Infancia, vejez, desigualdades y reducir las muertes evitables, retos del plan vasco de salud

Potenciar el desarrollo en salud de los niños y adolescentes. El plan señala que la inversión en la salud de los niños y adolescentes «no solo es un objetivo primordial de pleno derecho por su bienestar y salud. Además, tiene efectos duraderos en la salud de esos niños y niñas convertidos en personas adultas, y redunda en el conjunto de la sociedad a largo plazo, porque devenga un triple dividendo de beneficios: ahora, para su vida adulta en el futuro, y para su descendencia».

Entre otras líneas estratégicas, apuesta por «asegurar que todos los niños y niñas nacen y crecen durante su primera infancia en un entorno familiar donde se dan las condiciones emocionales y materiales para la buena crianza», así como por «prevenir riesgos» para su salud física y emocional. Además, se promoverán «hábitos de vida que favorezcan un desarrollo físico y emocional» de los niños y adolescentes.

Disminuir la morbimortalidad evitable en la población vasca. Para avanzar en este camino «es necesario desarrollar políticas de promoción de la salud y programas de prevención de los factores de riesgo y enfermedades asociadas a mayor carga de enfermedad». «También de manera destacada –añade el plan–, es necesario orientar los sistemas asistenciales de salud, tanto los sanitarios de atención primaria y hospitalaria, como los sociales hacia la prevención y asistencia, desde los principios de proveer atención integrada, de excelencia y centrada en la persona». Entre otros objetivos, se busca «lograr que la población de Euskadi adopte conductas saludables y reducir al mínimo su exposición a factores de riesgo, creando condiciones favorables»; prevenir los riesgos y abordar precozmente los problemas de salud asociados; y «empoderar e involucrar a la ciudadanía en la atención y aumentar su adherencia a los programas de prevención y asistenciales».

Fomentar el envejecimiento activo y de vida plena. «El foco de las estrategias de salud pública aspira a conseguir un envejecimiento orientado a una vida plena, en el que las personas mayores puedan ser y hacer lo que valoran, con un enfoque de atención centrada en la persona». Desde este punto de partida, el plan se marca tres objetivos específicos: potenciar las capacidades de las personas mayores para seguir desarrollando una vida plena sobre la base de su propio empoderamiento, lograr entornos y comunidades amigables, inclusivas y adaptadas a las necesidades de las personas mayores que les permitan permanecer en su lugar habitual de vida, y lograr un abordaje integral e interdisciplinar de las necesidades de asistencia sanitaria y social de las personas mayores.

Reducir las desigualdades en salud. Un principio rector del plan es la reducción de desigualdades en salud, priorizando la satisfacción de necesidades en salud de los grupos vulnerables y de quienes más lo necesitan. El logro en equidad de salud implica «que cada persona tenga capacidad de desarrollar con plenitud su potencial de salud, independientemente de sus condiciones sociales (posición social, género, lugar de residencia, tipo de trabajo, ingresos económicos, nivel de estudios y país de origen)». «Este reto –sostiene el plan– pasa por desarrollar mecanismos para incidir en los determinantes de las desigualdades en salud, así como en sus consecuencias. Las situaciones de discriminación, y otras formas de violencia, incluyendo violencia de género y contra menores, ancianos y otros grupos vulnerables, son expresiones extremas de desigualdades en salud que están en el centro de este reto fundamental».