamento vasco de Interior tiene claro que ETA buscaba con este segundo artefacto «ocasionar una masacre» entre los agentes y el resto de servicios de emergencia que acudieran a socorrer a las posibles víctimas de la primera bomba trampa.
La alarma se desató a la una de la madrugada del viernes, cuando un gran estruendo procedente del monte Santa Bárbara pudo escucharse en Hernani y Urnieta. Una bomba de ocho kilos de amonitol había deflagrado junto al repetidor, aunque la oscuridad impedía saber qué había ocurrido. Los vecinos avisaron a la Policía Municipal y la Ertzaintza comprobaron que había problemas en la recepción de televisión y telefonía móvil. Pero en la mente de los ertzainas apareció el recuerdo del atentado frustrado en febrero en el repetidor del monte Arnotegi de Bilbao, donde ETA empleó una estrategia muy similar a la de ayer. La Policía vasca sospechó de una posible trampa y decidió no actuar de noche, a la espera de que la luz de la mañana aclarara el lugar para saber el suelo que pisaban.
Y efectivamente el terreno estaba minado. A medida que los agentes subían la empinada y angosta pista forestal que lleva al repetidor comenzaron a hallar evidencias como unos carteles con la inscripción 'Kontuz bonba. ETA'. Una patrulla cortó el paso de la pista que nace de la carretera que une Hernani con Lasarte-Oria y por la que se accede al monte Santa Bárbara, muy conocido por los practicantes de la escalada en roca. Por la zona, situada a las afueras de Hernani, se ubican algunos restaurantes y sidrerías.
Temporizador
Artificieros comenzaron el acercamiento al lugar adoptando las máximas medidas de seguridad. Unos sesenta metros antes de llegar al repetidor descubrieron un sedal que atravesaba el camino por el que tenían que pasar. El cable de pita transparente estaba conectado con una bomba introducida en una mochila bajo la hierba en la cuneta. Si alguno de los policías hubiera tropezado con el cable, hubiera provocado la deflagración de la trampa, que finalmente fue neutralizada hacia el mediodía.
En la misma zona, un poco más adelante, los ertzainas hallaron al poco rato una segunda bomba dentro de una olla que, a su vez, había sido introducida en otra mochila. Este artefacto era a su vez una segunda trampa destinada a provocar una «masacre», según Interior, contra los agentes que acudieran a socorrer a los heridos de la primera bomba trampa.
De hecho era más potente, con diez kilos de amonitol reforzados por dos kilos de metralla. El segundo artilugio también se detonaba al pisar el fino hilo de pita. Y en el caso de que estos últimos no hubieran pisado este sedal, los etarras habían preparado la explosión mediante un temporizador programado para las 3.30 horas, en la suposición de que los agentes continuarían en el lugar recogiendo evidencias o atendiendo a sus compañeros. No obstante este mecanismo no se activó.
Los terroristas daban por supuesto que los ertzainas no entrarían de noche a las instalaciones del repetidor y por eso, a diferencia de otras veces, colocaron las trampas alejadas unos sesenta metros más abajo. Pero los agentes redoblaron esta vez su cautela y el plan etarra no tuvo éxito.
Con este atentado, ETA sigue presionando a símbolos del PNV y al entorno del nacionalismo, como ya hizo con la bomba contra EiTB o el asesinato del empresario Inaxio Uria en Azpeitia.