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La Real toca fondo en Anoeta
Los de Sergio, sin fútbol ni amor propio, pierden ante el Rayo en otro partido decepcionante. Y van...
Drama en Anoeta. Esa es la realidad. Al final del partido se vieron imágenes de otra época con la grada suplicando una reacción que no ... llega. Cantaba la afición el clásico «échale huevos» como si ese fuese el único problema. La Real Sociedad está en la situación en la que está porque le faltan fútbol y juego, aspectos indispensables para ganar partidos. Si a eso se le añade desesperación, precipitación, desgana y poco amor propio, el desastre llega solo. Con una plantilla semejante, el equipo tocó fondo en Anoeta y se marcha al parón penúltima con cinco puntos, los mismos que un Mallorca que no pasa y deja colista a los txuri-urdin por diferencia de goles. Con los futbolistas que tiene la Real es prácticamente imposible caer más abajo, pero la realidad es que ahora mismo los de Sergio son, sin discusión, uno de los peores equipos de la Liga. En números y sensaciones. Al Rayo le bastó un simple contragolpe tras una falta a favor blanquiazul para llevarse los tres puntos, algo imperdonable cuando venía de jugar el jueves en Conference.
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Lo peor, en todo caso, es que parece haber pocos clavos a los que agarrarse puesto pese a que se emitieron señales de mejoría en los dos últimos encuentros, la Real de Sergio volvió a ser la que nos tiene acostumbrados. Sorprende que el técnico esté siendo infiel a una forma de pensar y actuar. Su Sanse era alegre, con constantes movimientos de jugadores, vertical, vistoso y eléctrico, mientras que su Real es plana, anodina, previsible e incluso por momentos tampoco se observa amor propio. Mientras Gorrotxategi parecía llorar de rodillas desesperado con el 0-1 final, otros estaban lejos de sentir dolor pese a que la situación es límite y tremendamente triste para todos aquellos realzales que se habían acostumbrados a celebrar victorias.
La Real llegaba al partido ante el Rayo en una situación bastante similar a cuando venció al Mallorca. Estaba obligada a sumar de tres tras un inicio de temporada más que irregular. Había que volver a mostrar el fútbol que vendió ese miércoles. Nada más lejos de la realidad tras noventa minutos. Un juego plomizo a más no poder y con muchas interrupciones, sumado a una cantidad de errores no forzados, sobre todo en el pase, hicieron que la Real fuese inofensiva y pequeña.
La Real volvió a ser plomiza, inofensiva y previsible, pero además terminó desesperando
Sergio apostó por el once que más se ajusta a lo que busca, con la única modificación de Kubo por Guedes. Si el nipón no está bien, que no vaya con su selección. La Real es el equipo que le paga. Y si su tobillo está sano, como declara su entrenador, lo lógico es que esté en el campo pese a que su inicio de curso es igual de decepcionante que el del resto del equipo. Aunque visto lo visto en la segunda mitad... El Gorrotxategi, Soler y Brais invitaba a pensar que los realistas iban a dominar la medular y el choque mediante el balón, pero ni Soler ni Brais generaron juego y tampoco Gorrotxategi estuvo entonado. El eibartarra apunta maneras, pero sigue estando verde y demuestra nerviosismo por momentos. Mientras, Zubimendi reía en el palco junto a jugadores desconvocados.
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El partido necesitaba chispazos para que la afición entrase en juego, pero si no das motivos para ello, no se genera ese ambiente luchador del día del Mallorca. En el primer acto Batalla tan solo tuvo que coger la pelota una vez tras un disparo mordido de Oyarzabal, si bien es cierto que Guzmán Mansilla se equivocó tres veces en seis minutos señalando una inexistente falta de Guedes sobre Chavarría que dejaba al luso solo ante el meta, y no vio infracción en un claro pisotón de Lejeune a Oyarzabal. El VAR no entró porque el capitán no tenía el balón del todo controlado y quedaban metros a portería, pero la acción fue de naranja. Ciss le propinó acto seguido un codazo al '10'. Ambos centrales hubiesen estado condicionados por amarillas, pero lo cierto es que no se pueden poner excusas porque la versión de juego de la Real fue pobrísima en todos los sentidos.
El Rayo aceptó ese guion de partido en el que no pasaban cosas. Si no cometían errores, esta Real que tantas veces se ha disparado en el pie podría decantar el partido a su favor. Y así fue cuando el choque moría. Gorrotxategi, en un mal pase de primeras tras recepción comprometida de Remiro, dejó solo a De Frutos para que desde lejos probara a Remiro, fuera de portería. Por suerte no llegó el 0-1. No estuvo bien el canterano, pero tampoco los dos interiores, que por momentos, al igual que la Real, fueron al ralentí, hecho curioso jugándose lo que se jugaba el equipo. Tampoco Barrenetxea tuvo el punch de otras veces ante un duro rival como Ratiu. Y el único que lo intentó un poco más fue un Guedes que de momento no encuentra su sitio para rendir. El resultado fue una Real sosa y sin mordiente al descanso.
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Otra transición defensiva
No cambió demasiado el escenario en la segunda mitad. Sergio no movió jugadores ni ideas y el Rayo no podía estar más cómodo. En pocos campos se sentirá tan relajado. Oyarzabal y Barrenetxea fueron los únicos en amenazar, pero Batalla apenas tuvo que intervenir. Sergio remató flojo tras un pase de Barrenetxea y Oyarzabal lo intentó desde lejos sin demasiada malicia. El Rayo, por su parte, tenía claro su plan de partido para llevarse los tres puntos. No cometer errores y golpear en transición a una Real que sigue siendo muy endeble.
El equipo es penúltimo tras ocho partidos, pero lo peor es que hay bastante poco a lo que agarrarse
Es imperdonable que de una falta lateral a favor lanzada por Sergio viniera el 0-1 final. Fue el catalán quien tuvo que correr hacia atrás para tratar de negarle el gol a Espino por la falta de respeto de algunos de sus compañeros, que regresaron andando en otra transición defensiva en la que es imposible hacerlo peor. Batalla sacó para Ratiu, que encontró a Fran Pérez, que giró sobre sí mismo para lanzar al rumano. Mientras se cocinaba el desastre, media docena de realistas deambulaban por el campo. El extremo lanzó otra vez a Ratiu, que puso un gran centro a Espino. De lateral a un lateral reconvertido en extremo. Da casi igual que el balón saliese del campo o no en esa jugada. Ese no es el mal de la Real ahora mismo por mucho que la suerte tampoco esté de cara. Veremos cómo se dan las próximas semanas, pero lo cierto es que el grupo no parece tener respuestas ni armas para levantar la situación cuando solo han transcurrido ocho jornadas.
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