«La situación invita a retirar la mascarilla en clase de manera gradual»

– ¿Qué ha cambiado para que los pediatras pidan ahora la retirada de las mascarillas en las clases?

– El punto de partida viene marcado por la llegada de ómicron y por el cambio de la transmisibilidad, con muchos más contagios pero menor repercusión clínica. Segundo. Estamos en una situación mejor de lo que lo estábamos hace unas semanas, con una incidencia que ha ido disminuyendo de forma mantenida y de una manera relativamente rápida. Y tercero, porque el último grupo que quedaba por vacunar, que eran los menores de 12 años, se están vacunando, aunque no al ritmo que nos gustaría. Si pones todo esto junto creemos que es razonable, dadas las circunstancias actuales, comenzar a retirar las mascarillas en las aulas progresivamente. Así podemos evaluar el cambio de estrategia y dejar de darle tanta importancia a las nuevas infecciones para poner el foco en los casos con trascendencia clínica.

– ¿Cómo han llegado a este punto?

– Hemos estado comparando la transmisión de la incidencia de nuevos casos entre los niños de cinco años, que son los últimos que no tienen que llevar mascarilla de forma obligatoria, y los de seis, el primer grupo de edad que sí la debe portar. Son dos grupos muy parecidos, con hábitos y dinámicas en las aulas muy similares, con la única excepción que unos llevan mascarilla y los otros no. Lo que hemos podido ver cuando hemos comparado estos dos casos, es que no hay grandes diferencias en cuanto a la transmisión.

– ¿Cómo proponen hacer esa retirada del cubrebocas?

– Hay que hacerlo de forma escalonada, porque también sabemos que cuanto más mayor se hace un niño, más transmite el virus. Por lo tanto, lo que proponemos es empezar por los niños más pequeños a partir del lunes 28, que aunque son los que menos vacunados están, son los que menor riesgo de transmitir tienen. Eso nos permitirá empezar con los niños de seis y siete años (primero y segundo de Primaria), ver las tendencias epidemiológicas durante las dos primeras semanas y si no hay grandes alteraciones, pasar al siguiente grupo de edad, los niños de tercero y cuarto de Primaria, e ir así avanzando.

– ¿Independientemente de la incidencia del coronavirus que haya en cada comunidad?

– Nuestra propuesta va encaminada a una estrategia específica que se puede proponer a nivel central y que luego cada comunidad la adopte como crea. Pero nosotros creemos que estas cosas funcionan mejor cuando se adoptan de manera homogénea, que no cuando se toman de manera individualizada.

– ¿Contemplan también la retirada de la mascarilla en el profesorado?

– No, de momento estamos hablando exclusivamente de los niños. Cuando ya podamos avanzar hacia la retirada de las mascarillas en interiores entre los adultos, evidentemente los profesores también podrán beneficiarse de eso. Pero, por el momento, la estrategia lo que quiere evaluar es que en entornos de bajo riesgo de transmisión qué pasa cuando retiras la mascarilla, y primero nos gustaría evaluarlo solo con los niños.

– ¿Qué supondría esta abolición del protector entre la población escolar?

– Un intento de normalizar la situación y un cambio de paradigma hacia una aceptabilidad de la transmisión para poner el foco en los episodios clínicos. El cole es un lugar útil donde evaluar este cambio de estrategia y extraer lecciones para cuando queramos sacar las mascarillas a nivel poblacional, incluyendo los adultos.

– ¿Estamos muy lejos los demás de poder hacer lo mismo?

– De momento no hay ninguna prisa porque la incidencia sigue siendo muy alta y hacerlo ahora sería prematuro y demasiado arriesgado. Pero si las tendencias siguen yendo a la baja de forma mantenida y si se mantienen las cifras que hemos visto a la baja las últimas semanas, es muy posible que después de Semana Santa tengamos una situación epidemiológica que nos permita más capacidad de maniobra para ir retirando. De todas formas, tendría sentido ir retirándola de forma escalonada también.