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Josu García e Iñaki Juez
Bilbao
Lunes, 17 de marzo 2025
Una vida salvada pero otra por la que nada se pudo hacer y se apagó entre las llamas y el humo. El matrimonio formado por ... Enrique y Begoña se vio sorprendido ayer por el incendio desatado en un primer piso de la calle Labayru 28 de Bilbao, cerca de la plaza de toros de Vista Alegre. Se desconoce las causas. Él fue rescatado con vida; por ella, impedida en silla de ruedas, no se pudo hacer nada. Murió de un paro cardíaco. Además del varón, herido grave, una decena de vecinos fue atendida por inhalación de humo.
El fuego se desató en el primer piso al filo de las ocho de la mañana, cuando algunas familias ya habían abandonado el inmueble camino de colegios y trabajos y otras estaban a punto de hacerlo. «Estábamos desayunando, preparando a los críos para ir a la ikastola y para trabajar. Sin pensarlo hemos cogido a los niños y al gato y hemos bajado en pijama», narraban con el susto en el cuerpo unos vecinos del segundo piso.
Las llamas fueron enseguida visibles desde la calle. Salían con fuerza desde el interior de la vivienda. Pronto llamaron la atención de los comerciantes, vecinos y viandantes. Algunos tomaron decisiones que han podido contribuir a que el saldo de víctimas haya sido menor. Un empleado de una empresa cercana accedió al portal y comenzó a llamar a las puertas, instando a los residentes a evacuar el edificio o a confinarse en sus viviendas. En un piso de estudiantes ubicado sobre el primer piso en el que se desató el fuego también se vivieron «momentos de tensión». Uno de los jóvenes, el primero que se percató de la circunstancia, despertó de inmediato a todos sus compañeros de piso y salieron a la calle como alma que lleva el diablo.
La fortuna se alió con Enrique. El hombre, de 78 años, se asomó a la ventana con el doble objetivo de eludir el humo de las llamas y reclamar ayuda. Antes de la llegada de Bomberos y Ertzaintza, que actuaron rápido, reaccionó un grupo de operarios que iban por la calle.
Extrajeron de su furgoneta una escalera de obra y la situaron de tal forma que permitiera alcanzar hasta una de las ventanas de la vivienda. Con la ayuda de un comerciante, que había tenido la misma idea, uno de ellos pudo encaramarse al primer piso y ayudar a descender a Enrique. Con su mujer, impedida en silla de ruedas, no hubo fortuna. No la pudo localizar entre el humo por estar en una estancia diferente. Ella murió de un paro cardíaco, según informó luego el alcalde, Juan Mari Aburto, que se aproximó a la zona.
Según el primer edil, los sanitarios atendieron a doce personas. Diez de ellas por inhalación de humo con pronósticos, de acuerdo a lo que se sabía en ese momento, de escasa gravedad aunque siete de ellas fueron trasladadas a Basurto y a Cruces. Enrique, el marido, fue trasladado con un pronóstico grave y el operario que le rescató fue asistido en Basurto de las vías respiratorias. Peor suerte corrió Begoña, la mujer. Los sanitarios le practicaron una RCP pero no pudieron salvar su vida. Tenía 73 años.
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