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Seguro que alguna vez –posiblemente muchas más de las que quisieras– has notado un cansancio totalmente injustificado, un humor de perros que no sabes a ... qué viene y unas invencibles ganas de quedarte en el sofá sin hacer nada. «El caso es que has estado todo el día sentado, sin estrés, has dormido bien... pero te sientes agotado, sin fuerzas, sólo fantaseas con ser un oso para poder hibernar y alejarte de todo», describe Marina García Fuentes, psicóloga clínica y directora del Instituto de psicología y desarrollo personal Psicode.
¿Quién no reconoce esa sensación? La de que algo «te ha absorbido la energía». Y no se trata de una actividad que nos haya 'cansado' el cuerpo –mucho trabajo, mucho gym...–, «porque de esas te recuperas a nada que pares y te des una ducha». ¿Qué es entonces lo que nos ha mermado la batería interna? Una de las razones más habituales para que se nos 'descargue' sin motivo es que alguna persona con la que interactuamos ha provocado ese bajón. «Coloquialmente, se les llama 'vampiros energéticos'», indica la experta. Y, sí, existir, existen.De hecho, abundan.
Las psicóloga asegura que si nos paramos a pensar un minuto, todos podemos identificar a alguno de estos 'chupavidas'. «Son personas que no suman, sino que te restan. Se las llama 'personas barrote', te ponen obstáculos en tu día a día», indica la psicóloga. Según añade, son una fábrica de quejas, críticas, chismes y dramas y quieren ser el centro de atención, porque su ego es inmenso, del tamaño de su falta de empatía: «Manipulan para llevar la conversación a su mundo de negatividad y hacen sentir culpables a los demás cuando no les retroalimentan el rol de víctimas», apunta.
El prototipo humano que acaba de describir Marina García Fuentes existe en todas las empresas, en todas las cuadrillas de amigos y puede que hasta incluso en todas las familias. Pero hay dos variantes de este tipo de personalidad que son quizá las más reconocibles. Ahí van:
«Solo aparecen cuando ellos lo necesitan, porque han discutido con su pareja, por ejemplo, y apelan a la gran amistad que os une para que les prestes atención. Y tú eres incapaz de hacer frente a su chantaje emocional, porque luego te hacen sentir culpable. Así que haces lo que sea por quedar con ellos. ¿Qué suele pasar? Durante la cita, los amigos intermitentes te detallan todos sus problemas y cuando vas a contarles tú algo de tu vida, te interrumpen y te dicen 'qué bien quedar contigo, mejor vámonos que mañana madrugamos'. Al día siguiente te despiertas con dolor de cabeza», señala la psicóloga. Así que el 'vampiro' sale libre de tensiones, liberado al desahogarse y el otro, el 'escuchador'... aturdido y con un sentimiento de frustración enorme por su incapacidad de poner límites.
Tal y como explica la psicóloga, es el que va a hablar contigo constantemente «sobre las malas intenciones de la empresa, del jefe, de los otros compañeros, de la persona de la limpieza y del reponedor de la máquina expendedora. Nadie se salva. Todo son quejas y chismorreos». Es ese tipo de persona que ante cualquier proyecto nuevo empieza a resoplar y a ver una futura catástrofe, que 'cacarea' por todas las esquinas. Y nos cansan tanto que a veces hasta fingimos estar hablando por teléfono para no tener que escucharles... «Y si en algún momento estás charlando con otra persona, aparecen como por arte de magia y acaparan la conversación, y le dan la vuelta para que esta termine en criticar algo y generar mal rollo. Y lo peor de todo esto es que suelen 'contagiar' su halo de negatividad: acaban sembrando la inseguridad en sus víctimas y la sensación de falta de control.
-Escucha a tu cuerpo. De la misma forma que sabes que hay alimentos que no te sientan bien, observa las señales de incomodidad que te crean las personas con las que tratas (se tensa tu cuerpo, suspiras de más, se acelera tu pulso, te cuesta concentrarte). «Es como si tu cerebro te pidiera irte. Te propongo un experimento: cuando estés con diferentes personas, para unos segundos y valora como te encuentras, te sorprenderás de las diferencias que sientes según con quién te encuentres. Fíjate en tu postura, habla, tensión corporal, contacto visual, lo que te dices mentalmente... E igual que evitas ciertos alimentos, evita ciertas personas o, al menos, disminuye su contacto con ellas».
-Aléjate de la crítica. No seas testigo de las palabras negativas de los 'chupaenergías' ni mucho menos las retroalimentes. «Porque no te ayudarán, hazme caso, solo te desgastarán y acabarán bajando tu estado anímico. Apartándote de estas conversaciones, enseñas al 'vampiro energético' que ese tipo de interacción no te gusta.
-Pon límites en la escucha. Puedes decirle abiertamente que estás con mucho lío y que no puedes alargarte en la conversación. También de forma amable puedes decirle, 'esto ya lo hemos hablado muchas veces, ¿te parece que hoy pasemos a otra cosa?'
-No les des tu atención cuando estén en 'modo queja', 'modo protagonista' o monopolizadores de conversaciones. ¡Es que repetirán este comportamiento cuando tras hacerlo reciban tu atención! «Intenta relacionarte con ellos, cuando estén en 'modo escucha' del otro, cuando hablen de cosas alegres en lugar de dramas y cuando estén pensando en soluciones y planes de acción en lugar de problemas», aconseja. Se trata de hacer un poco de pedagogía a ver si aprenden.
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