Itzulia

La revancha del Tour ya está en marcha

Tadej Pogacar gana en Ermualde por delante del líder Primoz Roglic y los dos eslovenos transmiten la sensación de tener la carrera bajo control

Iñaki Izquierdo

Llodio

Miércoles, 7 de abril 2021, 20:51

Hagan sitio, está en juego la revancha del Tour. Tadej Pogacar (UAE) y Primoz Roglic (Jumbo) han apartado a todos sus rivales en ... la subida a Ermualde, como si quisieran que se viera claramente, sin interferencias, cuál es el tema central de esta Itzulia: el mano a mano entre los dos eslovenos, con todo lo demás en segundo plano. Nadie devolverá a Roglic el Tour perdido el penúltimo día, pero el honor está en juego.

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Apenas han abierto distancia en las duras rampas hacia la preciosa ermita de Santa María del Yermo, 3,2 kilómetros al 11,1% de media. Solo cinco segundos a Alejandro Valverde (Movistar), Adam Yates (Ineos) y Mikel Landa (Bahrain), pero cada uno de esos segundos se convierte en un mundo cuando los dos ciclistas eslovenos están por delante.

Que el tiempo es relativo se sabe desde hace tiempo. No es lo mismo ir líder con un segundo de ventaja que ir segundo a esa misma diferecia. Al primero le parece que no es nada, al que persigue se le antoja una eternidad. Esa es la sensación que dejan Pogacar y Roglic.

Han subido a arreones la cima laudiotarra, despreocupados de dar continuidad a su poderío. Una arrancada cada 300 metros, más o menos. Y parar. Con cada aceleración, el resto se ha quedado atrás, probando que los eslovenos juegan otra liga. Tras cada reagrupamiento, Pogacar ha vuelto a arrancar para provocar la misma escena, los dos grandes protagonistas del último Tour solos en cabeza. Así, toda la subida, hasta que ya a medio kilómetro de meta Roglic ha hecho su acelaración para jugarse con su paisano la victoria de etapa y las bonificaciones, para desesperación de un Valverde valiente pero también un paso por detrás.

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Los dos eslovenos habían ido por la mañana a conocer el terreno. Tan diferentes en todo, en esto coinciden: son metódicos. Los dos sabían, por tanto, que había que coronar en cabeza porque los últimos 300 metros eran en bajada y no se iba a poder adelantar ya que la carretera no dejaba espacio para ello. Ha esado más hábil el joven. Pogacar ha tomado la delantera y Roglic no ha corrid riesgos innecesarios. En una escena que le define, ha entrado segundo manipulando su cuentakilómetros, como si ya estuviera sacando números de lo sucedido. El ganador del Tour le ha restado cuatro segundos por la bonificación y se coloca a veinte del vencedor de la Vuelta a España.

La sensación de superioridad que han ofrecido es mayor que la distancia en segundos que han obtenido y esta circunstancia ha debido de tener su efecto en el resto de favoritos. En cierto modo, ha sido una actuación desmoralizadora para los aspirantes, ya que parece que manejan con facilidad la carrera, que pueden marcharse cuando quieran y que si no han sacado más ventaja es porque la única que les interesa es la que hay entre ellos. Que enfrente tengan a gran parte de la aristocracia del ciclismo internacional no les inquieta.

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Buzos de Tubacex

Por lo demás, la etapa no ha respondido a las expectativas y la dureza de las rampas de Ermualde no ha tenido efecto en el desarrollo de la carrera. Eso no ha quitado atractivo a la jornada para el gran público. Los aficionados alaveses y vizcaínos han acudido en gran número a las carreteras. En algunos tramos, la presencia de seguidores no ha sido muy distinta a la de la vieja normalidad.

En las cunetas se han dejado ver los buzos grises de los trabajadores de Tubacex. El ciclismo es un deporte modesto, el único que sale al encuentro de la gente y no al revés. Al campo de fútbol hay que ir, el ciclismo pasa por la puerta de las casas. Trabajadores que luchan por su pan, en protesta por el expediente de regulación de empleo presentado por la empresa que mandará a más de cien de ellos a la calle. Con su drama encima, han animado a los corredores y se han ganado el aplauso de sus vecinos. Su solidaridad ya la tenían.

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No han visto una gran etapa, de todas formas. Resultó mucho más interesante la subida del martes a La Asturiana, con alternativas, juego táctico e incertidumbre. Este miércoles todo ha sido evidente. Hasta que Adam Yates, cuando enfrente están Pogacar y Roglic, no es el ciclista dominador de la Volta. La Itzulia es la revancha del Tour y se nota. El duelo entre los dos eslovenos empieza a coger la altura de las grandes rivalidades y ninguno parece dispuesto a conceder nada cuando el que está al lado es su vecino. En realidad, ninguno concede nada nunca porque siempre salen a ganar. Todas las carreras.

Las claves

  • Sin diferencias. El desenlace fue el típico de las etapas con un puerto corto de grandes porcentajes al final

  • Velocidad. Los eslovenos subieron los 3,2 kilómetros al 11,1% hasta Ermualde en 10:20, a una media de 18,5 por hora

  • Cuarta etapa. Jaizkibel y Erlaitz, con menos dureza, ofrecen en cambio más opciones tácticas para moverse

La de la tercera etapa de la Itzulia es la quinta victoria de la temporada para Pogacar, tras la general y una etapa tanto en el UAE Tour como en la Tirreno-Adriatico, las dos vueltas por etapas que ha disputado antes de la Itzulia (la otra carrera que ha corrido es la Strade Bianche, donde fue séptimo). Siempre que se ha puesto de líder en una vuelta la ha ganado. Por ahora, es segundo a 20 segundos de Roglic.

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Etapa por Gipuzkoa

En la cuarta etapa de la Vuelta al País Vasco tienen una nueva oportunidad de medir fuerzas, camino de Hondarribia. Una etapa más abierta, más interesante que la de ayer, que adoleció del gran problema de siempre de estas jornadas con un puerto corto de rampas exageradas al final: que no pasa nada porque no puede pasar. Esos porcentajes frenan a los ciclistas y no se abren distancias.

El ritmo al que se sube es asfixiante y, a este nivel, la carrera no se rompe porque la calidad es inmensa. Los eslovenos han subido los 3,2 kilómetros al 11,1% hasta Ermualde en 10:20, a una media de 18,5 por hora. Una barbaridad que no deja margen.

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Con dos puertos clásicos como Jaizkibel y Erlaitz, sin porcentajes de locura, el abanico se abre y hay más opciones sobre el papel. Todo el mundo puede moverse y los equipos pueden planear estrategias. El Astana está en boca de todos, después de que en Ermualde no pudieran colocar a nadie delante. Fuglsang es su primer hombre, a 1:21, muy lejos. Medio minuto más atrás está Ion Izagirre. Conocen el recorrido y necesitarán encontrar un resquicio. La última bajada también tiene miga, aunque parece que no lloverá. En el descenso hacia Oiartzun han acabado por el suelo huesos tan ilustres como los de Zulle y Jalabert.

La etapa saldrá de Vitoria, pero 168 de los 189 kilómetros de la jornada transcurrirán por carreteras guipuzcoanas. Desde Arlaban hasta el circuto final por Jaizkibel y Erlaitz. La meta estará situada junto a la playa de Hondarribia.

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En pura lógica, un grupo amplio debería presentarse en la llegada para jugársela al sprint. Pero en este ciclismo donde los grandes lo quieren todo no se puede dar nada por hecho hasta el final. Que se lo digan a Roglic.

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