El coche del vecino de Víctor Julián sigue empotrado en su casa siete días después de la catástrofe. B. A.

DV en la zona cero de la tragedia: «El coche del vecino sigue empotrado en mi casa, estamos sin gas ni agua; es el horror»

Una semana después de la gota fría que ha cobrado más de 200 muertos, los vecinos de Alfafar, en el epicentro de la catástrofe, continúan achicando agua y limpiando calles y viviendas arrasadas por la riada

Beñat Arnaiz y Maite Jiménez

San Sebastián | Enviados especiales a Valencia

Martes, 5 de noviembre 2024

La devastación es total en Alfafar, la localidad a la que se ha desplazado un equipo de DV, que acompaña a DYA Gipuzkoa en las labores de ayuda para los afectados por la gota fría que ha dejado más de 200 fallecidos. Una semana después del desastre sigue costando transitar por las calles de este municipio, cubierto de escombros y barro, que se sitúa en el epicentro de la tragedia, a 4 kilómetros al sur de Paiporta. Siete días después de la riada, los vecinos, escoba y palas en mano y mascarilla en boca, siguen achicando agua de sus casas, bajos y garajes mientras reciben agradecidos todo tipo de ayuda. Cada uno de ellos tiene una historia que merece ser contada porque la mayoría vio con sus propios ojos como en un visto y no visto el agua arrasaba con todo.

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«Estamos teniendo muchísima ayuda, sobre todo de gente joven porque muchas universidades han suspendido las clases», asegura Víctor Julián, que estuvo como muchos de sus vecinos tres días y medio incomunicado y aún tiene el coche de su vecino empotrado en su casa. «Mi coche lo pudieron sacar hace dos días, pero el del vecino sigue aquí. Con la fuerza del agua, se estampó contra la ventana y se quedó encajonado contra el muro. Ha roto los conductos del gas y del agua y no sabemos cuando podremos tener de nuevo suministro», explica mientras señala los destrozos.

Desde hace siete día este vecino de Alfafar no hace otra cosa que limpiar y limpiar. «Ahora mismo estamos intentando sacar todos los muebles, porque pesan un quintal. Hace dos días que vino la UME y esto ya tiene otra forma, pero es el horror, está siendo todo bastante complicado. Afortunadamente estamos teniendo mucha ayuda, sobre todo de los jóvenes que se van a convertir en la generación del barro», señala.

Una de esas jóvenes es Esther Arce y sus amigos, que no paran de achicar agua. «A nosotros se nos inundó el sótano y vinieron los bomberos con una bomba de agua para poder hacer la extracción, pero tuvieron otra emergencia y se tuvieron que ir. Nos han dejado una bomba, pero no es suficiente. Hay mucha agua abajo así que estamos haciendo cadena y sacando con cubos todo el agua que podemos», cuenta. Esta joven celebra este martes su 23 cumpleaños y sus amigas le han sorprendido con una tarta y unas velas que ha podido soplar antes de seguir sacando agua y más agua de su casa.

Cerca de allí, Víctor Ballester hace una pequeña parada entre palada y palada para atendernos. «Lo encontramos todo destrozado. Estaban todos los coches metidos dentro, con la pared. Suerte que el ejército vino hace un par de días y nos recogieron más o menos en un día la calle», cuenta mientras agradece cada mano amiga que llega a su pueblo a ayudar. «Ha venido muchos voluntarios con sus todoterrenos a ayudar. Aquí la ayuda de los cuerpos y fuerzas de seguridad ha llegado más tarde y hemos estado varios días entre todos limpiando. Estamos todos bastante afectados porque está todo destrozado», indica mientras muestra lo que era la empresa en la que trabajaba: «Solo quedan los muros».

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