Gipuzkoa también se anuda el pañuelico
Sanfermines ·
Pamplona se sumerge en la fiesta por antonomasia con le chupinazo, que podrá seguirse en directo desde la web de DV. Los corredores ya descargan adrenalina para el primer encierro de mañanaNaroa Izaguirre
Domingo, 6 de julio 2025, 00:25

Iker Pérez Beasain, 25 años
«Nací un 7 de julio, para mí San Fermín es un sentimiento que llevo dentro»
Destinado a nacer el mismo día que el chupinazo. Este es el caso de Iker Pérez, el joven beasaindarra que nació el 7 de julio ... del año 2000. «Nací un 7 de julio, para mí San Fermín es un sentimiento que llevo dentro». Desde su niñez siempre lo ha tenido claro, iba a lanzarse directo a las calles de Pamplona. «Desde que era txiki les dije a mis padres que al ser mayor de edad correría en los encierros de Pamplona». Para Iker, el significado de la fiesta de San Fermín va más allá de lo común. «Para mí los Sanfermines tienen un gran valor, no solo como fiesta», subraya.
«Desde txiki les dije a mis padres que al ser mayor de edad correría en los encierros de Pamplona»
No cabe duda de que el ambiente que se genera durante el desarrollo de estas fiestas supone un escenario de intenso jolgorio para la gente que opta por vivirlas al máximo. No obstante, esa sensación tampoco pasa desapercibida en el ánimo de los más atrevidos. Aquellos que salen a las calles de Pamplona, no para conocer sus bares, sino para enfrentarse a los astados. «La gente nos apoya bastante, nos entiende. Intentan aliviar esa tensión que tenemos antes de que pase todo». Iker enfatiza en que el apoyo es un pilar fundamental para incentivar la adrenalina del momento.
«La gente nos apoya bastate, nos entiende. intentan aliviar esa tensión que tenemos antes de que pase todo»
La familia es un gran sustento para el joven beasaindarra. Dice estar acostumbrado tras varios años asumiendo ciertos peligros, aunque su entorno más cercano no acaba de habituarse. «Les gusta pero obviamente sufren mucho, pasan una gran tensión todos los días. Me llaman cada vez que no me ven por la televisión para saber si está todo bien».
Todo se ve diferente detrás de la barrera. Minutos antes de acceder al recorrido los sentimientos se muestran a carne viva, y los miedos afloran. «Cuando estás ahí tienes mucho tiempo para pensar, le das vueltas a todo. Como va tan rápido, siempre tienes miedo de que te pase algo malo, de que te pille algún toro». Desde que comenzó a estar cara a cara con el animal, siempre ha mostrado respeto. «Para mí el toro es un símbolo de fuerza».
«El tramo es importante»
El tramo escogido por los corredores para realizar su carrera demuestra la manera en la que van a recibir al animal. Es una decisión de vital importancia ya que, según el joven corredor, te puede jugar una mala pasada. «En el exterior de la curva, donde suelen pasar los toros, sientes que estás en un lugar de peligro. Los tienes cerca, ahí puede pasar algo grave. En ese momento te entra mucho miedo, pero como pasa todo tan rápido tiras para adelante». Los tramos de los encierros de Pamplona son elegidos por los corredores según la estrategia que tienen en mente antes de salir. «El tramo del encierro en el que te colocas determina la disposición en la que vas a recibir al animal».
Los minutos posteriores a esa sensación de adrenalina se sienten especiales. «Una vez acaba todo y te tranquilizas tienes aún más motivación para el próximo encierro». Antes de cruzar la barrera que separa la seguridad de la adrenalina, Iker ya lo tenía claro, quería seguir dando pasos hacia adelante. «Ese sentimiento de estar allí, en Pamplona, y vivirlo en persona, es mucho más emocionante que verlo en la televisión», asegura. Tras muchos años siendo parte de esta tradición, Iker se decanta por el asfalto, y así será durante muchos años más.

