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En presencia de Sánchez Araujo (de ciruela e hilo blanco) Morante firma una foto a ‘El Chato’ de la tolosarra Peña Frascuelo. ARIZMENDI
Y torearon de frente y por detrás
Toros

Y torearon de frente y por detrás

Roca Rey y Ginés Marín se retaron cual gallos ante ‘Sisón’ mientras el 7 expulsaba a un aficionado ‘sobrado’

begoña del teso

Domingo, 13 de agosto 2017, 10:14

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Continúa la tradición y la leyenda no desfallece: lo mejor de una tarde de toros es la mañana. Cuando todo parece fresco, nuevo e ilusionado. Cuando al llegar encuentras a Alain Bonijol, el gran adiestrador de caballos de picar y arrastre, montando a ‘Bayo’ fuera de la plaza. ‘Bayo’ es uno de las poderosas referencias de la cuadra que hizo añicos las viejísimas querencias de las monturas usadas para el tercio de varas. ‘Bayo’ es un alazán cruzado palomino de 620 kilos a quien en la tarde montaría, vestido de celeste y oro, Manuel Molina, picador de Roca Rey. ‘Bayo’ había sufrido un amago de cólico, fue inyectado y recobró su buena forma habitual para cuando los toros de rejones y los destinados a Ponce y Cayetano pasaron a corrales desde el camión llegado de Salamanca. Era ya entonces una hora después del mediodía de la mañana de la primera tarde en Illunbe 2017

Lo mejor de una tarde de toros es la mañana. Cuando todos los nómadas que habitan y transitan por el planeta de los toros empiezan a plantar sus campamentos en la pequeña ciudadela fortificada que es la plaza. Antoine, Thierry, Claude, Michel, Damian y Louis, los monosabios llegados desde Franquevaux, allá por el Languedoc o de cualquier coso donde se celebren corridas este agosto, preparaban los petos, limpiaban las cinchas, comprobaban el estado de los botes de betún de Judea (para que las pezuñas reluzcan negras cual azabache) y asumían la responsabilidad de entregar las puyas a los seis varilargueros de la Primera de la Feria de Illunbe. Falleció el gran maestro guardián de varas que durante años lo fue en Donostia y ahora son ellos los encargados de las lanzas de ese tercio. Mientras, Christine y Noemi preparaban el almuerzo. Noemi es hija (pequeña aun) de Claude y nieta de Christine. La de ayer fue su primera tarde de toros. Hoy estarán volviendo las dos a Burdeos,

El ‘hamaiketako’ lucía fabuloso: melones rosas, buen embutido, pan de Aramendia, patatas en su punto de sal, ensalada ilustrada... ¿Manteles? Gentileza de los clubs taurinos Paul Ricard (sí: pastis y F1)

Lo mejor de las tarde de toros son las mañanas frescas y soleadas. Cuando antes de entrar al sorteo de los toros el aficionado se enreda en peregrinas pero jugosas polémicas. Discutían en el callejón si los grandes maestros de antaño podrían con los toros (los que quedan de verdad) que de vez en cuando se ven en las plazas buenas. Unos decían que sí. Otros que ni siquiera Ordóñez (Antonio) sabría qué hacer con los bichos que toreará mañana su nieto, Cayetano.

La primera de la Feria de Illunbe fue también la primera experiencia en una plaza para Noemi, a la que acompañan los hermanos Cruz.
La primera de la Feria de Illunbe fue también la primera experiencia en una plaza para Noemi, a la que acompañan los hermanos Cruz. ARIZMENDI

Y se hablaba de la técnica suprema de los maestros jóvenes actuales. Entonces todos mentaron a Roca Rey y su tremendismo niquelado y controlado. Y así fue que Pablo Zarzo, aficionado cabalísimo, dijo la primera gran frase de la primera mañana en Illunbe: ‘Si quiere ser lo que quiere ser así ha de ponerse y solo así será eso que quiere ser’.

Pareció que el peruano, herido en Pamplona por un Jandilla de libro había escuchado a Pablo por mucho que fueran sus tres banderilleros, ‘Viruta’, ‘Domínguez’ y Algaba quienes le representaron en la mañana en los corrales, cuando el azar decide qué toreo torea qué toro. Y pareció que Andrés había escuchado a Zarzo porque aunque ‘Sisón’ no cumplió con lo que su peso (565 kilos) y su edad (cinco hierbas) hacía soñar, se engalló con él y con su rival más próximo, ese Ginés Marín que viene a por todas. Los dos se desafiaron en los quites. Los dos eligieron pases de frente y por detrás terminados en revoleras. Cuando Roca vio por dónde se pasaba el toro Marín él se lo pasó más cerca (aun) del cuerpo. Hubo oreja ara Andrés. Pero eso ya fue por la tarde. Cuando los también muy cabales aficionados del tendido 7 reclamaron la presencia de la autoridad para que conminara al espectador que cantaba ‘El toro enamorado de la luna’ cuando no venía a cuento a que callase en el acto o abandonase la fila 6 localidad 18. La abandonó, el gin tonic en la mano

Para entonces Morante ya había obligado a la linda damisela que en el patio de caballos le había demando sacarse una foto juntos a que retirase la mano de su vestido de torear. No, a los toreros no se les tocan ni los alamares ni los machos.

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