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Es media mañana y en la Pharmacie Internationale de Hendaia, a escasos 2 kilómetros de la muga con Irun, el trasiego de clientes que entran y salen para dispensar sus medicinas es constante. La cola alcanza un puñado de personas y, entre ellas, un matrimonio ... de Lasarte-Oria que acude a la botica con una receta en papel de Osakidetza donde, en letras capitales, se puede leer el siguiente mensaje: 'No financiado'. La pareja retira un par de cajas de Eliquis, uno de los anticoagulantes orales de acción directa (ACODs) que existen desde hace una década en el mercado, cuya cantidad de fármaco es fija y no varía, y son la principal alternativa del famoso Sintrom. Su financiación pública enEuskadi está restringida por las limitaciones terapéuticas establecidas por elMinisterio de Sanidad y aplicadas por Osakidetza, lo que hace que más de un guipuzcoano decida cruzar la muga para adquirirlos a un precio más económico. «Venimos a Francia porque no nos lo cubre la Seguridad Social y aquí los medicamentos nos salen muchísimo más baratos», comentan de vuelta al tren para regresar a casa.
Manuel Pérez y María Jesús Hernández son ya clientes habituales de esta farmacia de Hendaia.Acuden a ella cada dos o tres meses a por este medicamento desde que hace unos años a él le diagnosticaran una arritmia en el corazón. Tanto el médico de cabecera como el cardiólogo les habló de esta alternativa farmacológica, «pero para que nos lo financiara Osakidetza teníamos que esperar seis meses y ver que el Sintrom no funcionara». Se negaron.
Con el Sintrom se busca que dejen de formarse coágulos para que no acaben en el torrente sanguíneo. Pero si la cantidad de medicamento está mal ajustada, ya sea por defecto o por exceso, los pacientes podrían sufrir un ictus isquémico o una hemorragia cerebral. Y es que este fármaco financiado por la sanidad pública no interacciona bien ni con otros medicamentos ni con diferentes alimentos, por eso el que lo recibe debe acudir cada pocas semanas a un centro de salud a medirse los niveles de coagulación en sangre y ajustar a ellos la cantidad del fármaco a recibir, con lo que ello conlleva.
A este matrimonio lasarteoriatarra el propio médico de cabecera les comentó la posibilidad de expedir el medicamento al otro lado de la muga, donde acuden religiosamente con la receta a papel que les prescribe su facultativo. «Hemos cogido dos cajas de Eliquis y nos ahorramos 30 euros en cada una comprándola aquí en vez de en casa. Con esto tenemos para dos meses», comentan con cierto enfado por tener que desplazarse, en este caso, hasta Hendaia. «Lo que no entendemos es por qué hay tanta diferencia de precio en un lado y el otro. Es una vergüenza. Es que no estamos hablando de cinco euros. Por esa cantidad lo compraríamos en casa, pero si empiezas a hacer la suma, a final de año es un pico. Y gracias a Dios que ahora nos podemos mover, pero dentro de unos años quién sabe», critican.
La mañana transcurre con normalidad en la botica, donde el castellano es un idioma tan utilizado como el francés. Minutos más tarde accede al interior del establecimiento una mujer de largos cabellos rubios con otra receta en la mano y ribete de Osakidetza. Llega de SanSebastián y su cara tampoco es nada desconocida para los cuatro farmacéuticos que allí trabajan. Muestra el papel a uno de ellos, que retrocede unos pasos atrás hacia el almacén para mostrarle tres cajas de Rivaroxabán, otro anticoagulante oral de acción directa. La profesional sella la receta de la clienta, que desde hace tres años acude en su vehículo particular a esta farmacia de Hendaia.
María
Clienta donostiarra
Todo comenzó en 2022, cuando María (nombre ficticio) fue ingresada de urgencias en el Hospital Donostia a causa de una arritmia cardíaca. Allí le realizaron las pruebas pertinentes y el facultativo que la trató le prescribió la necesidad de tomar un fármaco para evitar que se le formaran coágulos en la sangre. Ella se negó a tomar Sintrom «porque ya conocía una experiencia malísima con mi tía, que lo toma desde hace tiempo», así que preguntó por alguna otra alternativa. El propio médico de Urgencias le reveló la existencia de estos novedosos fármacos, que no se los financiaría Osakidetza pero que podría adquirirlos a un coste menor al otro lado de la muga.
Desde entonces esta guipuzcoana acude trimestralmente a la farmacia. «Merece la pena, porque al final de año, si te pones a echar cuentas, es dinero. Hoy he comprado tres cajas, que me duran para tres semanas. En cada una me ahorro unos 50 euros, así que calcula...», explica.
Al otro lado del mostrador, Nicolas Dussault atiende amablemente a esta donostiarra y a los cientos de guipuzcoanos que como ella emprenden el mismo viaje para adquirir estos medicamentos a un precio más módico que en el territorio. En un perfecto castellano con acento galo, el farmacéutico asegura que «en los seis años que llevo trabajando aquí, desde el primer día viene mucha gente de San Sebastián o Irun a por fármacos, sobre todo los anticoagulantes orales».El proceder es sencillo, «el paciente viene con la receta, porque solo podemos vender así, y nosotros sellamos en papel en señal que esa personas ha recibido los medicamentos».
