Real Sociedad - Betis en Anoeta: remontada de Champions

La Real Sociedad recuperó las señas de identidad que le han permitido arrancar tan bien esa Liga: intensidad, velocidad en las transiciones y pegada. Cuando tienes arriba a Willian José, Oyarzabal, Portu, Odegaard, Isak y compañía, lo normal es que marques dos o más goles por partido. Luego tienes que conseguir el equilibrio defensivo para que esos tantos sean rentables. Y esta vez no era fácil conseguirlo, porque aunque en victorias así nunca nos acordemos de los ausentes, faltaba la pareja de centrales titular, Aritz y Llorente, y el organizador, Illarramendi. Pero aún así, superó de cabo a rabo a un rival que, no lo olvidemos, tiene más presupuesto.

Dicen que todo equipo se sujeta a partir de la estructura que conforman el portero, los centrales y el mediocentro defensivo. Pues bien, esta vez la Real jugó ahí con Remiro, un portero que jugaba su segundo partido en Primera División, dos chavales que el año pasado eran del Sanse como Le Normand y Guevara, y Zubeldia, todo un 'veterano' a sus 22 años. Y completando el centro del campo, Merino de 23 y Odegaard de 20. Arriba, como capitán y líder, Oyarzabal. Ya ven que los viejos axiomas del fútbol no siempre se cumplen. O es que la Real Sociedad tiene unos jóvenes tan sobradamente preparados que los han dejado sin efecto.

Porque el triunfo se empezó a sustentar desde la firmeza defensiva de una retaguardia que no tenía una papeleta sencilla con Loren, Borja Iglesias, Joaquín y Fekir enfrente de ellos. Y salvo la desconexión del gol verdiblanco, en el que Zubeldia sale de zona para equilibrar en banda con Monreal el duelo ante Joaquín y Barragán dejando desguarnecido el eje de la zaga, por donde Loren termina fusilando a Remiro después de que Zaldua se quede enganchado y le habilite, en el resto del choque la defensa rindió a buen nivel. Y ojo, que la pareja Le Normand-Zubeldia suma 7 puntos en los tres partidos que ha jugado junta: el empate en Mestalla, la victoria en Mallorca –donde el Madrid cayó el sábado– y esta última.

Tampoco me olvidaría del oficio de Guevara en el pivote, que supo aguantar 40 minutos con tarjeta sin ver la segunda. Y con acciones como esa en la que fue al cruce frente a Loren antes del 2-1 de Willian José. En teoría, ese triángulo titular es el formado por Aritz-Llorente-Illarramendi, pero el rendimiento que dio el de este domingo demuestra el fondo de armario de la Real Sociedad en este curso. Un mérito agrandado en esta ocasión por la talla de los adversarios: que el Betis se ha gastado 50 millones este verano en fichar a Borja Iglesias y Fekir.

Dos fueron los jugadores sobre los que se soportó la remontada en los momentos de mayor incertidumbre: Zaldua y Merino. El lateral donostiarra fue un incordio para el contrario desde el inicio. Aprovechando que Canales y Loren no defendían mucho por ese flanco se sumó una y otra vez al ataque. Un centro al segundo poste, un disparo alto desde la frontal del área, otro que blocó Joel Robles... Por mucho que se quedara enganchado habilitando a Loren en el 0-1, su perseverancia terminó dando sus frutos con esa asistencia a Willian José en el 2-1 y el balón que colgó al área en el 3-1, preludio del tanto de la tranquilidad de Portu.

Merino ofreció un clinic de lo que es un 'centrocampista total', ese que va bien por alto, que recupera balones, que levanta la cabeza para organizar el juego, que reparte balones a diestro y siniestro y que, encima, tiene el hambre suficiente para merodear en área contraria en busca de su presa. Asestó un buen mordisco al Betis en el gol del empate, con la complicidad de Javi García, y a partir de ahí ofreció un recital. El duelo de 'ochos' ante Fekir no existió porque se merendó al francés, la gran estrella para los béticos en la presente campaña.

El navarro fue el referente en la zona ancha desde el que todo cobró sentido: la magia de Odegaard para 'gambetear' en las distancias cortas, la verticalidad de Portu, la insistencia de Oyarzabal y la voracidad de Willian José, que parece otro jugador. Cuatro goles lleva –ninguno de penalti, como le gusta recordar– ; dos atacando el espacio y otros dos acompañando el contragolpe para definir. Un delantero nuevo que se está enganchando al estilo de esta Real sin perder dos de sus mejores virtudes: juego de espaldas y solvencia en la estrategia defensiva.

Los de Imanol no quieren hacer prisioneros, por eso plantean partidos a gran intensidad con el objetivo de reventarles con rápidas transiciones. Hemos pasado de reposar con el balón en los pies a ataques fulminantes en pocos toques. Y cuando hace falta cambiar de registro ahí está Odegaard para interpretar lo que se necesita: si al pie o en largo.

Por eso las ocasiones se suceden ante la portería rival con más frecuencia de la habitual en Primera. Antes del descanso ya pudo llegar el tercero de la Real Sociedad. Un saque de banda fue la excusa perfecta para generar la mejor opción de gol. Sobre todo si el recogepelotas anda vivo. Álex Moreno sacó el remate de Portu que se colaba en una acción en la que anduvo vivo Oyarzabal para sorprender al rival. También Merino pudo embocar en boca de gol un centro del eibarrés tras balón al espacio de Odegaard. No llegó por los pelos...

En la reanudación, y con 2-1 favorable, la Real siguió pisando el acelerador. Presión adelantada para recuperar alto y atacar de nuevo. Willian José y Oyarzabal rozaron el gol pero sería Portu quien lo terminarían encontrando. Fue tan asfixiante la presión que un centro de Zaldua no pudo ser despejado por la defensa bética y entre Odegaard, Oyarzabal y Portu fabricaron la jugada que sentenció el encuentro.

Luego hubo media hora final en la que Imanol, en vez de enfriar el partido, quiso avivar el fuego con la entrada de Isak y Barrenetxea para seguir alimentando el contragolpe. Antes había retirado al tarjeteado Guevara por Sangalli. Nada que objetar. Pero dio la sensación de que el partido quedó abierto y si el Betis no se enganchó fue porque Joaquín estrelló una falta lateral en la madera y Tello hizo lo propio en el larguero en esa jugada que revisó el VAR para comprobar que había botado en la línea.

A veces conviene tener la cabeza más fría en estas situaciones y saber lo que requiere el juego, porque con Portu y Odegaard reventados con las medias bajadas y Merino y Sangalli sosteniendo solos el centro del campo, daba la impresión de que un tanto bético aún podía poner en peligro los tres puntos. La juventud es impulso, pasión, atrevimiento... Y la Real Sociedad es un equipo muy joven que se quiere divertir y quiere divertir. Pero para estar arriba se necesitan puntos y habrá veces en las que no siempre ganará por aplastamiento y necesitará ser más racional. Aunque con 16 puntos en nueve jornadas a quién le importa esto, ¿verdad?