Procesión
Análisis ·
Los últimos puestos de Europa son para el que menos pierde; siempre es una lucha agónica y desesperanteEl patrón se repite temporada tras temporada y los viejos del lugar saben que la procesión no termina hasta que pasa el último cura. Y ... que es mejor esperar sentado. La derrota de la Real en Huesca es típica del final de temporada entre los equipos que luchan por los puestos nobles. Las últimas batallas del año, lejos de ser los refinados duelos de esgrima que cabría esperar de contendientes en tan nobles posiciones, suelen parecerse más a peleas en callejones oscuros. No hay más reglas que dar primero y tratar de salir de ahí lo antes posible.
En otras temporadas, esa pelea agónica y desmoralizadora suele darse por el cuarto puesto, el último de Champions, que acaba cazando el que menos pierde. Este año el Sevilla ha zanjado ese tema y ha trasladado la lucha un escalón más abajo. Normalmente, la disputa por la séptima plaza, la última que da derecho a viajar por Europa, suele ser dantesca. De hecho, no es raro que el que la logra, además, se lleve el reproche de sus aficionados, desesperados después de mes y medio desperdiciando ocasiones para ser quintos o sextos y evitarse la previa. Partidos como el de Huesca son habituales. La tensión es máxima y las fuerzas están justas.
En alguna ocasión, José Luis Mendilibar ha recordado que cuando ascendió al Valladolid a Primera lo hizo con tantas jornadas de adelanto que al final de la Liga el público acabó pitando al equipo, porque se aburría y ya no ganaba tanto. Como si el ascenso, que aún no se había hecho efectivo, fuera parte de un pasado remoto y no el resultado de esa misma temporada. La impaciencia en el fútbol no es algo de hoy.
Con dos victorias en cuatro partidos, la Real Sociedad jugará en Europa sin ningún problema y cerrará una temporada histórica. Con una victoria y algún empate, probablemente también. Y aunque pierda los cuatro partidos y caiga en la Conference League (sea lo que sea eso), el éxito de la temporada será espectacular. Pero el fútbol es hoy y hay que ganar hoy. Ayer queda muy lejos.
A estas alturas, se trata de llegar a puerto con el barco a flote. No es una regata de balandros de la Belle Époque en La Concha. Y se llega con triunfos como los que la Real logró ante el Celta y el Eibar, que ahora, tras la derrota en Huesca, cobran su verdadero valor. Pero esta necesidad agonística no debe confundirse con ganar como sea. Lo que acaba por dar los triunfos es el estilo, la idea de juego y la calidad técnica, la base sobre la que se sujeta todo y la que –si está bien construida– aguanta el chaparrón cuando no alcanzan las fuerzas, que es lo que pasa cuando llega el mes de mayo.
El peso de la segunda vuelta siempre es decisivo. Todas las temporadas, es mucho más dura que la primera, donde es más fácil abrir diferencias. No solo por el cansancio. Tras ocho meses de competición, todos los equipos están engrasados, dominan los mecanismos y juegan mejor. A una cosa o a la contraria, pero saben lo que hacen. Es muy difícil ganar a cualquiera. El 3-0 del Eibar al Alavés es elocuente, como la victoria del Athletic en Sevilla, que destrozó los sueños de Lopetegui. Es ahora cuando la Primera División se muestra en todos sus matices, como un asunto entre verdaderos profesionales.
A esta fase decisiva, los equipos llegan por lo general mermados por las bajas y, tras meses de debates comodísimos desde el sofá, se comprueba por qué unos futbolistas juegan más que otros. La puerta de un vestuario de Primera no se abre, hay que derribarla. La puerta de un once titular en Primera es una dimensión superior. Es lo bueno que tiene el deporte profesional, que se juega a la vista de todo el mundo. Es lo que hay.
Desde el punto de vista sociológico, es un sistema brutal. Nada corrige la desigualdad, se juega sin red. El dinero cumple esa labor. El fútbol profesional bebe de las fuentes del capitalismo salvaje. Los buenos siguen; los malos se van. Sin más.
Pamplona es una ciudad donde no faltan curas. Allí terminará la procesión de la Real en dos semanas y media. Ya pueden ir colocando las sillas.
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