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El acoso más común y normalizado a través de internet es el afectivo-sexual. DV
Ciberacoso

«En la universidad abrieron una cuenta de Twitter en la que solo hablaban de mí»

Un estudio del Ministerio de Igualdad revela que casi la mitad de las jóvenes de entre 16 y 24 años se ha sentido acosada en las redes sociales

Aiende S. Jiménez

San Sebastián

Domingo, 26 de junio 2022, 06:55

«En la universidad abrieron una cuenta de Twitter, como un 'Gossip Girl', que acabó derivando en que lo único que hacían era hablar de ... mí y me empezó a dar miedo, porque ponían tuits tipo: 'qué hacía en tal calle con tal chico', o 'qué hacía en tal restaurante con fulanito haciendo no sé qué'. Nunca supe quién fue, pero tuve miedo porque sabían cosas que ni yo había contado a mis amigas». Es el testimonio de una joven que sufrió acoso a través de las redes sociales. El 45,7% de las mujeres de entre 16 y 24 años aseguran haberse sentido acosadas o humilladas a través de estos medios. Casi nunca lo denuncian.

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Los malos usos de aplicaciones como Instagram, Twitter o WhatsApp están tan asumidos por las jóvenes que se llegan a normalizar situaciones que podrían incluso ser delito. Así se desprende de las conclusiones del estudio titulado 'Mujeres jóvenes y acoso en redes sociales', elaborado por el Instituto de las mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad, motivado por que existe «una proliferación de conductas sexistas a través de las redes sociales». En el mismo se recogen las vivencias de 6 jóvenes acosadas, una de ellas de Bilbao, así como los resultados de una encuesta realizada a 1.000 mujeres de entre 16 y 24 años.

Existen dos principales tipos de acoso: el afectivo-sexual, el más común y normalizado, y el ciberbullying. El primero se da por parte de uno o varios hombres hacia la mujer. La mayoría de las veces la joven recibe una foto o comentario sexualmente explícito que no ha demandado, aunque también les llegan insultos y amenazas, y en un tercio de los casos ellos difunden información o contenidos de ellas. Normalmente se produce cuando una mujer muestra su negativa a los deseos de un hombre y este sigue insistiendo. Instagram es la red social en la que se originan la mayoría de estas dinámicas.

«Yo diría que a todas las chicas les ha pasado lo de decir a algún chico que no quieres seguir hablando con él y que sigan acosándote. Y yo tuve mucha suerte de que no fuera a más, pero a otras personas les han ido a buscar a casa o al colegio, donde sea, y no han tenido tanta suerte», dice una de las seis chicas entrevistadas en profundidad para el estudio. Todas ellas habían sido acosadas por internet. Sin embargo, todas reconocen que no suelen compartirlo con su entorno, salvo que se convierta en algo grave. «No se le da la importancia que debería. Mi madre me decía que tenía que pasar de esas cosas, que no me tenían que afectar». En caso de compartirlo, primero va la pareja, después los amigos. Solo recurren a su familia en situaciones críticas. «Sienten que no tienen la suficiente confianza para hablar con sus padres de temas sentimentales o sexuales, lo que dificulta que cuenten estas vivencias», indican en el estudio.

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No ocurre lo mismo con el ciberbullying. Las jóvenes lo identifican de manera más clara y le otorgan una mayor gravedad, por ello es más fácil identificarlo. En todo caso, también es un tema sobre el que es difícil hablar con los padres. «Las jóvenes sienten dolor y vergüenza» y, aunque creen que recibirían su apoyo, «deciden no contarlo para no causarles dolor». Tampoco lo comparten con iguales, por el miedo a sentirse juzgados.

Testimonios

  • Acoso «A todas las chicas les ha pasado lo de decir a un chico que no quieres hablar con él y siga acosándote»

  • Desconocimiento «No se le da la importancia que debería. Mi madre me decía que tenía que pasar de esas cosas»

  • A la familia «Le escribieron un correo electrónico a mi madre diciendo que no sabía quién era yo en realidad»

Respecto a la motivación de los acosadores, a ellas las juzgan por su comportamiento y sus relaciones mucho más que a los chicos. «A ellos solo se les juzga por rarito o no rarito. Pero a nosotras por muchísimas cosas, quién se ha liado con más, quién enseña más el culo en Instagram, o por qué ropa llevamos», recoge uno de los testimonios.

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En cuanto al acoso de tipo sexual, esas actitudes se producen por el contenido que las jóvenes suben a sus redes y porque los hombres «se sienten legitimados para ejercer estas prácticas como forma de ligar». No obstante, y aunque en la mayoría de los casos se trata de acosos puntuales o que no se alargan en el tiempo y se limitan a la insistencia para mantener una relación sexual, hay veces que afecta a la vida de las víctimas. «Yo con mis padres nunca he hablado de mi vida sexual porque son muy católicos. Estaba saliendo con un chico y le escribieron un e-mail a mi madre diciendo que no sabía quién era yo en realidad», relata una de las jóvenes entrevistadas.

Sueltas y campeones

La vida sexual y las relaciones de las mujeres sigue siendo por tanto el principal motivo para ser juzgadas, algo que no ocurre con los hombres. Si ellas mantienen sexo con varias personas, son unas «sueltas». Ellos, sin embargo, son unos campeones. Además, los insultos en este caso vienen proferidos tanto por hombres como por mujeres. «Antes subía cualquier foto que saliese guapa o sexy, pero la gente de mi clase me decía 'Eres una puta', 'Se te ve el culo'», afirma una joven acosada.

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Aunque las víctimas aseguran sentirse «impotentes e indefensas», rara vez lo denuncian. Por un lado porque consideran que no tienen suficientes pruebas y sienten que no les van a creer, y por otro porque no creen que los hechos sean lo suficientemente graves como para denunciarlo, debido a su normalización.

No dejan de usar las redes, pero las restringen

Vivir estas situaciones de acoso ha tenido consecuencias para las víctimas, pero no ha hecho que dejen de usar las redes sociales en las que las han sufrido. No obstante, el estudio de Igualdad revela que la gran mayoría sí ha empezado a tomar medidas para evitar que se repitan. La primera, dejar de tener las cuentas públicas y restringirla solo a las personas que ellas aceptan como seguidores. También evitan dar o publicar su número de teléfono o información personal como el lugar donde viven, que muchas veces se revela en las ubicaciones o fotografías que suben. Además, no contestan los mensajes de extraños o posibles acosadores, denuncian sus cuentas en la red social y no suben fotos en las que enseñan mucho su cuerpo.

Lo que sí identifican perfectamente las jóvenes es que gran parte del origen de las actitudes acosadoras está en la educación. Así, perciben que no se está haciendo lo suficiente en este ámbito y además no confían en que se vayan a producirse cambios a corto plazo. Por ello reivindican que las campañas de prevención se realicen en edades más tempranas, pues los menores cada vez socializan antes a través de las redes sociales.

Por otro lado, responsabilizan de forma indirecta a las redes sociales, aunque algunas jóvenes aseguran que a pesar de que denunciaron las cuentas de sus acosadores a la app, ninguna de sus denuncias prosperó. «Tenía la impresión de que el trato era con una máquina», señala una de ellas. Por ello insisten en que se sintieron solas durante la situación de acoso online, y que en estos casos no saben a dónde acudir para solicitar atención y ayuda.

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