Triste despedida de la Real

Hará bien en reflexionar ella y las que se quedan porque mucho van a tener que cambiar las cosas para asentar el nuevo proyecto no para un año sino para cinco. El nuevo entrenador, previsiblemente Arturo Ruiz, hoy en el Granada, debe saber dónde se mete para tomar las decisiones que tenga que tomar sin sentimentalismos.

Lo de ayer en Tenerife, en el último partido de la temporada, no tiene un pase. La Real no dio una a derechas. Es duro escribirlo y seguro que mucho más vivirlo sobre el césped, pero es que no se puede definir de otra forma que un equipo encaje tres goles en veinte minutos. De acuerdo que más de una está pensando en las vacaciones y en no asumir riesgos que le puedan condicionar los meses de descanso, pero cuando se sale al campo con la camiseta de la Real el respeto debe ser máximo. El primer gol, en el minuto 5, puede tener un pase porque Aleksandra Zaremba se sacó un disparo desde fuera del área imparable para Elene Lete. De pedir algo, quizás alguien debió apretar más de cerca a la goleadora para que no tuviera tiempo para armar la pierna.

El segundo tanto ya dejó retradas a las jugadoras de la Real. Primero porque una mala presión en la zona del córner no impidió que el Tenerife pusiera un balón en el centro del área, pero es que las realistas que defendían la portería todavía lo hicieron peor. Eran tres defensoras y dos atacantes en el área pequeña. El resultado, se lo pueden imaginar: Ouzraoui le coge la espalda a Nahia Aparicio y llega el segundo gol.

Y para rematar los veinte minutos horrosoros de la Real, un pase del Tenerife a la espalda de las centrales de la Real, con Ane Etxezarreta mal orientada, acaba con una vaselina a la salida de Lete, obra de María José. Cada uno de los tres goles llegó por vías distintas, derecha, izquierda y centro del campo, así que la responsabilidad es compartida. Nadie se escapa.

El partido apenas había arrancado y ya estaba acabado así que contemplar el espectacular paisaje montañoso que rodea el campo del Costa Adeje Tenerife fue lo único positivo para calmar la mala gaita que invadía a quienes seguíamos el choque.

El cuarto gol, en el minuto 43, otra vez con Mari José como protagonista tras otro error de Ane Etxezarreta, no fue más que la escenificación de la falta de intensidad de las jugadoras de la Real. El Tenerife manejó el balón en el centro del campo, con las blanquiazules defendiendo con la mirada. El 4-0 al descanso desde luego no invitaba a nada.

En la segunda parte, Lucía Pardo maquilló el marcador con su sexto gol de la temporada e incluso la Real se pareció más a lo que acostumbra pero ya no había nada que hacer. Todo el pescado estaba vendido.

En el club tienen mucho que hacer en las próximas semanas porque quizás no sea solo cuestión de cambiar de entrenador. La segunda vuelta es mejor