¿Por qué la Real Sociedad prescinde de Garitano?
El técnico de Bergara no se ha adaptado a las características de los jugadores y tampoco a la cultura del club. El relevo de Garitano por Imanol pretende evitar que el equipo pierda el tren de la Liga y Copa en enero y febrero
Javier Ondarreta
San Sebastián
Jueves, 27 de diciembre 2018, 06:26
La marcha de Asier Garitano de la Real Sociedad y su sustitución por Imanol Alguacil habrá podido sorprender a algunos aficionados realistas, pero, lejos ... de ser una decisión improvisada, ha sido fruto de un proceso de análisis y reflexión que nace con su llegada y acaba con su salida.
La elección de Asier Garitano como entrenador de la Real es una responsabilidad directa del director de fútbol, Roberto Olabe. Fueron varias las opciones disponibles en su momento. Unai Emery fue la primera, pero la oferta que recibió del Arsenal desbarató su posible contratación. Javi Gracia fue otra alternativa, pero su compromiso con el Watford británico le alejó de la Real. Aún era pronto para apostar por la llegada como técnico de Xabi Alonso, que hoy en día entrena al infantil de división de honor del Real Madrid, y que aún no ha finalizado su etapa de formación establecida por el reglamento normativo. Quedaba la posibilidad de darle continuidad a Imanol Alguacil, pero en aquel momento el club prefirió preservar su futuro en el Sanse como acreditado formador de jugadores, después de haber sustituido con éxito a Eusebio la pasada temporada. En consecuencia, la opción de Asier Garitano, un técnico guipuzcoano que había demostrado tener una trayectoria ascendente, culminada con su exitoso paso por el Leganés, se presentaba como la elección más atractiva para arrancar un nuevo proyecto y la confianza inicial del club blanquiazul se tradujo en la formalización de un contrato para tres temporadas.
CAMBIO DE CICLO
La Real buscaba con el nuevo técnico mejorar su rendimiento deportivo, afianzar la apuesta por la cantera de Zubieta y crecer en una competición en la que los desafíos principales eran optar a una plaza europea y convertir la Copa en un objetivo ambicioso. Y para ello el director deportivo, Roberto Olabe, decidió conformar un equipo técnico más completo, aunque también más heterogéneo, convencido de que el nivel del equipo aumentaría con una mayor especialización por áreas y la suma de personas con perfiles diferentes que complementaran el del nuevo entrenador. Asier Garitano aceptó la idea, pero su particular idiosincrasia y la costumbre de haberse desenvuelto en clubes con muchos menos recursos hicieron que su adaptación a esta nueva forma de trabajar se le hiciera desde el principio demasiado cuesta arriba. Dirigir un equipo amplio de técnicos entre los que solo contaba con una persona de acreditada confianza, como ocurría con el preparador físico que se trajo de Leganés, no es lo mismo que estar habituado a desenvolverse con un núcleo más reducido en el que las únicas referencias son un segundo entrenador y un preparador físico. La cohesión del cuerpo técnico a la hora de planificar el trabajo y aglutinar criterios no ha sido óptima durante estos meses. La metodología de trabajo ha sido bastante dispersa y la marcha de Rubén De la Barrera a Catar ha dejado al descubierto que estas lagunas eran más profundas que lo que se pudiera llegar a percibir desde fuera. Asier Garitano no ha conseguido interpretar el rol de un entrenador capaz de ejercer como director de orquesta de un equipo, galvanizando a todos sus integrantes con una metodología de trabajo precisa y compartida, sino que ha intentado llevar las riendas del primer equipo con un estilo más próximo al que las circunstancias le obligaban a manejar en otros clubes en los que anteriormente había entrenado. Esta inadecuada adaptación a las características de un club como la Real y al ideario del director deportivo, Roberto Olabe, ha sembrado dudas desde el comienzo sobre la capacidad de adaptación que el técnico de Bergara podría acreditar respecto a lo que el club esperaba de él.
