La normalidad vuelve a Cofradías Donostiarras tras el traslado de los malienses
Los servicios de limpieza retiran casi una tonelada de colchones, muebles y otros enseres de la plaza de Amara que acogía a decenas de refugiados
La plaza de las Cofradías Donostiarras ha recuperado la normalidad tras la marcha de las decenas de refugiados malienses que han malvivido durante meses en ... este rincón de Amara Berri. Los servicios de limpieza del Ayuntamiento procedieron el viernes por la tarde a desmontar el improvisado campamento y devolver a la plaza su aspecto habitual.
Según detalla el concejal del PSE Carlos García, el operativo especial estaba formado por seis trabajadores municipales (un encargado, dos conductores, un peón conductor y dos peones) y cuatro vehículos (dos camiones de caja abierta, un furgón hidrolimpiador y una furgoneta). Necesitaron cinco horas para retirar 940 kilos de colchones, muebles, sillas, ropa, mantas, bolsas, restos de comida y otros residuos, que fueron llevados a los centros de reciclaje correspondientes.
Una vez despejada la plaza, se procedió a lavar el suelo con agua a presión y un producto desengrasante y odorizante. A la caída del sol y, aunque todavía puede verse a alguna persona en los soportales, del paso de los malienses no quedaba ya más que un recuerdo que los vecinos atesorarán para toda la vida.
Refugiados y amaratarras han compartido en las Cofradías Donostiarras gestos de solidaridad y gratitud, escenificados en momentos como el almuerzo que los africanos cocinaron para sus improvisados anfitriones o los abrazos con que se despidieron antes de ser trasladados de forma provisional a Oñati en una intervención coordinada por Ayuntamiento y Diputación.
«Esto es un paso adelante para ellos. No sabemos lo que pasará ahora, pero es una buena señal. Después de cuatro meses, les han escuchado y han tomado decisiones», expresaba el viernes por la mañana Nerea Albisu, que reside en el barrio y que junto con varios vecinos y asociaciones de la zona, Cáritas y Cruz Roja se ha volcado con los subsaharianos.
La guerra continúa
La elección de este punto de la ciudad para montar el campamento no fue casual. Aquí se encuentra la oficina de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que les ayuda con los trámites. Los malienses empezaron a recalar en Donostia tras ser expulsados de Francia al serles denegada la solicitud de asilo, que según el Tratado de Dublín debe hacerse en el país de entrada a Europa, en este caso España.
La cuestión es que la guerra en Mali continúa y la llegada de refugiados no se ha detenido. Este fin de semana han aparecido algunos y la intención es trasladarles a diferentes centros en función de la disponibilidad de plazas.
Pero tanto el alcalde, Eneko Goia, como la diputada foral de Políticas Sociales, Maite Peña, han advertido de que esta es una solución «urgente» y «provisional» ya que la competencia en la materia corresponde al Gobierno central, al que instan a que «cumpla con sus responsabilidades, agilice los procedimientos y active los recursos necesarios para garantizar una acogida digna». Además, ambos dirigentes tildan de «preocupante» la «inacción» y la «falta de iniciativa» del Ejecutivo español ante esta situación. «La insuficiencia del sistema estatal de acogida está dejando en una situación de vulnerabilidad a decenas de personas migrantes», critican.
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