Jon Díaz Tolosa, 24 años
«Cuando voy a correr intento separarme del ambiente festivo»
Desde bien pequeño ligado al encierro. Así es Jon Díaz, el joven tolosarra que se plantó por primera vez ante los toros de Pamplona en 2022, tras la época de pandemia. «Empecé a correr en los encierros en el año 2022, después del coronavirus y la suspensión de dos años de Sanfermines. Al final me animé y aún sigo, hasta que me dejen», cuenta. Señala con orgullo el apoyo que ha recibido desde pequeño por parte de su familia, sobre todo de su madre. «Lo he seguido desde pequeño, sobre todo por mi madre. Siempre me ha levantado para ver los toros desde la televisión. Me lo ha inculcado, no hay duda».
Los Sanfermines pueden tener un significado diferente dependiendo de dónde provengas. Jon, como buen guipuzcoano, admite que «los Sanfermines significan muchas cosas, son unas fiestas especiales, diferentes a las demás. Al ser guipuzcoano no me pertenecen, por así decirlo, pero las siento como mías». Tras varias vacaciones disfrutando en la capital navarra, su sentimiento de lejanía ha cambiado. «Las he seguido desde pequeño tanto por televisión como estando allí. Íbamos a Navarra en verano con la familia, de camping en camping».
Pero también se acuerda de Tolosa, su pueblo natal, donde dio sus primeros pasos como aficionado al toro. «Empecé muy joven, aquí en las fiestas de Tolosa». Remarca sobre todo los carnavales, escenario que dio pie a esa simple curiosidad que terminó evolucionando a algo más grande. «Siempre me he metido en los carnavales para ver a los toros. Antes de ir a Pamplona sí que he ido tocando poco a poco por ahí».
«Pienso mucho en San Fermín»
Es en la localidad guipuzcoana donde también experimentó las emociones previas a un encierro. «No te sacas esa idea de la cabeza durante todo el año. Estoy en octubre o en enero y pienso en los Sanfermines. Cada vez que se acercan las fechas piensas más en ello. Sientes miedo, nervios y emoción. Esa dependencia o necesidad siempre está ahí. Pero terminas acostumbrándote».
«Te haces un plan pero cada encierro es diferente. Según suena el cohete la idea desaparece, y se trata de ver, oír y actuar»
Las emociones durante las fiestas están a flor de piel, aunque no de la misma manera para todos. «Cuando voy intento separarme del ambiente festivo. Al final ya sabes a lo que te arriesgas», destaca, restando importancia a las estrategias previas a la carrera. «Te haces un plan pero, en cuanto suena el cohete esa idea que tenías preparada desaparece».

Alex Berasategui Azpeitia, 38 años
«Empecé a la par con la sokamuturra que con los encierros»
Este año Alex Berasategi verá el encierro desde la barrera. Pero no la barrera física que traza el recorrido en Pamplona, sino desde el sofá de casa. Hace dos años que este azpeitiarra de 38 años no corre delante de los toros. «Desde que soy padre», apunta, pero atesora una experiencia de casi 20 años en los encierros, unas carreras delante de los astados que recuerda al detalle y con mucho cariño. «Por suerte he corrido buenos encierros y tengo esa satisfacción de entrar en la plaza con los toros. Tengo ese tipo recuerdos que no se pagan con dinero», reconoce.
Berasategi se aficionó al mundo taurino desde pequeño. No sorprende, siendo azpeitiarra. «Aquí tiene tirón, nos lo han inculcado desde jóvenes. Cuando tenía 17 años empecé con la sokamuturra de mi pueblo, y debuté en los Sanfermines al cumplir la mayoría de edad. Prácticamente al mismo tiempo. Desde que tenía 18 años he corrido en Pamplona, era algo natural». Durante sus años de mozo, el azpeitiarra ha tenido el apoyo de sus padres y su hermano, quienes contribuyeron a cultivar esta pasión que tanto disfruta. «La familia siempre me ha apoyado, nunca me han dicho que no corra. Mi padre corrió alguna vez cuando estaba de fiesta. Recuerdo que desde que era pequeño veía todos los días los encierros. A veces me llevaban a la plaza de toros. De hecho, mi hermano también corría, íbamos a correr los dos el mismo tramo. Tengo fotos corriendo con él».
Sus años de mozo han dejado un reguero de imágenes y momentos reseñables, como los vividos en 2018. «La más impactante que tengo es la de un chico que me empujó. Tengo toda la secuencia de cómo el toro me lleva por delante. Todavía recuerdo la sensación de notar la cabeza del animal junto a la mía, rozando con sus cuernos mi pecho».
Ahora que es padre, les muestra a sus hijos las fotos de sus años de corredor en Pamplona. «A la mayor no le gustan los toros, pero al pequeño, que tiene tres años, le enseño las imágenes y se emociona», cuenta Berasategi, que reconoce que su perspectiva ha cambiado. «Ahora que tengo 38 años, piensas de otra forma. Ese subidón de adrenalina que quizá antes necesitabas disminuye. Ahora necesito esa tranquilidad, sin estrés». Aun y todo, deja la puerta entreabierta. «No lo sé, la verdad. De momento no tengo esa necesidad de sufrir pero quién sabe». Este año disfrutará de las fiestas de otra manera. «Ahora siento paz mental, sé que no voy a correr en Pamplona. Estoy con la tranquilidad de que no voy a sentir esos nervios previos a correr».
«A la mayor no le gustan los toros, pero al pequeño le enseño las fotos y se emociona»
Alex, como muchos otros , espera con muchas ganas e ilusión el sonido del chupinazo que dará comienzo a estas fiestas tan icónicas, las cuales ya forman parte del corazón de los más fieles seguidores.
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