Cuando el médico es paciente en salud mental
Los expertos añaden que «hay que romper el tabú de la perfección, de la autoexigencia y humanizar al profesional» para mejorar el cuidado
Muchos los ven como héroes con bata blanca. Intocables, casi sobrehumanos. Pero detrás de las largas jornadas de guardia, todos los diagnósticos difíciles de comunicar ... al paciente y a sus familias y de cada caso atendido, hay personas que llegan a sus casas abatidas por el cansancio, el dolor y estrés emocional. El personal médico también necesita cuidarse y prestar atención a su salud mental, y es que para ofrecer la mejor atención al paciente, es necesario que el cuidador sea cuidado. Así, profesionales médicos de diferentes ámbitos han compartido esta semana experiencias, inquietudes así como consejos en el Palacio de Miramar de Donostia, en el marco de los Cursos de Verano de EHU. Patricia Rodríguez, médico forense y directora del curso, y Patxi Izaguirre, psicólogo clínico, tienen claro que el primer paso es «darle visibilidad a esta realidad. Concienciar y sensibilizar».
«Afortunadamente», celebra Izaguirre, cada vez son más los sanitarios que tocan las puertas de las consultas. Y no porque «ahora el personal médico esté peor que antes», sino porque «cada vez más se dan cuenta de la importancia de pedir ayuda y cuidarse para poder seguir cuidando». Aún y con los pasos que se están dando para paliar esta problemática a nivel social, el mundo de la medicina lo tiene más complicado para poner fin al tabú que engloba los problemas de salud mental en los profesionales médicos. A muchos les da «miedo» admitir que sufren, y lo hacen en silencio porque «siempre ha habido un estigma ligado a la falta de credibilidad o profesionalidad o algo similar. Es poco habitual que los médicos se abran y tiendan a hablar de esa sobrecarga o esos miedos que tienen», admite la directora del curso.
Se trata de una asignatura pendiente que la extensa formación médica todavía no tiene en cuenta. «Son unos seis años, más el MIR, las residencias... Te preparan a nivel técnico, te enseñan todas las patologías, los tratamientos... ¿Y el resto de habilidades?», se preguntan ambos. «Se confieren como innatas. 'Eres médico entonces tienes que saber comunicar, transmitir, sobrellevar una gran carga emocional...'», critican.
Además, añade Izaguirre, «se educa más en la necesidad de curar, pero también hay que enseñar que no siempre se puede curar y que a veces esas emociones, esa vulnerabilidad... no son un fracaso ni una fragilidad. Hay que romper el tabú de la perfección, de la autoexigencia y humanizar al profesional», concuerdan ambos, sobre una situación que debe ser abordada. Cursos como el impartido esta semana en el Palacio de Miramar «ayudan a que el profesional sea percibido como más humano y mejore la relación con los pacientes».
Síndroma del agotamiento
Rodríguez es médico forense, un ámbito que, al estar «vinculado con situaciones más dramáticas o traumáticas y cercanas a la muerte, requieren un plus de humanidad. Pero lo que nunca se ha visibilizado hasta ahora, o que se ha visibilizado menos, es que los que estamos en esta primera línea también necesitamos el mismo apoyo», admite la experta. Eso sí, «todas las especialidades al final tienen una exigencia similar» y hacen falta herramientas para lidiar con ello.
Las mayores preocupaciones, o los sentimientos que muchos profesionales comparten pero que hasta ahora no han sido capaces de admitir, son «la fatiga emocional, la dificultad a la hora de abordar la comunicación y cómo hacerlo, los aspectos relacionales con familiares y pacientes que muchas veces no se entienden y no se antienden...», enumera el psicólogo. También subraya el problema que genera la sobreexigencia, «por parte del propio profesional y de la sociedad, sumado a una soledad en la que no puedes mostrar tu vulnerabilidad porque parece que eres más débil». Izaguirre hace referencia al síndrome del agotamiento, «una sensación de cansancio, de agotamiento psíquico, cognitivo y emocional que hace que el propio profesional tenga que protegerse y la relación con el paciente, por consecuencia, se distancia», lamenta. «Luego este cansancio se lleva a casa, la vida personal se ve afectada...». Alerta, además, que «hay muchos previos a la ansiedad o la depresión, preventivamente, donde es necesario ofrecer ayuda».
La relación con el paciente también es clave en el mundo de la medicina, aunque esta exigencia no siempre se ve reflejada en la formación de los profesionales. Por ello, el psicólogo hace hincapié en la importancia de «la comunicación, la escucha activa... Es impensable que en su primer día de trabajo un médico no sepa analizar una analítica; porque lo ha visto un montón de veces, es algo básico. En cambio, sí que se espera que sepa, sin haber sido formado, comunicarse con el paciente. Qué sobreexigencia, qué dificultad, qué miedo y qué bloqueo ante malas noticias y situaciones de trauma», lamenta.
«Muchas veces los médicos se quedan solos ante el peligro, y nunca nadie ha prestado atención a que, quizás, esto también necesita un foco, una luz y un seguimiento. Porque si al final acaba enfermando nuestro sistema de salud, ¿quién va a cuidar?», reflexionan.
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