Borrar
Al fondo, donde el coche blanco, cerrado, el Falcon Crest. A la izquierda, el nuevo bar de Joseba. ARIZMENDI
Falcon Crest, el bar que vuelve a Pasaia

Ciudadanos

Falcon Crest, el bar que vuelve a Pasaia

Con Joseba Etxeberria y Mª Luisa Arregi arranca la nueva temporada del local. Antes de Semana Santa.

Begoña del Teso

Miércoles, 19 de marzo 2025, 07:44

Etxabe de segundo apellido, natural de Aizarnazabal (Mirubia es el nombre del caserío familiar), fue pelotari de remonte en Galarreta. Durante seis temporadas. Con el nombre de Etxabe II. Cuando abandonó la cancha, su primo Egoitz Zulaika le dedicó unos sentidos bertsos que hablan de tantos tremendos y magníficas dejadas. Trabajó en un taller de mecanizados, GKN, ayudó a su tío en dos bares de Zumaia, el Narrondo y el Bittarte. Esposo de Nahiara, padre de Mikel y Miren, vecino de la calle Matia, Alfonso el del Amura le dijo que tenía un local (cuatro paredes, ladrillo) en la calle Torreatze, que si quería poner algún negocio ahí. Joseba llamó a María Luisa Arregi Almandoz. ¿Resultado? Pronto en abril se abre el nuevo Falcon.

– Cuenta la leyenda, María Luisa, que al mismísimo Fermín Muguruza le preguntaban si era familia del bar Falcon Crest, puesto que el nombre verdadero del lugar era Muguruza Ardoak.

– No, no somos familia pero sí muy buenos amigos. Y es verdad, el bar llevaba el nombre de la familia de mi marido pero pronto, cuando la serie de TV con la gran malvada Angela Channing, la gente empezó a llamarlo así. Recuerdo que un día un cliente...

– ¿Sí?

– Me pidió una tarjeta para tener el número de teléfono a mano. Le di la que teníamos, la de Muguruza Ardoak. Noté que la miraba, me miraba, la volvía a mirar, la leía y me miraba de nuevo. Me estaba preguntando ya qué le estaría pasando cuando me dijo: '¿Te importaría que la marcase como Falcon Crest? Es que como Vinos Muguruza no me voy a acordar de que sois vosotras. Desde entonces, hasta en los calendarios poníamos Muguruza Ardoak (Falcon Crest).

– Desde entonces (tú te harías cargo del lugar a finales de los 90) hasta el 31 de octubre pasado. Cerrasteis. La despedida fue multitudinaria y agridulce. ¿Por qué cerraste? ¿Cansada?

– Por muchas cosas. Primero, porque la pandemia no nos hizo, como se decía que nos haría, mejores sino que a muchos (no a todos) les volvió muy exigentes e impacientes. Segundo, porque al poco de volver a la normalidad apareció el horror del TicketBai. No estaba yo para esos líos ni para que si se me pasaba teclear un café un mediodía de regatas se me considerara una gran defraudadora. Cerré porque a veces parece que las instituciones van a por ti. Hasta de obstrucción al trabajo de una funcionaria me acusaron una vez que había como cinco filas de clientes esperando ser servidos porque era un sábado en que se concentraron más de mil trikitilaris. Cerré porque acaso el Falcon Crest debía morir para que ahora surja el Falcon de Joseba, en el que también trabajaremos Rebeca, Maite y yo.

– Joseba, tú querías, ¿verdad? Tú querías tener un bar propio pero no te imaginabas todo esto...

– Siempre me ha gustado la hostelería. Todavía no he cumplido los 40, pero ya era hora. Ayudaba a Alfonso en el Amura cuando me ofreció este local en San Pedro. Acaso otros no lo hubieran hecho, pero a mí no me cupo la menor duda. Quise ponerme en contacto con María Luisa para anunciarle que iba a abrir un bar y que no quería ser competencia. De ninguna de las maneras. Fue entonces cuando ella me dijo que cerraba y se ofreció a orientarme. Ya puedo decirte que otro de mis sueños se ha cumplido. Quería ser pelotari y lo he sido. Quería ser tabernero y dentro de nada abro el Falcon. No ha sido fácil, una gran inversión, poca agilidad en la tramitación de permisos, el agobio propio de lanzarte a la aventura. Pero no deja de ser un sueño. Un sueño con quebraderos de cabeza. Incluso sobre la filosofía gastronómica del local.

María Luisa: «Si algo funciona, no dejes de trabajarlo. Y escucha a los clientes. Puede que aquí no te merezca la pena sacar un plato de pulpo. La gente en San Pedro y Trintxerpe sabe que el pulpo se toma en El Romeral. Eso sí, si el carnicero te ofrece buen cordero, cógelo y ofrécelo a los parroquianos»

– Tendrás ya más que soñadas las líneas maestras de esa filosofía.

– Cierto. Con ayuda de María Luisa. Yo al principio me decantaba por los platos combinados pero ahora sabemos que queremos mantener ese pintxo de atún, antxoa y guindilla, esos salmonetes, ese pescado que nos llega directamente desde la lonja. Que entrará en la madrugada a este local y para el mediodía estará ya, en la sartén, en la barra o en la mesa. Abres esta puerta desde dentro y tienes el mar de cara. ¿Cómo no íbamos a ser un bar de pescado? Y siempre atentos a lo que nos dicen los clientes. Recuerda el origen de esas antxoas al ajillo que siempre fueron santo y seña de Muguruza...

– Perdona, he comido esas delicias pero ignoro la leyenda.

– Solía acudir al Falcon Crest un señor muy elegante. Necesitaba ayuda para desplazarse, iba con un acompañante. Era aquel caballero el antiguo propietario de Casa Vergara. Un día le preguntó a María Luisa si le podía hacer unas antxoas. Fritas. Con ajitos. Se las hizo. Y así hasta hoy.

– ¿Habrá cazuelitas, croquetas?

– Los fines de semana, hasta calamares. Y, por supuesto, las famosas albóndigas. Más lo que tenga el mercado de bueno. Y el mejor café, hemos traído la cafetera del Muguruza, una Rancilio.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Falcon Crest, el bar que vuelve a Pasaia