Soldados por fuera para la resistencia

Imanol se vio obligado a repensar el plan inicial que había planteado ante el conjunto ché por culpa de la expulsión de Aritz al cuarto de hora. La Real se quedaba con uno menos cuando había conseguido ponerse en ventaja. Surgía entonces la duda. Plantar el autobús retirando a un atacante y dando entrada a un defensor, o mover las fichas que se hallaban en el césped y seguir como si nada.

El oriotarra se decantó por la segunda opción, pero con matices. Zubeldia se desplazó al lateral derecho, ocupando la posición que había dejado huérfana Aritz, y Zubimendi, a su vez, veía retrasada su demarcación a la de central, en el lugar inicial del azkoitiarra. El conjunto txuri-urdin quedaba así configurado en un dibujo 1-4-3-2, con Illarramendi actuando como pivote por delante de los centrales y custodiado por Brais Méndez y Merino. Arriba todo parecía seguir igual con Sorloth y Carlos Fernández.

La Real tenía que afrontar más de 75 minutos con uno menos tres días después de vaciarse contra el United. El esfuerzo físico iba a ser brutal, por eso los realistas siempre intentaron mantener el duelo a bajas revoluciones. No importó demasiado conceder el balón al rival, siempre y cuando los guipuzcoanos conservaran la amenaza del contragolpe. Y lo hicieron. Zubeldia y Sorloth avisaron tras sendas acciones llevadas por la banda izquierda. La Real seguía en el partido, a pesar de las adversidades.

El equipo blanquiazul, sin embargo, perdió por el camino dos grandes recursos. La salida de balón desde atrás y la presión agresiva en campo rival. Con el paso de los minutos, Carlos Fernández se reconvirtió en extremo derecho a fin de sujetar mejor las subidas de los laterales valencianistas. La Real pasó entonces al 1-4-4-1, con Sorloth como única referencia arriba y Brais cayendo a la izquierda.

Era un movimiento necesario, porque la Real se comportaba como un bloque muy junto que sufría a la hora de bascular. Gayá y Correia se aliaban con Lino y Kluivert por fuera para hacer daño a los locales, porque por dentro era casi imposible encontrar los espacios. Imanol corrigió rápido esta situación y reforzó esta idea tras el descanso dando entrada a Gorosabel y a Magunazelaia.

Los dos canteranos recogieron el testigo de Carlos Fernández y Brais para tratar de frenar las galopadas del rival por los carriles exteriores. Preocupaba, sobre todo, el constante peligro que llevaron Lino y Gayá.

La Real hizo un ejercicio de resistencia magnífico. Pacheco, Le Normand, Zubimendi y Merino taparon todos los pasillos interiores a la escuadra de Gattuso, que nunca estuvo cerca de la victoria.