José Antonio Tomé: «Me di cuenta de que algo me estaba pasando, pero no podía expresarlo»
José Antonio Tomé sufrió un ictus hace ocho años que le dejó sin habla, pero su esfuerzo y «el gran trabajo» de la asociación Atece le han devuelto a la normalidad
«En el momento del ictus me di cuenta de que algo me estaba pasando, pero no podía expresarlo, me era imposible hablar». A José ... Antonio Tomé, vecino de Irun de 70 años, el 6 de julio de 2015 le cambió la vida por culpa de un accidente cerebrovascular. «Todavía lo recuerdo como si fuera hoy, y han pasado ya ocho años. Estaba en casa con mi hija Soraya. Y menos mal, porque mi mujer Pili se encontraba trabajando cuando sucedió todo y mi otra hija, Raquel, vivía en Salamanca. Ella (por Soraya) se levantó para hacer alguna cosa en el piso y, al ver un comportamiento extraño en mí, me preguntó si estaba bien. Yo solo balbuceaba, no podía hablar», relata este hombre nacido en Galicia pero cuya vida se ha desarrollado en Euskadi, adonde llegó con apenas 4 meses.
Con la ambulancia, «que vino enseguida», ya en el domicilio, los sanitarios decidieron que, debido a la gravedad de lo ocurrido, Tomé requería de otra medicalizada. «Estaba en pijama y los médicos me dijeron si me veía capaz de ponerme ropa de calle para trasladarme al hospital. Yo les dije que sí, y bajo su atenta mirada, me desvestí y me vestí yo solo. No había perdido nada de movilidad y sabía perfectamente lo que estaba viviendo», añade.
José Antonio, extrabajador de Renfe durante más de 40 años, permaneció ingresado 16 días. «Durante todo ese tiempo estuve intubado, aunque por momentos podía comunicarme. Eso sí, más bien poco», explica antes de narrar cómo fue y está siendo su proceso de rehabilitación. Tras recibir el alta médica, y una vez 'recuperado' del gran susto, Osakidetza le remitió a un logopeda para tratar de recuperar su estado anterior. «Fueron cuatro meses de terapia en los que evolucioné muy favorablemente, pero cuando me notificaron que ya no podía seguir con ellos, es verdad que me quedé preocupado. No sabía cómo podía continuar con mi recuperación», insiste Tomé.
Atece, su salvavidas
Fundada en 1994, Atece Gipuzkoa es la asociación de daño cerebral adquirido en la que José Antonio aterrizó una vez concluido su tratamiento en la sanidad pública. «Lo que han conseguido conmigo en este centro es espectacular y les voy a estar siempre agradecido», destaca este hombre que el próximo mes cumplirá 71 primaveras. «Desde el primer día los avances han sido grandes y ahora puedo decir que, cuando hablo con alguien cara a cara, me siento el que era antes del ictus», reconoce.
Hay veces que todavía se traba o no le sale la palabra exacta que quiere decir debido a una calcificación craneal que padece a consecuencia del ictus, pero su esfuerzo y «el gran trabajo» realizado en la organización le han devuelto a la normalidad. «Vengo tres días por semana y no solo hago manualidades o pinto, sino que también leo, escribo y pongo en común con el resto de pacientes noticias de actualidad del periódico que luego son objeto de debate», relata el irunés. «Me lo paso muy bien y puedo decir que esta es mi segunda familia».
Atece trabaja de la mano de Aita Menni, que lleva décadas volcada en que personas con daño cerebral recuperen calidad de vida. Entre las dos se empeñan en que cientos de personas que sufren ictus cada año en Gipuzkoa puedan tener una segunda vida.
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