Día mundial del ictus
El ictus, la enfermedad repentina que afecta de media a cinco guipuzcoanos cada díaLa rapidez en la aplicación de tratamientos condiciona el futuro de los 1.800 nuevos casos que se contabilizan cada año en el territorio
La palabra proviene del latín y es toda una declaración de intenciones: golpe. Porque sucede de repente, sin avisar y de una forma absolutamente imprevisible. ... Una pierna comienza a fallar, la sensibilidad de un brazo se empieza a perder o las palabras dejan de salir. Funciones simples que hasta el momento eran sencillas de realizar. Es la sensación que experimentan cada día una media de cinco guipuzcoanos que sufren un ictus, una enfermedad que cada año deja en el territorio entre 1.700 y 1.800 nuevos afectados.
Detrás de ello está la rotura de un vaso sanguíneo del cerebro (ictus hemorrágico) o la interrupción del aporte de sangre a una zona determinada de la cabeza (isquémico). La mayoría de estos pacientes son tratados en la Unidad de Ictus del Hospital Donostia, que desde 2009 presta una atención más específica a los afectados y donde gracias a la organización y el acceso rápido a los tratamientos el pronóstico mejora.
«Tratamos cualquier paciente que parece estar padeciendo un ictus y pueda beneficiarse de eso que la unidad le va a ofrecer», explica Maite Martínez Zabaleta, coordinadora del área. Quiere esto decir que «si el paciente tiene mucha carga de enfermedad previa por la razón que sea se le trata en el nivel que le corresponde, en una planta de hospitalización convencional, con los cuidados más óptimos».
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Traducido en cifras, el complejo guipuzcoano atiende alrededor de 1.100 pacientes «de cualquier tipo de ictus» cada año, de los cuales 800 reúnen las condiciones para ingresar en esta unidad específica por una enfermedad que es la primera causa de mortalidad entre las mujeres y la principal de discapacidad entre adultos.
«El sexo es un condicionante y los hombres, en general, tienen algo más de riesgo de sufrir un ictus», admite la neuróloga, que detalla una serie de factores de riesgo «que no podemos modificar». Se trata de «la edad, el sexo o algunas etnias». En el caso concreto de las mujeres, «la hormona femenina nos protege durante una parte de nuestra vida.Sin embargo, al final de la vida, la incidencia en mujeres es algo superior». Las previsiones hablan de que para 2050 la incidencia en la población «aumentará por el envejecimiento» de la sociedad, si bien en estos momentos «se está conteniendo» gracias a «la labor en aspectos de prevención y promoción de la salud que se está haciendo desde todos los estamentos».
La cifra
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70% de los pacientes que se atienden cada año en la Unidad del Ictus del Hospital Universitario Donostia retornan a sus domicilios y la mitad de ellos quedan totalmente asintomáticos después de haber sufrido la enfermedad.
Sin embargo, la idea que sí hay que desterrar, dice la profesional, es que se trata de una enfermedad «solo de mayores. Una cosa es decir que la edad es un factor de riesgo, pero que nadie piense que esto es una cosa de gente añosa». Sin ir más lejos, en el Hospital Donostia cada año ingresan una centena de pacientes de ictus menores de 55 años. Aunque lo que motiva estos ictus con frecuencia son «causas o motivos un poco excepcionales, que tienen que ver con la genética u otras cosas», sí que hay una serie de factores que tienen que ver con hábitos de vida que preocupan a los médicos. Son la «obesidad, el sedentarismo o el consumo de drogas. Estamos bastante preocupados, además de por el tabaco, la cocaina y anfetaminas, por el cannabis, que se ha normalizado bastante entre los adolescentes y sabemos que puede condicionar riesgo vascular».
Código ictus
Aunque en los momentos agudos iniciales del ictus los síntomas «pueden ser múltiples e incluso inespecíficos, no del todo claros», sí que existen una serie de elementos que pueden ser sugestivos para determinar si una persona está sufriendo un episodio de infarto cerebral. En primer lugar, hay que tener en cuenta que se trata de una enfermedad que «debuta de forma brusca, por lo tanto lo que vas a notar es un síntoma abrupto». A continuación, los signos que deben preocuparnos son «no hablar bien, perder fuerza en el cuerpo, sensibilidad en algún lado, no ver nada de un ojo...». Ver doble, los vértigos o un dolor de cabeza «muy brusco y muy intenso» también pueden ser pistas de poder estar sufriendo un ictus.En resumidas cuentas y como norma general, añade Martínez, «cuando de repente note que no puedo hacer algo que antes era normal, debo sospechar que estoy padeciendo un problema como este».
