Un hongo amenaza la salud global
El microorganismo afecta a pacientes de UCI y unidades de reanimación y mata hasta al 70% de los infectados
luis alfonso gámez
Viernes, 31 de marzo 2017, 21:03
Un hongo desconocido hasta hace poco ha puesto en estado de alerta a los centros estadounidense y europeo para la prevención y control de enfermedades (CDC y ECDC, respectivamente). Candida auris ha sido detectado en ambientes hospitalarios, donde provoca infecciones graves en pacientes de las unidades de cuidados intensivos y de reanimación. Se han registrado ya brotes en más de una docena de países -España incluida- con una mortalidad que en algunos casos asciende al 70% de los infectados, «cuando la media en las candidiasis invasoras oscila entre el 30% y el 50%», indica Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología de la Universidad del País Vasco.
Candida auris se describió por primera vez en Japón en 2009. «Se aisló de un paciente que padecía una infección del oído. De ahí lo de auris, oído en latín», explica el microbiólogo vizcaíno. Desde entonces, ha habido brotes de infecciones (candidiasis) graves en Corea del Sur (2011), India (2013), Pakistán (2013), Sudáfrica (2014), Kenia (2014), Kuwait (2014), Venezuela (2015), Reino Unido (2015), Colombia (2016), España (2016), Israel (2016) y Estados Unidos (2016). La revisión de colecciones históricas de cepas del género Candida ha permitido a los científicos precisar que la más antigua conocida correspondiente a Candida auris data de 1996 en Corea del Sur, lo que significa que el patógeno lleva más de veinte años entre nosotros. La genética ha revelado, además, que hay al menos cuatro variantes del microorganismo, identificadas como Japón-Corea, India-Pakistán, Sudáfrica y Venezuela.
Una vez en el cuerpo, «esta levadura se disemina por la sangre y puede provocar una infección cuya gravedad depende del estado de salud del paciente», advierte Javier Pemán, presidente de la Asociación Española de Micología y médico microbiólogo del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, donde en abril de 2016 detectaron un brote que está en vías de contención. Hasta el momento, se han contabilizado en ese centro 150 pacientes colonizados -se llama así a los que portan el microorganismo en alguna parte del cuerpo-, de los que 49 han desarrollado la infección, con una letalidad del 42%. En el caso español, la variante del hongo es resistente solo a una clase de antibióticos, pero en EE UU, donde la letalidad es del 60%, este microorganismo puede ser multirresistente; es decir, más de dos clases de los fármacos usados habitualmente para tratar las infecciones por Candida no son eficaces contra él.
«Supone un problema sanitario grave porque tiene una alta tasa de transmisibilidad de paciente a paciente -en menos de cuatro horas pasa de uno a otros-, sobrevive en superficies inertes -como mesas, mesillas y fonendos- es difícil de identificar por las técnicas convencionales y es resistente a uno o varios tipos de los antifúngicos habituales», apunta Pemán, que asesora sobre este tipo de candidiasis al Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. Un análisis convencional puede llevar a confundir Candida auris con alguno de sus parientes, por lo que es posible que infecciones provocadas por este hongo se hayan atribuido en algunos países y ocasiones a otros del mismo género y no se hayan tratado debidamente. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE UU consideran que por sus características Candida auris representa «una seria amenaza para la salud global».
Recuperar buenas prácticas
«Es un patógeno que nos ha sorprendido a todos. En cuanto lo detectamos, nos pusimos en contacto con el ECDC y los CDC. Celebramos teleconferencias para compartir la experiencia acumulada, pero, por ahora, carecemos de un conocimiento suficiente», admite Pemán. Lo que sí saben los científicos es que, dado que el hongo se transmite por contacto, el primer paso para controlarlo es aislar a los pacientes y recuperar las buenas prácticas sanitarias. «A veces, los buenos hábitos se relajan», dice el facultativo del Hospital Universitario y Politécnico La Fe. La limpieza del material y de las instalaciones, muchas veces subcontratada, debe ser extrema. «El personal sanitario tiene que usar con estos pacientes batas y guantes desechables y, cuando sea necesario por riesgo de salpicaduras de fluidos, protectores faciales, calzas y gorros. El de limpieza y los visitantes deben tomar las mismas precauciones», indica Quindós.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.