Varane y Zubimendi pelean un balón aéreo con Monreal (semitapado), Le Normand, Zubeldia (de espaldas), Gorosabel y Guevara. alterphoto
El seguimiento

Buzo y grasa en la sala de máquinas

Trío del centro del campo ·

Zubimendi, Guevara y Silva dominaron en el arranque, pero con el paso de los minutos les tocó tirar de pico y pala

Álvaro Vicente

San Sebastián

Martes, 2 de marzo 2021, 07:52

Juanito se lo decía a uno de los jugadores del Inter nada más terminar el encuentro que el Madrid había perdido por 2-0 en ... Milán en 1986: «Noventa minuti en el Bernabéu son molto longos». Noventa minutos en el Bernabéu son, efectivamente, muy largos. La fe de Juanito, expresada como una amenaza o como un propósito de revancha, tenía su razón de ser. El Inter perdió el partido de vuelta por 3-0. En Valdebebas, sin público, no es lo mismo, ni muchísimo menos, pero a la Real, sí, también se le hizo largo. Acabó con los once colgados del larguero. No fue suficiente porque el Madrid metió a la Real en su campo desde que Portu marcó en el minuto 55, pero sí sirvió para confirmar que la versión currela, la menos virtuosa, también da rédito. El equipo se defendió como un erizo hasta que el Madrid aprovechó una grieta para asestar la puñalada.

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La Real había hecho que sus tres jugadores del centro del campo se multiplicaran. Ya no eran los que empezaron: Zubimendi, Guevara y Silva. Eran ellos más Oyarzabal, Portu, Isak... Parecían pocos ante el asedio al que le sometió el Madrid desde el gol de Portu e incluso desde antes.

Punto de inflexión en el veinte

Sin Illarramendi, tocado en casa, y sin el mejor recuperador de LaLiga, el sancionado Merino, Imanol sorprendió al alinear a Zubimendi, Guevara y Silva para retarse ante el trío Casemiro, Modric y Kross. Sorprendió el entrenador porque se apuntaba a Guridi como el sustituto natural de Merino. Pero, seguramente por el buen rendimiento que ofrecieron Zubimendi y Guevara en Old Trafford, Imanol repitió esa pareja a la que sumó a Silva, ausente en la vuelta de la Europa League.

Y la apuesta funcionó en esos primeros veinte minutos porque la Real supo dar sentido a cada acción, supo dónde había que poner el balón en cada momento lo que le permitió zafarse de la tímida presión a la que le sometió el Madrid. El trío del centro del campo más Gorosabel, Monreal, Zubeldia y Remiro formaron un enorme rondo que se tradujo en una Real vistosa que todavía consiguió aproximarse al área del Madrid. Las dos ocasiones nacieron en zona central. Zubimendi salió al corte cuando el Madrid apretaba para poner en ventaja a Silva y luego fue Guevara el que dejó sentado a Casemiro para esperar la incorporación por banda de Gorosabel. Ninguno de los dos centros, el de Oyarzabal y Gorosabel, encontró rematador. Era, insistimos, el minuto 20. Ahí cambió el sentido del partido.

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Kroos cogió el sitio, Modric le arropó, Isco asomó entre líneas, Lucas Vázquez percutió por banda y el Madrid fue ganando metros hasta embotellar a la Real. Modric (cuatro Champions y Balón de Oro), Kroos (campeón del mundo) y Casemiro (mediocentro de Brasil) se adueñaron del balón y la Real aceptó con sobriedad el envite. Un cabezazo de Mariano al larguero, disparos lejanos de Casemiro y Modric... Ocurrió lo que cabía esperar visto el desarrollo de la primera media hora de juego. El Madrid empezó a tocar. Y lo hizo, ciertamente, con estilo. Rápido, al primer toque, buscando el espacio. Quedaba mucho tiempo. Muchísimo. El planteamiento de la Real era pobre, pero seguramente el único posible, visto lo visto. Le bastaron diez buenos minutos a la vuelta de vestuarios para encontrar el premio. Pensar en ganar el partido en esas condiciones era una mera ilusión. Lo realista era sufrir y a ver si escampaba. Sobraron dos minutos.

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