La Organización Mundial de la Salud y el semáforo del alzhéimer

El pasado 14 de Mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) difundía un comunicado sobre la posibilidad de prevenir el alzhéimer actuando sobre los ... factores de riesgo relacionados con el estilo de vida. La declaración comienza destacando los grandes y amenazadores números del alzhéimer, un problema mundial de salud pública cada vez más grave: 50 millones de personas afectadas, 10 millones de casos nuevos cada año, previsión de alcanzar los 82 millones en el 2030 y los 152 millones en el 2050. La demencia supone un coste muy elevado para los gobiernos, las comunidades, las familias y las personas, y una pérdida de productividad en la economía. En el 2015, se calculó que el coste social de la demencia en todo el mundo era de 818 mil millones de dólares, cantidad que equivale a 1,1% del PIB mundial. Tras este baño de crudo realismo, la OMS recuerda que la edad es el principal factor de riesgo conocido para sufrir deterioro cognitivo, pero que la demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Y pasa a poner el foco en la relevancia de los factores de riesgo vinculados con el modo de vida, como la inactividad física, el consumo de tabaco y alcohol, la alimentación poco saludable, el control de la salud cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia y obesidad), la depresión, el sueño y la sordera. No olvida otros aspectos negativos del estilo de vida, como el aislamiento social y la inactividad cognitiva. Su primera conclusión es que «la existencia de factores de riesgo potencialmente modificables implica que es posible prevenir la demencia mediante una estrategia de salud pública que incluya la implementación de intervenciones clave que retrasen o desaceleren el deterioro cognitivo y la demencia».