La barandilla de La Concha, un icono que nos identifica en el mundo

El diseño que ha llegado hasta nuestros días lo firmó en 1910 Juan Rafael Alday, que renovó la obra inaugurada 12 años antes por José Goicoa

Martes, 20 de mayo 2025, 00:01

La bahía de La Concha. Ninguna otra imagen representa mejor en el mundo a Donostia. Foco de atracción para los visitantes, orgullo identitario para los donostiarras, la bahía es el gran símbolo que encarna a San Sebastián. Son varios los elementos que hacen de este espacio natural el lugar de la ciudad que más fotografías recibe cada año. Sus playas y montes, las viviendas que alinean su concurrido paseo y por supuesto su barandilla, otro de los grandes iconos de Donostia que sigue siendo actualidad.

Y lo es porque el Ayuntamiento está inmerso en el proceso de renovación del último tramo que resta por sustituir, el situado entre el paso de peatones de Miraconcha y el Eguzki, y porque además el viernes se sortearon 275 tramos de vieja barandilla entre las 12.392 personas que se apuntaron al proceso abierto por el consistorio. Probablemente, Juan Rafael Alday, diseñador de este modelo de barandilla en 1910, jamás llegó a imaginar lo que iba a suponer su obra en la historia de la ciudad.

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Primera barandilla, 50 pesetas

No fue sin embargo la barandilla de Alday la primera en proteger y embellecer el paseo de La Concha. Hubo antes otras tres que cumplieron esa misión. En 1882 se instaló la primera a instancias de don Ulpiano Campión. Las barras y postes finos de hierro macizo que eligió se situaron primero en el mirador que hoy conocemos como el Balcón del Bicentenario y posteriormente se amplió su instalación al paseo de Los Baños (actual paseo de La Concha) tras su cesión a la ciudad en 1889 por las 50 pesetas que había pagado por su instalación. Todavía hoy se conservan tres tramos con 100 metros de esta barandilla en las escaleras de Miraconcha y 30 metros más en el paseo de La Fe.

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A esta primera barandilla de Campión se le sumó en varias zonas del paseo 11 años después un murete de mampostería terminado en la parte superior por bloques de arenisca. La coexistencia de la barandilla y el murete solo se mantuvo en vigor durante dos años, ya que en 1895 el Ayuntamiento apostó por un modelo unitario de baranda para todo el paseo que diseñó José Goicoa (1844-1911). Este donostiarra cursó estudios superiores en la Escuela de Arquitectura de Madrid y ejerció de arquitecto municipal en Donostia de 1897 a 1909.

En la actualidad hay dos piezas diseñadas por Alday que están puestas del revés; hubo otra en esa posición que ya se corrigió

Goicoa diseñó una barandilla de color verde que se instalaría a partir de 1898 sobre el pretil base de mampostería preexistente. Apostó además por lo ornamental y cada cierta distancia se instalaron pedestales de sujeción hechos de piedra, sobre los que se erguían artísticas jardineras de hierro fundido, también de color verde. Tras su retirada de la bahía en favor del modelo de barandilla actual, la obra firmada por Goicoa se trasladó al paseo de Francia, junto al Urumea, donde hoy sigue instalada, aunque pintada de blanco. También sigue colocada en Miraconcha.

El rey Alfonso XIII la inauguró

La gran, y definitiva, revolución en el diseño de la barandilla de La Concha llegó de la mano del nuevo arquitecto municipal, Juan Rafael Alday (1879-1955). El donostiarra, que también cursó estudios superiores en la Escuela de Arquitectura de Madrid, diseñó la nueva barandilla en 1910. Esta se colocó por todo el paseo entre 1916 y 1920. Fue sufragada por la Junta para el Progreso de San Sebastián y se financió en parte con los beneficios del juego en los casinos de la ciudad. Su inauguración oficial contó con la presencia del rey Alfonso XIII el 12 de agosto de 1916.

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La nueva barandilla, que representa formas geométricas decoradas con motivos vegetales, se eligió durante el mandato del alcalde Marino Tabuyo. Bajo su legislatura se celebró el concurso para «la ejecución del barandado de fundición destinado al voladizo del Paseo de la Concha, en la parte comprendida desde la Plaza de Cervantes hasta el actual balneario de la Perla del Océano», tal y como se lee en el expediente municipal de 1910 al que ha tenido acceso este periódico.

Las obras para la fabricación de la nueva barandilla se adjudicaron a la empresa Fundiciones Molinao, a nombre de Mariano Arrieta, vecino de Pasaia. El coste final por «19.000 kilogramos de hierro fundido en los paneles del barandado del voladizo» fue de 5.700 pesetas.

La primera barandilla se instaló en 1882 a instancias de Ulpiano Campión que pagó 50 pesetas por su instalación

Piezas del revés

El diseño que firmó Alday se realizó al detalle, con un laurel y sus frutos, hojas de acanto y una flor de seis pétalos. Elementos que disfrutaron, y disfrutan, las personas que pasean por el paseo pero del que también se puede gozar desde la playa ya que tres de las piezas se instalaron al revés.

En los libros de historia siempre se ha señalado que fueron dos las piezas que se colocaron del lado incorrecto, pero este periódico ha podido comprobar que hubo una más. Una de esas piezas que se puso en sentido invertido se volvió a instalar de forma correcta cuando el Ayuntamiento realizó una de las restauraciones. Por lo que hay dos piezas que aún siguen del revés. Una de ellas, también restaurada, se volvió a instalar de ese modo en la zona de los Relojes. Y la otra, descubierta por DV, se sitúa entre el paso de peatones de Miraconcha y el Eguzki, la última zona que queda por sustituir y renovar.

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