Una conversación en clave para atender a víctimas que llamaban delante de su agresor
El servicio telefónico Satevi creó un protocolo especial durante el confinamiento, y el 900 840 111 atendió a 1.961 personas el pasado año
El confinamiento domiciliario del inicio de la pandemia condenó a miles de mujeres a estar encerradas en casa con su agresor, sin escapatoria, y con un margen para pedir ayuda reducido a la mínima expresión. Es por ello, que el servicio de atención telefónica a mujeres víctimas de violencia-Satevi (900 840 111) modificó su protocolo de actuación entre marzo y mayo y creó una conversación en clave que requería respuestas con monosílabos de las interlocutoras, para facilitar la conversación sin dar pistas a sus acompañantes del motivo de la llamada.
Este protocolo que sigue activo, es una de las principales novedades presentadas esta mañana en el balance de 2020 del servicio Satevi. En la rueda de prensa han intervenido, Beatriz Artolazabal, consejera de Igualdad del Gobierno Vasco, y Oiane Zarate, coordinadora del servicio, que han estado acompañadas por Izaskun Landaida, directora de Emakunde, y Lide Amilibia, viceconsejera de Políticas Sociales. «Ya sabíamos que el 900 840 111 es un servicio esencial, pero durante los meses en los que casi todo se detuvo, su capacidad de adaptación fue trascendental», ha señalado Artolazabal.
En el informe de actividad se refleja que las mujeres suelen buscar la ocasión más apropiada para acudir al servicio. Así, el día de la semana que más llamadas se recogen es el lunes, principalmente porque «las mujeres han dejado a los hijos o hijas en la escuela y el agresor no está junto a ellas», ha explicado la consejera, quien también ha constatado que, durante el confinamiento, esos momentos se desvanecieron y «todos los días eran iguales».
Precisamente, entre marzo y mayo, las mujeres víctimas tuvieron que buscar otros momentos para alertar de su situación. Satevi recoge en su informe el hecho de que algunas de las llamadas que recibió se realizaron aprovechando que el agresor había salido a hacer la compra o sacar la basura. En total, 830 mujeres víctimas recurrieron a este servicio durante el confinamiento domiciliario, de las que 422 convivían con su agresor y otras 408 no lo hacían pese a sufrir violencia y/o amenazas.
La consejera Artolazabal ha reiterado que «cualquier mujer puede ser víctima de la violencia machista» y que esta es «la máxima expresión de la desigualdad de género». «Estos hombres ejercen violencia sobre mujeres por el hecho de ser ellos hombres y ellas mujeres», ha recalcado.
Por su parte, también el equipo profesional de Satevi, compuesto por ocho mujeres, se vio obligado durante ese periodo a poner en práctica mecanismos de autocuidado, ya que, aun en su propio confinamiento, siguieron atendiendo las llamadas del servicio. En este sentido, han explicado que establecieron un plan de llamadas y videollamadas para darse apoyo mutuo y mantener el estado emocional neutro que requiere su trabajo.
Incremento de llamadas
Este servicio de atención teléfonica, a lo largo del pasado año, registró 2.674 llamadas realizadas por 1.961 personas demandantes. Por territorios, Bizkaia encabeza la lista con el 55% de las llamadas, seguido de Gipuzkoa, con 26%, y Araba, con 16%. Un 3% de las llamadas recibidas procedía de fuera de Euskadi, en su mayoría de personas allegadas a víctimas residentes en Euskadi.
Se atendieron a 1.961 personas, de las que 1.322 fueron mujeres que alertaban ser víctimas de violencia. Otras 468 fueron personas allegadas a las víctimas; y 171, profesionales. Del total de las mujeres atendidas 13 se encontraban embarazadas en el momento de la atención, y todas ellas eran víctimas de violencia ejercida por la pareja o expareja.
En todos los casos de violencia de género atendidos se detectó alguna señal de maltrato psicológico, al que se le sumó también maltrato físico en 596 casos (48,10%); económico, en 374 (30,19%), y sexual en 95 (7,67%). Respecto a este último, han señalado que debe tenerse en cuenta «la gran dificultad de visibilizar este maltrato por parte de las víctimas, por lo que se trata de un dato relativo».
Respecto a la duración media de las llamadas el año pasado, esta se situó en los 27 minutos, «lo que pone de manifiesto el carácter de intervención psico-social que tiene este servicio», y que se asimila a lo que suele darse en una atención psicosocial presencial. «No solo se facilita una información o derivación concreta. Se ofrece una intervención en la que se analizan las necesidades de la persona que llama, buscando un itinerario de salida, de cara a promover un acompañamiento continuado al proceso en el que se encuentre» ha explicado Zarate.