DISTANCIA CON LOS JUGADORES
Los primeros compases de la pretemporada provocaron que la planificación de trabajo del entrenador y su propuesta futbolística no conectaran con las convicciones futbolísticas del núcleo principal del vestuario. Este distanciamiento original ha podido ir corrigiéndose en alguna medida con el transcurso de los meses, pero nunca ha acabado de alcanzar un punto necesariamente óptimo. La idea futbolística de Garitano, focalizada en adaptar el juego propio al del rival y no al revés, apostar por un juego defensivo sin planificar la fase del juego de ataque, o atribuir a jugadores posiciones o misiones dentro del terreno de juego que no concuerdan con sus mejores prestaciones futbolísticas, no ha conectado con la convicción de un vestuario, cuyos pesos pesados siempre han creído que el equipo debía atreverse a no jugar tanto en función del rival y sí a llevar la iniciativa sobre el terreno de juego. Además, la sucesión de cambios de jugadores y sistemas de juego que el entrenador ha empleado en la competición, aunque en muchos casos condicionados por las lesiones o sanciones, han contribuido a sembrar entre los jugadores una sensación de confusión, desconcierto y desconfianza, que con la sucesión de los malos resultados recientes, han acabado por bloquear al equipo restándole la competitividad necesaria.
CULTURA DIFERENTE
Los máximos responsables deportivos del club han contemplado esta situación con creciente preocupación, comprobando además que el rendimiento del equipo ha descrito una manifiesta tendencia decreciente durante el último mes. Los reveses continuados ante Betis, Valladolid, Getafe y Alavés no han hecho sino afianzar la convicción de que cada vez era más remota la posibilidad de que Asier Garitano pudiera enderezar el rumbo de la situación. La evaluación continuada de entrenamientos y partidos ha ido demostrando que la idiosincrasia futbolística de Asier Garitano no encajaba con la de la Real y menos a tenor de las características físicas y técnicas de una plantilla de jugadores que participan de una cultura diferente a la hora de encarar la competición. En ese aspecto, el club no ha querido esperar más tiempo a que la desconexión entre técnico y jugadores se acentuara un minuto más y sobre todo en un momento crítico de la temporada en la que a la vuelta de Navidades la Real debe afrontar un duro y exigente calendario de competición en Liga y Copa. Los máximos responsables del club llevaban ya un tiempo convencidos de que se agotaba el margen de tiempo para comprobar si la situación podría enderezarse, porque existía un elevado riesgo de que la temporada se echara perder si el equipo no estaba plenamente activado tras el parón navideño.
SIN PERDER TIEMPO
La experiencia del año pasado con Eusebio invitaba a pensar en el seno del club que no había más tiempo que esperar. Era preferible asumir el error de haber creído que Asier Garitano era el entrenador que necesitaba la Real. Así se evitaba incurrir en lo que entendían que había sido una equivocación cometida el año pasado, cuando se esperó a destituir a Eusebio tras la eliminatoria del Salzburgo, teniendo en cuenta que la experiencia de entonces había consolidado en el seno del club la convicción de que la sustitución del técnico vallisoletano por Imanol Alguacil debió haberse producido antes de aquella eliminatoria de la UEFA. En esta coyuntura, en el seno de la entidad blanquiazul existen pocas dudas respecto a que la culminación de una buena temporada va a depender esencialmente de lo que el equipo sea capaz de conseguir o no entre los meses de enero y febrero.
CONFIANZA EN IMANOL
El error de cálculo deportivo que supone haber tenido que prescindir de Asier Garitano, por más que la cláusula de resolución de su contrato hasta 2021 no vaya a suponer un desembolso económico elevado, deposita en Imanol Alguacil la responsabilidad de asumir las riendas del equipo con una exigencia superior si cabe a la de la pasada temporada. Existe plena confianza en el club sobre la capacidad del técnico oriotarra, que está avalada por la respuesta que ofreció al desafío de la pasada campaña y por su conocimiento profundo de la plantilla y de la cultura deportiva del club. Como expresión de esta confianza, basta recordar el halago que le dedicó hace unas semanas el presidente Jokin Aperribay, cuando reconoció en público que había felicitado a Imanol Alguacil por la competividad que había demostrado Le Normand en su aparición como defensa en el primer equipo.
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