«Probablemente en espacios abiertos seguiré sin ponerme la mascarilla»
División de opiniones de la ciudadanía acerca de la obligatoriedad del cubrebocas a partir de mañana, entre los que aseguran llevarla siempre y los que continuarán sin utilizarla como hasta ahora
Vuelve la Navidad y con ella el turrón, los polvorones, los villancicos… y las mascarillas, si es que se habían marchado en algún momento. El ... habitual gesto de llevarse la mano a la cara y quitarse el cubrebocas al salir de cualquier establecimiento estará prohibido desde este viernes, día de Nochebuena. La obligatoriedad de volverla a llevar al aire libre, incluso aunque se respete la distancia social de metro y medio, es la gran propuesta del Gobierno central para hacer frente a la sexta ola de la pandemia impulsada por la variante Ómicron.
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La medida, sin embargo, ha sido acogida con recelo por parte de la ciudadanía, que ha aprovechado las últimas horas de este jueves para pasear a cara descubierta. «Conocí ayer la noticia y me da la sensación de que estamos pegando palos de ciego. Se supone que con la vacunación se iba a aliviar todo y en estos momentos estamos peor que nunca», aseguraba Josu Mendizabal esta mañana mientras caminaba por el paseo de La Concha de San Sebastián junto a su mujer e hijo. Iba sin mascarilla, al igual que hará mañana. «Si entro en calles concurridas me pongo la mascarilla, pero en espacios abiertos como este probablemente actuaré como ahora y no me la pondré», cercioraba.
Ayago Villar, por su parte, admite sentirse «totalmente manipulada» con tanto cambio de restricciones. «Estamos ya aburridos, ahora para la derecha, ahora para la izquierda, ahora sí, ahora no...», enumera. Reconoce que en espacios abiertos «no voy tanto con la mascarilla», aunque sí hace uso de ella en lugares concurridos porque «en algo ayudará» aunque no sepa si «es la solución» al contexto que estamos volviendo a vivir. «Es increíble que volvamos a estar así y no sé si tiene algún viso de mejorar o no», corrobora. La donostiarra admite sentirse «aburrida» de la situación y comienza a ver una problemática mayor más allá del propio Covid-19. «¿El virus? Una tontería, estamos todos deprimidos. Si no nos mata el virus nos va a matar la tristeza que nos está entrando», asiente.
«Un complemento más»
Para Marisol Manjarrés, sin embargo, la mascarilla se ha convertido «como un complemento más. Me he acostumbrado ya a ella y pienso que es como si llevaras cualquier otra cosa». Esta donostiarra asegura que su obligatoriedad a partir de mañana no le supondrá un gran cambio respecto a su forma de actuar hasta ahora porque «yo la llevo siempre, no me la he quitado nunca. La gente se la quitó inmediatamente cuando dejó de ser obligatoria, pero yo no, además uso la FPP2, que dicen que es mejor». Marisol, que admite haber ido a cara descubierta «en ocasiones puntuales» como por el monte, bromea cuando se le cuestiona por el lugar dónde nunca la utiliza. «El único sitio donde me la quito es en casa, solo faltaría que también hubiera que llevarla ahí», sentencia.
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