El Pizjuán devora el sueño europeo

El cuestionado Machín, por su parte, no se atrevió a innovar. Si debía claudicar, lo haría fiel a su idea. Tres centrales, dos laterales largos y la inspiración de los hombres de mitad de campo hacia arriba eran las armas de siempre del entrenador soriano. El Sevilla atacó mucho y bien. Sobre todo por los extremos. Navas y Promes hicieron uso de las autovías que encontraron en sus flancos. No hubo ningún atacante de banda del lado visitante que les exigiera medir sus cabalgadas. Ahí empezó a perder el partido la Real.

Los locales buscaron desde el primer momento un partido intenso, de ritmo muy vivo, en el que el centro del campo se convirtió en un lugar de tránsito y no de creación. Esto hizo que los futbolistas más cerebrales sobre el campo como Banega o Pardo apenas pudieran brillar. El riojano no pudo participar debidamente en el juego. Los realistas nunca tuvieron la opción de parar el balón y pensar antes de actuar. Merino fue quien más insistió en repartir la pelota entre sus compañeros, mientras Zubeldia se dedicó a mantener el equilibrio de los suyos para que la Real no se rompiera por el medio. El asunto era que ya estaba partida en las bandas.

Si los blanquiazules, ayer de gris, llegaron al descanso con empate en el marcador fue por el desacierto de cara a la portería del rival y la efectividad de Oyarzabal en el único disparo a puerta de los realistas. El conjunto sevillano no contó ayer con una gran defensa, pero la Real no lo supo aprovechar. Para muestra, el gol del eibartarra, que evidenció la falta de velocidad de los centrales a la hora de cerrar espacios. Consciente de su debilidad defensiva, el equipo de Machín siempre intentó que la pelota estuviera merodeando el área de Rulli. Lo consiguió.

En la segunda mitad, la Real saltó al césped a jugar contra una apisonadora. La presión y el ritmo de los sevillistas en el primer cuarto de hora del segundo acto devoró a los blanquiazules, y quién sabe si también sus sueños europeos. Para cuando quisieron darse cuenta, los hombres de Imanol ya habían recibido tres goles de Ben Yedder y el marcador ya reflejaba cifras de escándalo.

El dibujo táctico que diseñó Imanol no fue útil ayer en el Sánchez Pizjuán. Theo, que todavía comete errores groseros en defensa, y Zaldua (también Aritz), fueron los mayores damnificados por el sistema. Tampoco le favoreció el plan a Pardo y la Real se ahogó sin la posibilidad de dar tres pases seguidos.