La reforma de la fachada este del Buen Pastor durará un año y costará 1,9 millones de euros

Según la memoria del proyecto redactado por Zetabi Arkitektura, el estudio de Bergara que realizó la última actuación, aunque el edificio «no está en peligro de ruina ni requiere una intervención de emergencia, sí está en un estado de conservación deficiente», lo que hace aconsejable que se dé continuidad a la obra emprendida en la torre «para completar la intervención en la totalidad de la envolvente exterior».

Los trabajos consistirán en la limpieza de la piedra, que está recubierta de una pátina oscura que contrasta con la claridad de la arenisca de la fachada principal. También se reparará la cubierta y se restaurarán las vidrieras, operación que se comerá buena parte del presupuesto.

Con 125 años de antigüedad, el Buen Pastor ha sido objeto de contadas actuaciones de mantenimiento, más allá de las realizadas en los años cuarenta y setenta, que no impidieron que en 2019 se desprendiesen unos cascotes del techo del templo mientras los feligreses asistían a misa, recuerda Aitor Zubia, arquitecto responsable de la obra en el templo donostiarra.

El incidente se debió a unas filtraciones de agua que pusieron de manifiesto las deficiencias en la cubierta, que como la fachada sufre las consecuencias de su exposición a las inclemencias meteorológicas y al salitre.

«Las superficies pétreas deben sanearse, limpiarse, desalarse y consolidarse», detalla Zubia. En lo que se refiere a las cubiertas del templo, el arquitecto apunta que «tienen deficiencias puntuales que es necesario reparar. Se sustituirán las pizarras deterioradas y se repasarán los remates de zinc. También se cambiarán los canalones y las bajantes».

La parte más delicada de la intervención es la restauración de las vidrieras de la catedral de San Sebastián que adornan la fachada y dan luz al interior de la catedral. «En el Buen Pastor hay 500 vidrieras, las mejores de ellas colocadas en los muros del baptisterio, que llevan la firma de la casa catalana Pujol», apunta Zubia. «Como no se pueden restaurar in situ, hay que desmontarlas una por una y trasladarlas al taller donde serán reparadas», cuenta el arquitecto, quien explica que será un proceso complicado que requiere la instalación de una notable estructura de andamios para acceder a ellas. Una vez desmontadas, los huecos serán cerrados con tableros de madera para proteger el interior del templo del frío y la lluvia. Muchas vidrieras están abombadas por el efecto combinado de los fuertes vientos y el deterioro del plomo y los bastidores que sujetan los paneles. Su reparación conlleva no solo la recuperación del aspecto original de los vidrios sino también la colocación de nuevos marcos de latón y la restauración de la red de plomo que bordea los paneles.

El proyecto contempla además la instalación de un sistema de protección de las renovadas vidrieras conocido como acristalamiento isotérmico. «Consiste básicamente en la colocación de un vidrio de protección entre los paneles originales y el exterior que protege a la vidriera de los agentes exteriores. Esa protección iguala los niveles de temperatura y humedad en ambas caras de la vidriera, de forma que evita la formación de agua de condensación sobre los vidrios», afirma Zubia. El coste de la rehabilitación de las vidrieras ascenderá a 422.000 euros, un 21,6% del total.

El estudio Zetabi Arkitektura también dirigió la rehabilitación de la torre, trabajos que dieron comienzo a finales de 2018 con la colocación de los andamios que durante dos años cubrieron la parte frontal del templo. Aquella intervención tuvo dos partes bien diferenciadas: el saneamiento y recuperación de la piedra y la ordenación y consolidación de los forjados interiores de la torre. La obra, que tuvo un coste de 1,7 millones, se sufragó con aportaciones del Gobierno central (50%), Diputación (25%), Ayuntamiento (12,5%) y Obispado (12,5%).