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J.M.
Jueves, 13 de marzo 2025, 11:49
El trágico asesinato de Belén Cortés, la educadora de 35 años que trabajaba en un piso tutelado de menores de Badajoz, ha desatado un aluvión de críticas y preguntas sobre el sistema de protección de menores. Una situación sobre la que se ha expresado, padre de uno de los detenidos junto a otros dos menores como presuntos responsables del crimen y que cuenta con una gran popularidad en Extremadura como cocinero y presentador de televión.
«Lo que ha pasado es terrorífico, pero ni mi hijo ni el resto de menores que vivían en ese piso con la educadora deberían haber estado en libertad desde hace tiempo«, denuncia Granero en una entrevista concedida al diario El Mundo, quien, además de expresar su dolor, apunta directamente a la administración y a las decisiones que, según él, han contribuido a esta tragedia.
El chef, que también fue candidato a las elecciones autonómicas por el partido regionalista Juntos por Extremadura en 2023, ha expuesto en la entrevista una dura crítica al sistema. «Es una locura que les permitieran regresar al piso donde ya había habido problemas y dejarlos solos con ella, de donde se habían escapado tres veces; deberían haber estado en un régimen cerrado», insiste. Además, insinúa que hay otros responsables: «Aquí existen otros culpables y se van a saber cuando llegue el día».
Conocido por su simpatía en los programas gastronómicos, Granero esconde detrás de las cámaras una historia marcada por el sufrimiento. «Mi hijo se convirtió en una víctima prácticamente desde que nació», confiesa días después de conocer la presunta implicación de su hijo en el asesinato. Pide perdón a la familia de Belén Cortés y reconoce el dolor que han causado los hechos. «Las principales víctimas son ellos y les pido disculpas de todo corazón».
Para Granero, el drama comenzó hace años con un divorcio tormentoso, en el que la violencia de género y las drogas estuvieron presentes. «El Gobierno, en vez de poner medidas para atajar este problema, lo incrementa», denuncia, asegurando que el sistema permitió que su exmujer recibiera entre 1.800 y 2.000 euros al mes, un dinero que, según él, no se destinó al bienestar de sus hijos. «Si antes consumía 10, ahora con ese dinero pasaba a consumir 100».
El cocinero recalca que su hijo pasó años en un entorno problemático sin la intervención adecuada de las autoridades. «No iba al colegio, su madre se desentendía, perdía cursos enteros, y la administración lo sabía, los profesores lo sabían, los directores lo sabían... pero nadie hacía nada», lamenta.
El menor fue trasladado de un centro a otro, de Badajoz a Mérida, sin una continuidad educativa ni estabilidad. «Era un proceso largo, una cadena de decisiones erróneas que aumentaban el problema», asegura. Finalmente, acabó en el piso tutelado donde se produjo el crimen. Granero critica con dureza que se les permitiera regresar a un lugar donde ya habían protagonizado incidentes previos. «¿Alguien puede entender que los vuelvan a enviar al mismo piso tutelado, de donde ya se han escapado tres veces, y donde había habido problemas?».
La última fuga de su hijo y otros menores ocurrió en Carnavales. «Terminaron en Villafranca de los Barros y robaron en un bar para consumir droga», relata. Sin embargo, en lugar de tomar medidas más estrictas, se les permitió regresar al mismo centro. «Es una locura que ocurriera, que los dejaran allí solos con una mujer rodeada de chicos fuertes y atléticos», enfatiza, señalando que una decisión más estricta podría haber evitado la tragedia.
Antonio Granero ha podido hablar con su hijo desde su detención, aunque asegura que evita tocar el tema del crimen. «No de lo que pasó el domingo, no es el momento, sino de otras cosas para que se abstraiga». El cocinero sostiene que hará todo lo posible para ayudarlo como padre, pero ahora serán los especialistas quienes trabajen con él. «Ahora son los psicólogos y psiquiatras del centro quienes deben intervenir».
Más allá del dolor por los acontecimientos, Granero deja claro que el sistema de protección de menores debe replantearse. «El enorme daño que se ha hecho ya no se puede reparar, pero a ver si sirve para que no se vuelva a repetir», concluye.
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