Dussault explica que, habitualmente, «suele ser gente mayor, a partir de 50 o 60 años» –algo lógico teniendo en cuenta que a partir de esa franja de edad la probabilidad de sufrir arritmias cardíacas o trombosis crece de manera exponencial–, y que «como máximo se llevan seis cajas, que les duran para medio año, no vendemos más de esa cantidad por persona». Hay incluso, añade el profesional, quien «nos escribe por correo electrónico para encargar los medicamentos y viene luego unos días después para recogerlos», sostiene el farmacéutico de esta botica Pharmacie Internationale de Hendaia, donde expidieron casi 2.000 cajas de Rivaroxabán solo en 2024 y han hecho lo propio con más de 250 en lo que va de enero.
Nicolas Dussault
Farmacéutico de Hendaia
La razón de que estos guipuzcoanos adquieran los ACODs en Francia responde a motivos económicos. Pero en el trasfondo están las limitaciones terapéuticas establecidas por Sanidad y que aplica Osakidetza para financiar su uso. Desde elDepartamento de Salud explican que estos anticoagulantes son un grupo de fármacos «aprobados e indicados en el tratamiento y prevención de trombosis en distintas condiciones y pacientes, cuya financiación pública está restringida y sometida al requisito de autorización mediante sistema de visado». De esta manera, en Euskadi «todos los ACOD precisan de visado de inspección médica para su financiación».
Siendo así, la indicación de prevención del ictus y de la embolia sistémica en adultos con FANV (fibrilación auricular no valvular) «mantiene estrictos criterios de inclusión, que se aplican en la inspección médica para autorizar la prescripción y dispensación por receta médica (eRezeta)». Por tanto, estos fármacos «se financian solo cuando el tratamiento de Sintrom falla o se complica, y tras superar los criterios que se aplican en la inspección médica para su autorización».
Estas premisas hacen que Euskadi sea una de las comunidades autónomas donde menos pacientes reciben este tipo de tratamientos. Solo alrededor del 43%, según detalló hace un par de años la por entonces presidenta de la Sociedad Vasco Navarra de Cardiología, Sonia Velasco del Castillo, durante una Comisión de Salud en el Parlamento Vasco. Cuantitativamente son algo menos de 80.000 enfermos, según los cálculos de Osakidetza, que excluye de esa cifra los pacientes con tratamiento agudo y los pertenecientes a mutuas.
43%
de los enfermos vascos anticoagulados toman ACODs, una de las comunidades autónomas donde menos se prescriben este tipo de fármacos. Cuantitativamente, son algo menos de 80.000 pacientes, sin contar los agudos y los pertenecientes a mutuas.
En otras regiones del Estado, sus servicios de salud son más flexibles. En Navarra y La Rioja, por ejemplo, el 51% de las personas con fallos de coagulación reciben estos modernos anticoagulantes orales de acción directa, mientras que en Cantabria se prescribe en el 72%. La media nacional ronda el 60%. Precisamente en Francia, la adherencia de los enfermos con fibrilación auricular a los ACODs es del 86%, mientras que en Portugal llega a alcanzar el 90%.
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Velasco denunciaba en la Cámara que dos de cada cinco vascos que toman Sintrom; es decir, un 40% de los enfermos que siguen esa pauta, presentan unos niveles de coagulación descompensados. Y en algunas Organizaciones Sanitarias Integradas (OSI), ese porcentaje se podía elevar por encima del 50%. «Euskadi está en el vagón de cola en cuanto a la prescripción de los anticoagulantes nuevos», criticaba la especialista, que apuntaba a que el motivo de que Osakidetza se decante más por el Sintrom respondía a razones económicas. «Una caja de Sintrom sin financiación cuesta 3,45 euros, mientras que una de ACODs puede alcanzar los 85», explicaba.
Esto supone que en muchos casos tenga que ser el propio paciente el que se lo tenga que pagar de su propio bolsillo, lo que, por cercanía con Francia, invita a los enfermos guipuzcoanos a cruzar la muga para adquirirlos en las farmacias de Iparralde, donde su precio es más asequible que en el territorio. Las diferencias sobre la financiación pública de estos anticoagulantes nuevos puede generar situaciones paradójicas como la de pacientes que pasan largas temporadas en otras zonas y durante esos meses allí les prescriben ACODs y al regresar a Euskadi vuelvan al Sintrom.
Aunque los anticoagulantes orales de acción directa son los medicamentos más demandados por los guipuzcoanos al otro lado de la muga, no son los únicos. Nicolas Dussault, farmaceútico de Hendaia, explica que otros dos de los productos más adquiridos en Iparralde por clientes del territorio son la vacuna contra el rotavirus Rotarix y un estimulante de hormonas femeninas. El primero, con un precio aproximado de 200 euros, acaba de ser incluido en el calendario vacunal infantil este año, mientras que el Gonl-f tiene una diferencia de 80 euros dependiendo de a qué lado de la frontera se compre.
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