Vitamina D, mejor no suplementar en todos los casos
La Sociedad de Medicina Interna de Euskadi alerta de una ingesta «excesiva» de suplementos y vitaminas que puede dañar la actividad del cerebro y el corazón
Las sociedades médicas y científicas han pasado en pocos meses de advertir de la falta de vitamina D en los momentos más duros del confinamiento, en plena pandemia del coronavirus, a alertar de un «sobreexceso» en la solicitud y en la prescripción de este tipo de suplementos en personas adultas sanas para corregir su déficit. Estos profesionales avisan de los peligros que tiene la ingesta indiscriminada de productos para subsanar este tipo de carencias, los problemas de la automedicación y la ausencia de un indicador universal que rija los estándares adecuados de vitamina D en sangre.
«En las comisiones de los hospitales y en algunos foros donde se trabajan estos temas es una situación que se ha identificado», reconoce el doctor Agustín Martínez Berriotxoa, presidente de la Sociedad de Medicina Interna del País Vasco (Somivran). Todo parte, según asegura el facultativo, cuando hace unos años se comenzó a pensar que los niveles bajos de vitamina D en una persona «podían producir una serie de problemas cardiovasculares o cansancio con una evidencia que luego se ha demostrado que no era así». Hace referencia, sin ir más lejos, a un análisis llevado a cabo más tarde por el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos, que determinó que «no hay una evidencia general sobre los beneficios de la detección de deficiencia de vitamina D. Por lo tanto, no se puede determinar el equilibrio entre los beneficios y los daños de la detección de déficit de esta en adultos asintomáticos».
Martínez Berriotxoa avala las conclusiones a las que ha llegado el grupo de trabajo. «No está justificada la determinación de los niveles de vitamina D en la población adulta sana. Los estudios realizados no han demostrado que administrar suplementos de vitamina D a adultos sanos produzca ningún beneficio en los huesos, como la mejoría de la densidad ósea o la disminución del riesgo de fracturas, ni en otras enfermedades (depresión, fatiga, enfermedades cardiovasculares, cáncer...)».
No existen niveles séricos precisos, pero se baraja que un límite es 'normal' entre los 20 y 30 ng/mL
Estas evidencias se suman a una advertencia que las sociedades médicas vienen haciendo desde hace tiempo ante la falta de unos criterios sólidos que rijan la detección de un déficit en este tipo de suplementos. «Existe controversia en cuanto a cuáles son los valores de referencia 'normales' de vitamina D. Es una determinación de análisis que tiene un cierto grado de variabilidad. Hay que tener siempre en cuenta que en personas sanas puede haber una variación anual de los niveles en función de la exposición solar, con niveles más altos en verano y más bajos en invierno», apunta el presidente de la Somivran. En ese sentido, el equipo norteamericano añade que «los requisitos de vitamina D pueden variar según el individuo. No existe consenso con respecto a los niveles séricos precisos que representan una salud o suficiencia óptimas».
Riesgos del consumo inadecuado de suplementos de vitamina D:
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Acumulación de grasa que puede almacenarse en diferentes tejidos del organismo
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Intoxicación con efectos potencialmente graves para la salud, por ejemplo la hipercalcemia
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Debilidad de los huesos que puede generar cálculos renales
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Otros daños puede afectar al funcionamiento del corazón y del cerebro
En general, se acepta que niveles de 25-OH-Vitamina D superiores a 12 ng/mL, que es una cifra relativamente baja –en muchos laboratorios el límite 'normal' se pone en 20 o 30—, son adecuadas en personas sanas. «Ahí hay una zona gris. Lo que importa no es tanto el número en el papel, sino que haya alguna manifestación clínica, algún síntoma, alguna enfermedad o algo que médicamente nos haga pensar que esa vitamina D deficitaria está dando un problema», advierte el doctor. Sin ir más lejos, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) señala que en España cerca del 80% de los mayores de 65 años y el 40% de los menores de esa edad tiene el nivel por debajo de 20 ng/ml.
Por ello, su prescripción debería ceñirse a la población con enfermedades que afectan al metabolismo de los huesos, a pacientes en tratamiento con algunos antiepilépticos o a personas con una baja exposición a la luz solar, mientras que durante el embarazo y la lactancia se recomienda evitar su administración «a menos que haya una indicación clara».
Los síntomas de la carencia de la vitamina D son variados y su ausencia se detecta mediante un sencillo análisis de sangre:
Síntomas de carencia de la vitamina D
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Falta de energía
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Debilidad muscular
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Dolores óseos
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Dolores articulares
Esta deficiencia puede venir dada por una dieta insuficiente, enfermedades intestinales que impidan que se absorba la vitamina D de los alimentos, una exposición insuficiente a la luz solar o enfermedades que provoquen insuficiencia hepática o renal.
Las concentraciones de vitamina D demasiado elevadas en la sangre pueden causar efectos nocivos en las personas sanas. Así lo advierten desde la Sociedad de Medicina Interna del País Vasco. «La vitamina D es liposoluble, es decir, se acumula en la grasa, por lo que puede almacenarse en diferentes tejidos del organismo. El consumo de suplementos de vitamina D no indicados o en dosis altas puede causar una sobredosificación o intoxicación con efectos potencialmente graves para la salud, por ejemplo la hipercalcemia», asegura su presidente. Estos niveles de calcio en sangre por encima de lo estipulado pueden llegar a debilitar los huesos, formar cálculos renales (depósitos duros hechos de minerales y sales que se forman dentro de los riñones) o interferir en el funcionamiento del corazón y el cerebro.
Efecto placebo
Estas advertencias también llegaron en su día desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que llegó a publicar una nota informativa alertando sobre «casos graves» de hipercalcemia en pacientes adultos y en pediatría debido a una sobredosificación y sobreprescripción de estos suplementos por parte de los facultativos. El aviso también lo lanzó la Unidad de Farmacovigilancia del País Vasco. «Estos están relacionados con errores que se pueden producir en la prescripción, dispensación o administración del medicamento», recoge el boletín Infac sobre información farmacoterapéutica.
A todo ello hay que sumarle el efecto placebo que puede causar la ingesta de suplementos de manera indiscriminada. «Cuando la tomas no notas nada en particular y en personas sanas es difícil de poder cuantificar si se debe a causa de o puede estar asociado a otras causas. Lo que sí es evidente es que te puede llegar a modifica un poco el metabolismo del fósforo y el calcio, que están muy relacionados con el riñón y los huesos», sentencia Martínez Berriotxoa.
La conocida como vitamina del sol se puede obtener por dos vías principalmente. El 90% de la vitamina D la sintetizamos a través del contacto de la piel con los rayos ultravioleta tipo B del sol, mientras que solo el 10% se asimila a través de ingesta de alimentos que poseen grasa animal o el aceite de pescado. El departamento vasco de Salud recuerda que «una exposición solar frecuente durante poco tiempo proporciona niveles suficientes de vitamina D a la mayor parte de la población», por lo que en el caso de adultos sanos sería suficiente con exponerse entre 10 y 15 minutos diarios en cara y manos.
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