Euskadi se asoma a una Semana Santa con toque de queda a las 22 horas y grupos de 4

Lo que está claro es que, haga lo que haga Madrid, no habrá movilidad entre comunidades. La Comisión de Salud Pública, en la que se encuentran representados los 19 territorios y el Ministerio de Sanidad, acordó ayer el cierre perimetral de todas las autonomías y la limitación de la movilidad nocturna de las 22.00 a las 6.00 horas entre el viernes 26 de marzo y el viernes 9 de abril.

La comisión dio así el visto bueno al documento presentado por Sanidad para tratar de impedir que la Semana Santa desate una nueva ola, tras y como ocurrió con la relajación de las medidas la pasada Navidad. No obstante, este plan debe ser ratificado el próximo miércoles por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). Y allí no habrá unanimidad. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ya avisó que se niega tanto a adelantar el toque de queda (fijado actualmente en Madrid a las 23 horas) como a cerrar su fronteras.

La principal novedad del escrito que salió ayer de la Comisión es la eliminación, por falta de acuerdo, de la recomendación de que los estudiantes universitarios que residan durante el curso en otra región o país no puedan volver a su lugar de residencia.

El texto, como ya adelantó el miércoles este periódico, pide evitar «viajes no necesarios» e insta a las autonomías a «no bajar el nivel de alerta» desde las dos semanas previas al inicio de Semana Santa «aunque los indicadores sean favorables» y «mantener las medidas establecidas en ese momento». El documento prohíbe tanto en la Semana Santa como en la de Pascua las concentraciones multitudinarias como procesiones o los encuentros en domicilios entre no convivientes.

El departamento que dirige la ministra Carolina Darias quiere que este texto sea aprobado de forma unánime el próximo miércoles en el Interterritorial, sabedor de que no puede imponer su cumplimiento, aunque defienda públicamente que todos territorios deben acatar las decisiones mayoritarias de este órgano de pura coordinación y sin carácter ejecutivo.

Lo cierto es que la actual situación lleva camino de repetir el choque de trenes que ya se produjo en el último Puente del Pilar entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid. Un encontronazo eléctrico que acabó con la imposición de un estado de alarma al Ejecutivo encabezado por Isabel Díaz Ayuso para forzarle a cerrar las grandes ciudades de la comunidad.

«Solo por ahora» recalcan en Moncloa, el Ejecutivo de Pedro Sánchez descarta volver a tirar de decreto de excepción porque la negativa de Ayuso a perimetrar la región en las próximas vacaciones no tendría ninguna consecuencia práctica si el resto de las comunidades -o al menos las peninsulares- cierran sus fronteras. Sí tendría más implicaciones su rechazo a adelantar el toque de queda, que solo se podría forzar con otro estado de alarma.

En el Gobierno central se limitaron ayer a subir el tono con Ayuso. «No debería haber ni debate. Después del año de sacrificio que llevamos, nos queda un último esfuerzo. No puede haber Semana Santa. Es por nuestra sanidad y nuestra vida, pero también por la economía», señaló ayer con un punto de irritación la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.

Durante el día de ayer hubo críticas a Ayuso y llamamientos para que no obstaculice la unanimidad a la que aspira Darias. Sin embargo, ni los ataques ni los ruegos movieron un ápice a la presidenta madrileña. «España lleva con cierres de estas características desde noviembre y no han impedido una tercera ola. Es más, las comunidades autónomas que han estado cerradas estos meses han tenido peores datos de contagios», afirmó Díaz Ayuso en el Pleno de la Asamblea de Madrid. «Con los toques de queda y sin cerrar la Comunidad de Madrid la situación está yendo bien y, además, no veo improcedente que un ciudadano de otro rincón de España venga a su capital a un museo, a consumir en una tienda o a mover la economía si lo hace respetando las normas sanitarias que hemos puesto entre todos», abundó la presidenta, que insistió en que «es pronto para tomar decisiones sobre Semana Santa».