«El alzhéimer es una de las patologías que más ha sufrido el embate de la pandemia»

«Este año, con motivo de este día internacional, es difícil organizar actividades de concienciación por razones obvias, pero no quiere decir que este tipo de enfermedades hayan dejado de existir», advierte. «El alzhéimer es una de las patologías que más ha sufrido el embate de la pandemia». Primero, enumera, «por la edad media de los pacientes. Muchos de ellos viven en residencias de ancianos y son centros que han sufrido como nadie las consecuencias de coronavirus. Y segundo, porque las personas con alzhéimer que iban a los centros de día han perdido este apoyo fundamental por las claves mentales que les daba la rutina. Han tenido que crear nuevas terapias en sus casas, lo que también supone un esfuerzo extra para las cuidadoras».

Es por eso que aunque el Covid-19 no ha parado el trabajo en torno a la enfermedad que se desarrollan en Policlínica, «sí lo ha ralentizado» y ha habido «retrasos en los ensayos clínicos». «Nos hemos adaptado y continuamos con las medidas de seguridad», asegura. Actualmente, tienen tres ensayos clínicos en desarrollo y comenzarán dos nuevos en los próximos meses. El neurólogo recuerda que cuando se solucione la crisis del coronavirus, el resto de problemas sanitarios que nos ocupaban, «las enfermedades degenerativas, cardiovasculares o el cáncer, seguirán existiendo y habrá que seguir pensando en cómo derrotarlas».

Todavía son muchos los aspectos desconocidos del alzhéimer, aunque la línea general de las investigaciones, según explica el doctor, se está centrando en la detección precoz de la enfermedad. «Sabemos desde hace mucho tiempo que los cambios en el cerebro de una persona con alzhéimer empiezan mucho antes de que aparezcan los síntomas». En este sentido, «la detección preclínica, antes de que aparezcan los síntomas, es muy importante».

¿Por qué? «Existe la sospecha de que la degeneración de las neuronas se da por el depósito de las proteínas concretas en el cerebro que no dejan que las neuronas funcionen con normalidad. Hay fármacos que pueden eliminar esos depósitos, por lo que si realmente estas proteínas son las causantes de la muerte de las neuronas y de la aparición de los síntomas del alzhéimer, se podría retrasar varios años la aparición de la enfermedad». Pero pese a los avances, «este tipo de terapias todavía no están en el mercado», advierte Linazasoro, «son ensayos clínicos, en fase de experimentación, a los que podemos acceder desde la Policlínica porque participamos en ellos».

Y tan necesario es tener un medicamento que cure la enfermedad como saber qué la provoca. Ya que «las múltiples causas del alzhéimer hacen que la respuesta a los medicamentos no sea homogénea en todos los pacientes y su eficacia dependerá de qué factor pesa más». «Es muy importante saber qué causa una enfermedad, y en el caso del alzhéimer no se conoce porque probablemente sea un conjunto de factores», insiste el neurólogo.

Entre las causas más probables, «la edad y la influencia del envejecimiento», son claras. La genética también es uno de los factores a tener en cuenta, «aunque menos del 1% de los casos de alzhéimer son de base hereditaria», reconoce Linazasoro. «Si una persona padece alzhéimer, su hijo solo es mínimamente más susceptible al resto de la población a padecerlo también». El estilo de vida, sin embargo, sí que es uno de los elementos más relacionados con su aparición.

Un asunto que en Gipuzkoa «se lleva trabajando mucho» tiempo, asegura el neurólogo, que recuerda como muestra de ello el programa de sensibilización 'El semáforo del Alzhéimer' que finalmente derivó en un cuestionario online para diagnosticar el riesgo de sufrir la enfermedad, con el objetivo de que cualquier persona conozca qué factores de su estilo de vida puede modificar para reducir el riesgo de sufrir la enfermedad.

A pesar de no conocer a ciencia cierta las causas de esta «enfermedad compleja», «por su origen en múltiples factores», la investigación deja claro que una vida saludable es esencial para prevenir las enfermedades neurodegenerativas. «Con treinta años es cuando hay que empezar a trabajar para que el cerebro lleve la vida más saludable posible porque luego va a resistir mejor los embates de un posible alzhéimer».

Por evidente que parezca, «evitar los hábitos tóxicos, como consumo de alcohol, tabaco, drogas, es esencial. También cuidar la salud cardiovascular; además de vigilar la diabetes y la hipertensión», enumera Linazasoro. «Llevar un estilo de vida activo realizando ejercicio moderado todos los días, pero también intelectualmente y socialmente» es importante, añade. Además de detalles como «corregir una sordera para evitar el aislamiento que provoca», pueden ayudar a mejorar la salud del cerebro. Por último, recomienda «tratar la depresión si se tiene» y «dormir un número regular de horas». En resumen, «mantener la curiosidad y el aprendizaje activos».