«El sexo es un condicionante y los hombres, en general, tienen algo más de riesgo de sufrir un ictus»
Maite Martínez Zabaleta
Coordinadora Unidad Ictus HUD
Ante estas situaciones, el consejo primordial es siempre llamar al 112, donde hay profesionales que «se ocuparán de decidir si efectivamente eso que te está pasando es un ictus o no y saben a qué lugar te deben llevar para que te traten lo mejor o como tu condición exige». No se trata, dic e, «de salir corriendo al primer sitio que se te ocurra». La respuesta al ictus es una labor de equipo que sería imposible sin la participación de los profesionales de emergencias, urgencias, enfermería, intensivistas, neurocirugía, anestesia, neurología, cirujanos vasculares, rehabilitadores o atención primaria, y que ponen en marcha el denominado código ictus, «un sistema de identificación y traslado precoz de aquello que parece un ictus para que el paciente pueda beneficiarse de las medidas de las que disponemos en las primeras horas». Se calcula que por cada minuto que pasa «se pierde una dimensión de neuronas enorme», por lo que la inmediatez «es fundamental» y el tiempo de reacción es «determinante».
A diferencia de hace varias décadas, cuando se creía que no había nada que hacer, el abordaje ha cambiado por completo. Primero, porque «hemos aprendido que en ese cerebro en el que se está produciendo un defecto de flujo, hay áreas que todavía son rescatables», pero también porque se han desarrollado tecnologías y tratamientos que permiten, sobre todo en el ictus isquémico, que representan el 85% del total de casos, reabrir esa arteria que está cerrada y volver a reportar sangre a ese cerebro con el ánimo de recuperarlo. «Hasta el 20% de los pacientes que están padeciendo un ictus isquémico llegan a beneficiarse de este tipo de tratamientos porque llegan a tiempo a los hospitales, todavía hay tejido cerebral rescatable y tienen una condición previa que lo permite». En total, cada año, el Hospital Donostia practica unas 150 trombectomías y un centenar de fibrinosilis mediante fármaco.
«El tiempo es determinante, por cada minuto que pasa se pierde una dimensión de neuronas enorme»
Maite Martínez Zabaleta
Coordinadora Unidad Ictus HUD
Los ictus hemorrágicos son los menos, si bien presentan las situaciones más complejas y para las que, desafortunadamente, ha habido «menos desarrollo en lo que son alternativas de tratamiento». Son también las situaciones más graves y difíciles de resolver.«Cuando recurres a una cirugía es cuando llegas a una situación que es de tal gravedad que para supervivencia del paciente tienes que ir a un quirófano para extraerle la hemorragia», asegura la neuróloga.
La estancia media en la Unidad del Ictus, un área de cuidados semicríticos, suele ser de 24-48 horas, hasta que los médicos tienen clara la causa del episodio y el afectado está estable. Es entonces cuando el paciente es trasladado a planta, donde comienza un proceso de rehabilitación cuya duración depende de varios factores como la edad o la condición previa de la persona. Un momento muy importante en el que se ayuda al cerebro a recuperase tras los tratamientos iniciales. «Los síntomas que padeces cuando sufres un ictus dependen de la zona cerebral que se ha visto afectada».
Mediante trabajo rehabilitador de fisioterapia, logopedia o terapia ocupacional, «el 70% de los pacientes que atendemos en la unidad retorna a su domicilio. Y eso significa que tiene una condición suficientemente buena como para volver a su casa». El 50% queda totalmente asintomático, mientras que la mortalidad intrahospialaria ha caído por debajo del 8%. «El resto son pacientes que necesitan prolongar su estancia en un servicio de rehabilitación porque necesitan algo más de tiempo para recuperarse».
Un 80-90% de los casos, «evitables con unos buenos hábitos»
La prevención «sigue siendo fundamental» frente al ictus, reitera Maite Martínez, ya que «un 80-90% de los casos se pueden evitar con unos buenos hábitos de vida». Entre los factores de riesgo más peligrosos para desarrollar la enfermedad se encuentran la «hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, el tabaquismo, una mala dieta, la obesidad o el sedentarismo». No obstante, añade la neuróloga, cambiar el estilo de vida no resulta una tarea sencilla. «Nos resulta más fácil tomar una medicación, que dejar de fumar por ejemplo. El tabaquismo o los cambios de dieta son una lucha constante en las consultas».
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