«Hasta que no me acerqué a ella no vi que era una foca»

Esta nicaragüense de 39 años vive en el barrio de Amara, y ese día paseaba por el río junto a su hija, de 4 años, cuando cerca del puente de la Real Sociedad, -más conocido como el puente de hierro-, vio algo en el agua. «Era un perro que se estaba ahogando y me dio mucha pena. Intentaba parar a la gente que pasaba por ahí para que me ayudaran, pero no me hacían caso», cuenta Elisabeth, recordando la desesperación que sintió en ese momento. Por fin una mujer se detuvo, y decidieron llamar a la Policía Municipal. Pero Elisabeth no pudo esperar a que llegaran los agentes. «Tardaban y veía que se ahogaba, pobrecito, así que le pedí a la mujer que se quedase con la niña, bajé por unas escaleras y me tiré al río», en medio de una fuerte corriente y con el agua embarrada por la lluvia.

La rescatadora no pensó en ningún momento en su seguridad, pero se jugó el tipo. «El agua me cubría y estaba helada. La corriente me arrastraba, pero luché y luché, solo pensaba en salvar al cachorro», asegura. Tras mucho esfuerzo logró llegar hasta el animal, «y fue ahí cuando vi que era una foca».

A pesar de comprobar que había errado en la especie del animal, intentó rescatarlo igualmente, «pero era resbaladiza y no podía». Para entonces una patrulla de la Policía Municipal había llegado y le gritaba desde arriba: '¡Salga! ¡Es una foca!'. Elisabeth regresó hasta las escaleras y salió del agua, empapada y muerta de frío. «La Policía me dijo que era muy valiente, pero también me advirtió de que lo que había hecho era peligroso».

Hasta allí también se trasladaron los bomberos, con un camión con escalera y un furgón acuático, ante el aviso de que había que realizar un doble rescate de persona y animal. Cuando llegaron Elisabeth ya estaba fuera del agua, cubierta por una manta. «Lo volvería a hacer, porque amo los animales», asegura. Solo lamenta que más tarde volvió para fotografiar a la foca, pero esta ya se había marchado.