Guía imprescindible para estrenar tu nuevo ordenador

Un aspecto que se suele pasar por alto… pero que no siempre resulta tan obvio: ¿llega con sistema operativo preinstalado? A no ser que te guste trastear con las distribuciones de Linux, te hayas rendido a los Chromebook u optes por una solución de Apple, contar con una versión actualizada de Windows se antoja imprescindible. Sin embargo, no son pocos los modelos que se ahorran el software de Microsoft en favor de unas mayores prestaciones y unos precios más ajustados. Si este es tu caso, tienes varias opciones. La más evidente, hacerte con una copia del sistema operativo, previo paso por caja. Una segunda opción es adquirir una licencia OEM, más asequible y válida para un único ordenador… pero que dejará de funcionar si cambias componentes críticos como la placa base o el chipset. Y la más precaria (y gratis): instalar Windows desde un USB 'autoarrancable', sin necesidad de licencia y de forma legal… aunque sea a costa de notables limitaciones en el día a día.

Con Windows ya en marcha, toca instalar programas, copiar todo tipo de datos personales, navegar por internet... y 'darle al vicio', ¿verdad? Pues antes de nada recurre a las particiones. En otras palabras, divide el almacenamiento de tu disco duro en varias unidades 'independientes'; ganarás en personalización (si quieres instalar otro sistema operativo o cifrar alguna unidad) y rendimiento... y, sobre todo, te ahorrarás más de un disgusto. ¿Por qué? En el caso de que Windows se corrompa y haya que reinstalarlo (que con el tiempo suele pasar) evitarás perder todos tus datos. Para ello, accede a la Administración de Discos de los Ajustes y organiza el espacio a tu gusto. ¿Una propuesta? Reserva la unidad C para el sistema y determinadas aplicaciones; la D para el resto de programas y juegos… y la E para tus datos. Eso sí, ni se te ocurra tocar las unidades ya predefinidas.

Pregunta: ¿cuántas personas diferentes van a hacer uso del ordenador? Si lo vas a compartir con tu pareja o tus hijos, no olvides crear varios usuarios diferentes.... y, sobre todo, limitar sus permisos (con cuentas estándar). Y es que con la instalación de Windows el sistema activa por defecto un usuario con permisos de Administrador, lo que le otorga todo tipo de privilegios pero que a la vez incrementa exponencialmente el riesgo de un hipotético 'malware' o un borrado accidental. Para ello, accede a la personalización de cuentas de usuario de Windows.

Si tu nuevo ordenador viene con Windows 11-S preinstalado, no desesperes: esta versión ahonda en la seguridad a costa de una menor usabilidad (limitando la navegación a Edge y la descarga de apps a la Windows Store). Por suerte, es fácilmente intercambiable por una versión estándar, algo que se puede realizar accediendo a Configuración/Actualización y seguridad/Activación y eligiendo tu sistema concreto (11 o 11 Pro). Eso sí, recuerda extremar la precaución cuando navegues por internet y, cómo no, evitar la descarga e instalación de archivos y software de dudosa procedencia ('cracks' de programas y 'medicinas' inclusive). Si pese a todo lo vas a hacer, al menos asegúrate un buen antivirus; no es una solución infalible pero te servirá para minimizar daños.