«Lo importante es que no se olvide a Nagore»
Asun Casasola, la madre de la joven asesinada hace quince años en Pamplona, acudió al homenaje a su hija en la capital navarra
«Que quince años después estemos hablando de Nagore me parece impresionante, porque lo que no se nombra no existe». No es el caso de ... la hija de Asun Casasola, Nagore Laffage, la joven irundarra de 20 años que el 7 de julio de 2008 fue asesinada por Diego Yllanes en Pamplona. «De eso es de lo que se trata, de que no se olvide», prosigue Asun, que ultima los preparativos para partir hacia la capital navarra, donde este lunes a las siete de la tarde, en la plaza del Vínculo, cerca de un centenar de personas se concentraron para recordar a la joven.
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«Que quince años después estemos hablando de Nagore es impresionante, porque lo que no se nombra no existe»
«Lo importante es que no se olvide, que se siga trabajando y avanzando», insiste Asun. Se van a cumplir quince años del asesinato de su hija y ella mantiene inquebrantables sus esfuerzos para que tragedias como aquella «sirvan para algo». Por eso, desde el pasado mes de noviembre no ha parado de ir de un lado a otro para presentar el documental 'Nagore', en el que la directora Helena Taberna habla de su hija y del proceso judicial que culminó con la condena de Yllanes a doce años y medio de prisión.
«He ido con el documental a 104 lugares. Voy a colegios donde me llaman o a algún ayuntamiento», explica Asun, que reconoce que está «agotada», aunque no por ello piensa detenerse. «Si tú piensas que estás haciendo un bien para la sociedad, si tú sales de los colegios con los abrazos de los chicos, que te dan las gracias por haber ido, porque te dicen que no es lo mismo que las cosas las diga un profesor a que lo haga yo, ¿cómo voy a decir que no a ir?».
«A ver si podemos ir avanzando poquito a poquito», dice Asun Casasola, que confiesa estar «aterrorizada» por el riesgo, en su opinión, de que se produzca «un retroceso», en la lucha contra la violencia machista si llegan al poder «la derecha y la ultraderecha». «Vamos a retroceder mucho. A ver a quién votamos y a ver qué hacemos, porque todo el mundo piensa que no le puede pasar nada, pero todos pueden tener una hija asesinada y hay muchísimas personas que sufren maltrato. Como ganen, los derechos en los que hemos avanzado van a ir para atrás».
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Han pasado quince años y Asun se enfrenta una vez más al aniversario de un drama que cambió su vida. «Hace poco estuve haciendo la cuenta y llevo visto el documental 3.000 veces. Para mí son importantes todos los días, pero el 7 de julio es terrorífico. Esa fecha no quiero estar con nadie, necesito tranquilidad, es un día diferente», dice.
Sentencia inesperada
El cuerpo de Nagore fue hallado la tarde del 7 de julio de 2008 envuelto en unos plásticos en Orondritz, localidad próxima a Pamplona. El cadáver había sido abandonado solo unas horas antes por el autor del delito, Diego Yllanes, que hacía la especialidad de Psiquiatría en la Clínica Universitaria de la capital navarra. La víctima, estudiante de segundo curso de Enfermería, hacía prácticas en el mismo centro. Sobre las siete de la mañana de aquel día, tras una noche de fiesta, ya de regreso a casa, el acusado fue reconocido por unas amigas de Nagore. La víctima llegó poco después, le dijo algo a Yllanes y se fue con él al piso de este. Iniciaron un contacto sexual pero ante la violencia que mostró el inculpado, Nagore lo dejó. El autor la agredió y estranguló. Posteriormente recogió las pertenencias de la joven, limpió el piso y abandonó el cuerpo en Orondritz.
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«El 7 de julio es para mí terrorífico. Ese día no quiero estar con nadie, necesito tranquilidad»
El juicio contra el homicida comenzó el 2 de noviembre de 2009. Las peticiones de pena desde las diferentes acusaciones oscilaban entre los 22 y 17 años por asesinato. La defensa demandó siete años por homicidio. Tras nueve sesiones, el jurado consideró a Yllanes culpable de un delito de homicidio.
El jurado, que no apreció la agravante de alevosía, estimó que el procesado pensó «erróneamente» que la joven quería mantener una relación y respondió de forma brusca, y que ella, al pensar «erróneamente» que se trataba de un intento de agresión sexual, amenazó con denunciarlo. El fallo constituyó un duro golpe para la madre, que siempre había defendido que su hija fue víctima de un asesinato.
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