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Los nuevos jardines y playa de Ondarreta con la cárcel al fondo. La línea roja señala el antiguo muro de costa. Imágenes de la Coleccion Galarza de San Telmo Museoa
San Sebastián

Ondarreta cumple 100 años, de campo de maniobras a joya de San Sebastián

Centenario ·

El arenal del Antiguo y sus jardines vieron la luz hace un siglo. Su creación fue iniciativa del ingeniero municipal Juan Machimbarrena, apoyado por el alcalde Juan José Prado

Lola Horcajo / Juan José Fdez Beobide

San Sebastián

Sábado, 16 de agosto 2025

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Los jardines y la playa de Ondarreta son de los espacios más bellos y tranquilos de San Sebastián, que se mantienen con pocas alteraciones desde que fueron creados hace ahora un siglo. La obra se debió a la iniciativa del ingeniero municipal Juan Machimbarrena y al empeño del entonces alcalde donostiarra Juan José Prado.

El campo de maniobras. A mediados de la década de 1870, el pedregal que quedaba entre el camino a Igeldo (actual avenida de Satrústegui) y la entonces exigua playa de Ondarreta, fue convertido en campo de maniobras del Ejército, para que los militares abandonaran Errege-soro, el actual Alderdi Eder. Aquel alejado lugar no tenía, entonces, mayor interés urbanístico para la ciudad y por ello también se destinó para acoger la nueva cárcel provincial, que fue inaugurada en 1890.

Este panorama cambió cuando la reina regente Mª Cristina eligió y compró los terrenos del promontorio del Antiguo, para erigir su Real Casa de Campo de Miramar, donde pasaría los veranos desde 1893 hasta su fallecimiento en 1929. Dos años después, la familia Brunet, propietaria de terrenos en la zona, proyectó construir una ciudad jardín, aunque con poco éxito ya que, para 1900, apenas se habían construido tres villas en primera línea frente al campo de maniobras.

Campos de deportes. Con la mayoría de edad del adolescente rey Alfonso XIII, muy aficionado a los deportes, Ondarreta subió de categoría. En 1903, el campo de maniobras empezó a utilizarse como hípica, que pronto adquirió fama por sus concursos internacionales de saltos. Por otra parte, en los terrenos de Brunet se habilitaron pistas de tenis, así como el primer campo de fútbol que tuvo Donostia. En la década de 1910, también se utilizó como pista de aterrizaje en las primeras exhibiciones aéreas.

El barrio de las villas. A partir de 1916, tras la compra por Georgina Barrié, baronesa viuda de Satrústegui, de buena parte de los mejores solares de los Brunet, la ciudad jardín comenzó a llenarse de preciosos chalets. La inauguración del hipódromo de Lasarte, en 1916, hizo que Ondarreta dejara de utilizarse para concursos hípicos, y tres años más tarde se proyectó el nuevo barrio del Antiguo, que ya preveía jardines públicos sobre el pedregal.

Pero el gran cambio llegaría en 1921, cuando el Ayuntamiento donostiarra realizó la compra al Ramo de Guerra del monte Urgull, junto con los cuarteles de San Telmo, y de este campo de maniobras de Ondarreta. En 1926 los militares se trasladaron definitivamente a los nuevos cuarteles de Loiola, que ahora, 100 años más tarde, acaban de ser adquiridos por la ciudad.

Hace 100 años. Aquel año de 1925 era el segundo de la dictadura de Primo de Rivera. Se acababa de prohibir el juego y el miedo al declive de la actividad turística animaba al Ayuntamiento de San Sebastián a proseguir con las mejoras en la ciudad, pero ahora sin el dinero proveniente de los casinos. La realización de unos jardines y una gran playa en los terrenos liberados de Ondarreta, suponían «un gasto» que no traería compensación económica para las arcas municipales, como la podría tener la construcción de edificios. Y a punto estuvimos de no tener ni playa ni jardines si no hubiera sido por el proyecto «sigilosamente planeado» por el ingeniero municipal Juan Machimbarrena Aguirrebengoa, de gran trascendencia en el desarrollo urbanístico de la ciudad, entre 1921 y 1944, y la decisión del alcalde Juan José Prado. Transcribimos el relato de los hechos tal como lo dejó plasmado el propio Machimbarrena en su libro 'Urbanismo aplicado, San Sebastián, presente y futuro'.

Imagen principal - Ondarreta cumple 100 años, de campo de maniobras a joya de San Sebastián
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El monumento a la Reina. Hace un siglo, se ejecutó el diseño de los jardines con la disposición de glorietas, corbeilles y parterres geométricos que todavía mantiene Ondarreta, y la nueva playa adquirió la fama de «playa aristocrática».

En 1928 el Real Club de Tenis se trasladó a los nuevos terrenos ganados al mar al pie de Igeldo. Al año siguiente, falleció inesperadamente la reina Mª Cristina, y en su recuerdo se colocó en la glorieta central de los jardines la estatua de la Reina, procedente del desmontado monumento al Centenario de Alderdi Eder. Al comienzo de la Guerra Civil fue vandalizada y en 1942, se repuso una nueva realizada con el bronce de la anterior, obra del escultor Diaz Bueno, de aspecto más ampuloso y majestuoso, algo alejado de la escultura original de Juan Piqué.

El traslado de la cárcel. Los nuevos jardines y la playa seguían contando con la incómoda presencia de la cárcel, un edificio enorme que desfiguraba excesivamente el lugar, y además cortaba la curva diseñada para el muro de costa, y dificultaba el acceso al club de tenis. En 1930, el Gobierno aprobó el traslado de la cárcel a Loiola, junto al puente del Topo, en terrenos del ahora ruinoso caserío Mantulene. Sin embargo, este proyecto no se llegó a realizar y sería en 1948, cuando, por fin, se inauguró la nueva prisión, pero no en Loiola sino en Martutene. Tras la demolición del viejo penal de Ondarreta, en 1952 se erigió un obelisco en recuerdo de los fusilados el 30 de julio de 1936 del «bando nacional» que allí estuvieron encarcelados. También el alcalde Juan José Prado sería fusilado en enero de 1937, en una cárcel de Bilbao, tras un asalto de milicianos. Retirado el obelisco en 1981, en su lugar se colocaría el monolito 'Zeharki', de J.R. Anda.

Las carpas de Ondarreta. En los años 50, desaparecida la cárcel, se completaron los jardines. En la playa, las viejas casetas de madera se sustituyeron por carpas de lona y cabinas comunitarias, ya que seguía estando prohibido desvestirse en público, aunque Ondarreta siempre gozó de cierta tolerancia. En 1954 se inaugurarían las piscinas del Tenis, también en terrenos de la antigua cárcel.

Hoy en día, los centenarios jardines mantienen su diseño original. Tienen magníficos setos recortados, las composiciones florales con petunias llenan de colorido los parterres, y los tamarices, con sus viejas ramas, sombrean los paseos y las recogidas zonas de estancia. Y que sea por muchos años.

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