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«A la gente no le gusta tomar decisiones; aquí las tomas continuamente»Laura y Antón Murua | Bridge Club Urruticoechea, la magnífica obsesión por 26 cartas
En la película 'Arrebato' Will More le pregunta a Eusebio Poncela: '¿Cuánto tiempo podrías pasarte mirando este cromo? ¿Horas, días?'. A los hermanos Laura y ... Antonio Murua Urruticoechea se les podría preguntar igualmente: ¿Cuánto tiempo podríais pasar hablando, estudiando, jugando, enseñando bridge? La respuesta sería horas, días, meses, años, generaciones enteras. El martes Laura y Antón inauguraron en el número 9 de la calle Paraíso (Dbus 31, parada Oriamendi Parkea) el Brigde Club Urruticoechea. Las clases (habrá diez mesas con posibilidad de ampliar a 16) comienzan dentro de cinco días, el 7.
– El club se llama Urruticoechea, no Murua. ¿Por qué?
– En honor a nuestra madre y a nuestra tía, Begoña Urruticoechea y Felicitas Urruticoechea, grandísimas jugadoras, campeonas de España. Nuestra madre tuvo un gravísimo accidente yendo a un campeonato en París con resultado de biparexia y deterioro cerebral. Le fallaba la memoria inmediata pero no la acumulada en el tiempo. Nunca olvidó las reglas ni el arte ni las obsesiones del bridge. Nuestra tía murió de cáncer de pulmón. Un poco antes de su fallecimiento llamó a sus amigas de Madrid para que organizaran una partida. Quería jugarla. Y ganarla.
– Pero la pasión, la obsesión, el estudio científico del bridge no empezó con ellas, ¿verdad? Tengo apuntados en mi cuaderno dos nombres, Luis Urruticoechea y Laura Echevarria.
– Nuestros abuelos. Luis, huérfano, criado por una tía suya, emigró a Chile con 20 años. Entró en el mundo de la minería. En la época de las guerras mundiales resultó que el nitrato de potasio (salitre) era imprescindible para la fabricación de la pólvora así que sus explotaciones mineras en Iquique (llamadas 'Algorta' por ser de ese pueblo vizcaíno su esposa) devinieron un bonísimo negocio. Pero, ¡qué aburrida era la vida en un pueblo minero!
– ¿Y qué tiene que ver el aburrimiento de un propietario de minas de extracción a rajo abierto en el Salar Grande de Tarapacá con el juego de naipes que nos maravilla?
– Como en tantísimas otras compañías mineras (incluidas las de Bizkaia), en la de nuestro abuelo había un ingeniero británico, Mr. Tracedey, que jugaba al bridge. No había mucho más divertimento allá, así que les enseñó a Luis y a Laura. Se entusiasmaron los dos con el juego. Tanto que por su parte enseñaron a los siete hijos que tuvieron. Entre ellos a nuestra madre y a nuestra tía. Con el tiempo nacimos nosotros...
– Con todo el lenguaje de la subasta, el carteo, 'el muerto', la convención del quinto mayor, las 26 cartas, el Alta-Baja=Par Baja-Alta=Impar, en el ADN, supongo. Genéticamente apasionados por el bridge, imagino.
– Exactamente. Mira, en nuestro club de Aiete daremos clases de iniciación, de nivel intermedio y de perfeccionamiento. Vendrá gente adulta que empezará desde cero. Habrá que hablarles del 'bidding set' (la caja que contiene las cartas de subasta) y del estuche de las de campeonato (no se baraja, no se reparte). Al principio pensarán que es imposible aprender... Pero nosotros lo aprendimos de niños. Con toda naturalidad. Como se aprenden miles de cosas cuando tu cerebro es, aún, esponjoso. Aprendimos a pedir colacao y a decir 'squeeze' al mismo tiempo.
«En los Juegos Olímpicos de Pekín fue deporte invitado. Muchos colegios de Europa lo han asumido como asignatura. Eso implica que en los campeonatos participan decenas de jóvenes. Al principio tú, tan soberbia, crees que les ganarás fácil. Error. Juegan con gran agresividad y una visión del juego total»
– Creo Antón que ese 'sqeeeze' sigue obsesionándote, tantas décadas después. Explícanoslo.
– Aunque Laura y yo seamos los maestros de este Bridge Club no significa para nada que lo sepamos todo porque es imposible. De hecho, tenemos nuestro maestro, Manuel de la Maza. Es de Santander. Vendrá una vez al mes para darnos directrices sobre las clases. Seguimos estudiando. Y sí, yo estoy trabajando el 'squeeze', una técnica con la que consigues que tu rival descarte una carta que él o ella tiene pero que te va a beneficiar a ti...
– Maravillosamente pérfido... Y a ti, Laura, ¿qué te obsesiona?
– Llegas a punto alto de tu preparación. Crees controlar la subasta. Ya sabes colocarles las cartas a tus contrarios. De pronto, el parón. Pareces no avanzar en tus conocimientos. Y vuelves al principio, quieres dominar la subasta al límite. Por cierto, ¿sabes cuántas combinaciones posibles existen al repartir las cartas?
– Se lo he tenido que preguntar a la IA y ella misma ha quedado totalmente apabullada...
– ¿Quién no? La IA habla de más de 53,6 mil billones de combinaciones de manos.
– ¿No creéis que si seguimos por ahí la gente se va a asustar y no va a venir a la calle Paraíso? Se diría más fácil ser ingeniero termonuclear que jugar una partida de bridge.
– A ver, quien quiera solo entretenerse que venga a jugar a la canasta. Quien quiera sentir el vértigo de tener que tomar una decisión tras otra, que elija el bridge. Y por supuesto, es un club social.
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