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Casi peor que el empate ante el Almería fue la imagen dejada por una Real que no puede pretender ganar los partidos simplemente con ... pisar el acelerador cuando quiere. Hay que firmar actuaciones más redondas para hacerse acreedor a los tres puntos sin depender de los caprichos del fútbol. Sobre todo cuando el equipo no está para lanzar cohetes porque su momento más brillante del curso hace tiempo que ha pasado.
El calendario que ha tenido en las cuatro jornadas más recientes ha sido muy favorable y, a pesar de ello, no ha podido hacer el pleno y se ha llevado dos buenos sustos en Granada y contra el Almería. El primero con final feliz y el segundo, más amargo. Hay que tener en cuenta que los cuatro rivales a los que se ha enfrentado, los dos andaluces mencionados más el Cádiz y el Alavés, figuran entre los seis peores de los últimos tres meses de competición. Algo que preocupa cuando aún tiene que medirse a Real Madrid, Barcelona, Atlético, Betis y Valencia, entre otros, en los siete partidos que restan por delante hasta el final de Liga.
Destacan los secundarios. Que la Real está cogida con pinzas lo demuestra que sus jugadores más relevantes en el último tramo de temporada estén siendo aquellos que no entran en el once que más minutos ha tenido en el curso o que incluso no estaban en el club en diciembre. El ejemplo más cercano es el del Almería, donde Becker y Galán fueron los únicos que dieron un puntito más de chispa y velocidad al juego. El neerlandés hizo un gol y dio una asistencia, y el lateral le puso un buen balón en el tanto del empate nada más recibir el gol de Embarba en la primera parte.
Pero es que hace dos jornadas los que se llevaron los elogios fueron Pacheco, que rubricó la victoria en Mendizorrotza con un gol de córner, y un Zakharyan que estuvo fantástico con un repertorio de pases al espacio y que venía de marcar en el partido anterior contra el Cádiz. En Granada fueron Tierney y Turrientes los que lideraron una remontada en la segunda parte que llevó la firma de André Silva.
Los pesos pesados están por encima de los 3.500 minutos, entre club y selección, y a pesar de que siguen manteniendo su excelencia técnica, como Zubimendi y Merino el domingo, no tienen las piernas tan frescas como en la primera vuelta. Y no parece que vayan a tenerlas en el próximo mes y medio, así que o se busca una alternativa de juego o se insiste en jugar a lo mismo con los referentes principales cansados. Urge una reflexión.
Partidos irregulares. En las cuatro últimas jornadas desde la eliminación europea, a la Real le ha costado mantener una línea homogénea en su fútbol. Ha controlado bien los partidos ante el Cádiz y el Alavés, en los que fue superior al rival aunque le costara plasmarlo en el marcador, pero ha sufrido ante Granada y Almería, los dos últimos en la tabla. En Los Cármenes firmó una primera parte indigna en la que Remiro salvó los muebles con hasta cuatro intervenciones de mérito y le mantuvo en el partido, mientras que ante el Almería fue incapaz de ganar y vio cómo Ramazani en el descuento remataba al lateral de la red con todo a favor.
La vuelta de Barrenetxea invitó a Imanol a apostar por su fórmula de siempre, el 1-4-3-3 con protagonismo de los extremos, pero al donostiarra aún le faltan varios puntos para alcanzar la buena forma y Kubo está reventado. Becker es quien mantiene en pie el pabellón.
La Real más vertical y con llegada se vio en el segundo acto de Granada con un sistema táctico de 1-4-4-2 con protagonismo en salida de balón de Tierney; Merino y Turrientes ensanchando los vértices del rombo para que Brais brillase en el enganche y Becker y André Silva combinando profundidad y remate arriba. Fue una solución de emergencia que no ha tenido continuidad después por muy buen resultado que diera entonces.
Contra el Almería faltó intensidad en la presión en campo contrario de salida, porque cuando la supo ejecutar antes y después del descanso, fue muy superior al rival. Pero haciendo solo media hora buena es complicado ganar ni aunque esté enfrente el colista de la categoría.
Errores groseros atrás. La Real de los últimos años ha evolucionado a partir de su solidez defensiva pero ahora ha perdido esa regularidad sin balón. Sin necesidad incluso de que delante esté un rival exigente. El Granada le hizo bastante peligro con Jozwiak superando en el juego aéreo a Traoré y Pellistri a Galán por bajo en la banda contraria. Zubeldia y Le Normand tampoco anduvieron finos antes del descanso en el segundo tanto de Uzuni.
Ante el Almería se escapó la victoria por un grave error de Traoré ante Embarba después de un saque de banda en el centro del campo en el que Pubill solo tiene que cambiar la orientación del juego y por el agarrón de Zubeldia a Lozano dentro del área delante de las narices del colegiado. Anteriormente el propio Lozano estuvo a punto de aprovechar un error de entendimiento entre los centrales y Remiro en la jugada posterior a la doble sustitución de Turrientes y Kubo.
Traoré lleva dos meses y medio bastante bajo, Zubeldia no es el mismo que anuló a Mbappé en París y de hecho ya pudo haber sido expulsado contra el Cádiz de no ser porque el VAR detectó que había un fuera de juego inicial en la acción previa. En la izquierda Galán aún tiene que acoplarse a la idea colectiva en defensa a pesar de su indudable aportación ofensiva. Si por delante Zubimendi y Merino tampoco están pletóricos, el cuadro se pinta solo.
Centrodependencia. Por echarse algo positivo a la boca, la Real ha mejorado en el aprovechamiento de los centros laterales, aunque quizás sea una consecuencia de las características de su delantero centro. La apuesta por Oyarzabal, un explorador del área más que un atacante que pueda romper desde lejos, ha concentrado más el juego por las esquinas en el último tercio del campo.
En Granada Sadiq marcó a centro de Brais y Le Normand a un envío de Tierney desde la banda izquierda. Contra el Cádiz fue Zakharyan el que aprovechó para empujar el servicio de Brais después de un buen arrastre de Oyarzabal y en Vitoria fue Pacheco el que se anticipó de cabeza a la salida de un córner de Zakharyan.
Contra el Almería los dos goles llegaron en dos balones laterales, el primero rematado por Becker a centro de Galán tras vaciado de Oyarzabal, y el segundo, culminado por el propio capitán tras asistencia del neerlandés al primer toque.
Esa mejoría en el juego por las bandas tiene su riesgo si no se acompaña también de una amenaza por dentro porque se corre el peligro de que los rivales dejen a la Real atacar por los flancos y se posicionen para defender los centros laterales como hizo el Mallorca en la Copa.
Si Barrenetxea es intocable en la izquierda, Oyarzabal queda como 'nueve' y André Silva y Sadiq son carne de banquillo. Con el eibartarra en la izquierda se pierde desborde con el balón en el pie pero se gana llegada desde segunda línea y una opción más en área si es que el delantero centro anda acertado en las maniobras de arrastre para abrir espacios a los que llegan detrás.
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